Una despedida «a la manera » de Lucí­a

La popular intérprete santaclareña, fallecida el pasado 1º enero, recibió un sentido homenaje en el Centro Cultural El Mejunje, donde fueron depositadas sus cenizas.

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Homenaje a Lucía Labastida
Amigos y admiradores rindieron sentido homenaje a Lucía Labastida, en El Mejunje. (Foto: Francisnet Díaz Rondón)
Francisnet Dí­az Rondón
Francisnet Dí­az Rondón
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05 Enero 2020

No habí­a espacio para lágrimas, aunque el pecho apretara y se encogiera el alma. No. Lucí­a no lo hubiese permitido, mucho menos en su despedida. O mejor en su « ¡hasta luego! » que decenas de amigos, admiradores, colegas, socios, «yuntas » y familia le dieran en la tarde de este sábado 4 de enero en la peña del filing de su mentora y maestra Zaidita Castiñeiras, en el Centro Cultural El Mejunje, de Santa Clara.

No podí­a ser de otra manera, no podí­a ser diferente. Allí­, en su segunda casa, solo con música, canto, poesí­a, anécdotas, baile, risas, tragos y un amor de esos que arrasan y desbordan, podí­a homenajearse a la gran artista, a la Labastida, a la «Voz de la pasión », al decir del pianista y su entrañable amigo Héctor Vázquez Fleites.

Homenaje a Lucí­a Labastida
Decenas de personas asistieron a dar el último adiós a la popular intérprete santaclareña. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Alrededor de la urna con sus cenizas habí­a flores y ramos, ron y café, velas y fotos, mensajes y poesí­a. Parte de las cosas que amara Lucí­a, quien vivió a «su manera », como quiso, hasta el final. Porque una mujer que desbordaba tanta pasión al cantar, no se andaba con hipocresí­as ni medias tintas, solo entregaba y disfrutaba como si fuera su último dí­a.

Ramón Silverio, su otro padre, como ella lo catalogara, la presentó por última vez. «Se nos va la última temperamental », manifestó sin ninguna duda, porque así­ era Lucí­a, todo sentimiento, de la misma estirpe de Moraima Secada, Elena Burke, La Lupe o Marta Estrada. Y aquí­ no cabe aquello de «salvando las distancias », porque Labastida estaba a la misma altura de aquellas grandes.

Sentidos aplausos a quien lo entregó todo en el escenario. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Lucí­a volvió a cantar a través de los altavoces, y el público, su público, se puso de pie y aplaudió a quien tanto entregó en el escenario. Su estilo desenfadado, aquella voz contralto que erizaba hasta lo más profundo y su carisma inigualable será difí­cil de olvidar en mucho tiempo.

Y allí­ estuvieron sus hermanos de escenario, Zaidita, Pedro Alejo, José Ramón Vizcaí­no, Anet Carranza, Enriquito Cárdenas, Baby Sánchez, Héctor Vázquez, y otros más que se sumaron, que no quisieron dejar de decir, de expresar, de recordar.

Ramón Silverio, fundador de El Mejunje y a quien Lucí­a Labastida consideraba un padre. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)
Anet Carranza, Zaidita Castiñeiras, Pedro Alejo y Enriquito Cárdenas, entre otros artistas, estuvieron en el homenaje a Lucí­a Labastida. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Al final todos cantaron emocionados y bailaron, como ella hubiese querido, o mejor, como ella quiere. Y allí­ estaba Lucí­a, riendo de lo lindo, observando cuánto cosechó en tan poco tiempo. Cuántas amistades, cuánta admiración, cuánto cariño, cuánto amor y sentimientos entre tanta gente.

La Gallega, su entrañable compañera de la vida y el amor, sostuvo la urna y, luego de un beso, la depositó al pie de uno de los viejos árboles de El Mejunje.

Flores y mensajes en el último adios a Lucí­a Labastida, cuyas cenizas fueron sepultada en el Centro Cultural El Mejunje. (Foto: Francisnet Dí­az Rondón)

Allí­, al lado de las raí­ces, para que la voz de la negra Lucí­a Labastida emerja cada mañana por las ramas y siga cantándonos todo el dí­a, hasta la noche y la madrugada, a través de las flores, por toda la eternidad, siempre «a su manera ».

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