Cuando se habla de Signos hay que hacerlo con la cabeza descubierta. No se trata de una revista cualquiera, sino de un tesoro que ha dejado una profunda e indeleble huella en la historia de la cultura cubana.
Samuel Feijóo quizá no se propuso crear una publicación para trascender ni que llegara siquiera a los 50 años. Mas, la seriedad, la pasión y el tesón que él y sus continuadores les imprimieron a sus páginas ha posibilitado que sigamos disfrutándola en la actualidad.
Como expresara el profesor Arnaldo Toledo Chuchundegui, quien la dirigió durante los últimos seis años, la revista es en sí una fiesta. En sus páginas confluyen de manera orgánica los más diversos temas del folclor, las tradiciones, la historia y la cultura popular cubana.
Además de los exquisitos y reveladores textos, las ilustraciones o dibujos también han contribuido al prestigio de Signos. Algunas pueden observarse ahora mismo en el Foro Agesta de la Uneac, en una exposición colectiva inaugurada como parte de las celebraciones, de la autoría de las más reconocidas figuras de las artes plásticas cubanas e internacionales.
La colección de Signos (va por su número 78) constituye una enciclopedia única e invaluable. En ella pueden hallarse escritos sobre las tradiciones campesinas, las religiones, la santería, muertos y aparecidos, mitos y leyendas, las fiestas populares, el ron, el tabaco, el béisbol, el arte gráfico, la música, la danza, personajes populares, el habla popular y hasta de las «malas » palabras, entre muchísimos temas.
A pesar de la odisea que el propio Feijóo sufriera con el tema de la distribución, cada edición ha sido buscada por lectores de toda índole y en los más disímiles rincones. La revista se halla en bibliotecas, universidades y colecciones privadas, tanto en Cuba como en otros países.
Según el profesor Manuel Martínez Casanova, hasta la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, una de las más grandes y prestigiosas del mundo, ha solicitado ejemplares de Signos para incorporarlos a su archivo. Samuel Feijóo, desde el principio, se preocupó por que la revista llegara a todas partes, y la institución estadounidense fue una de ellas.
Para recordar el medio siglo se reunieron amigos entrañables de Feijóo, y otros que se propusieron continuar su obra y legado. El Coloquio «50 años de Signos » contócon la presencia de reconocidos intelectuales, como Virgilio López Lemus, Manuel Martínez Casanova, Ramón Rodríguez Limonte, Ricardo Riverón, Raydel Araoz y Rafael Lara, vicepresidente de la Comisión Nacional de Patriminio Cultural Inmaterial, entre otros.
El encuentro devino sentido homenaje al autor de Juan Quinquín en Pueblo Mocho, así como a los colaboradores ausentes: el escritor René Batista Moreno, los pintores Aida Ida Morales y Adalberto Suárez, y el diseñador Jorge García Sosa.
También se entregó el premio de periodismo 50 Años deSignos a Teresita de Jesús Hernández, por su trabajo investigativo «La historia de Remedios contada por la casa », y fue presentado el número 78 de la cincuentenaria publicación, a cargo del poeta y novelista Arístides Vega Chapú.
El escritor Ricardo Riverón, encargado de las palabras de clausura del coloquio, expresó:
«Nos corresponde ahora [...] a todos los comprometidos con la cultura cubana, y en específico con la popular, seguir dando nuestro aporte para que Signos no se detenga en la exploración de ese universo inagotable que se manifiesta en los sueños, palabras, trazos y acordes de esas personas que, desde la desventaja, la han hecho poderosa, vital y degustable ».
Luego de la muerte de Feijóo –que estuvo al frente de la revista durante 16 años– hasta el número 35 del año 1985, Signos ha continuado su bregar, contra viento y marea. Y hoy nos sigue acompañando, por campos, montes y ciudades, con el indetenible vuelo del Sensible Zarapico.