Tito, afloja

Juntos reí­mos buen rato con las ocurrencias hiperbólicas de quien tiene más años que Matusalén y de mi capacidad divina para provocarlo.

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Vanguardia - Villa Clara - Cuba
(Ilustración: Martirena)
Yinet Jiménez Hernández
Yinet Jiménez Hernández
1943
18 Enero 2020

La primera vez que vi a Tito en este 2020 comprobé que, efectivamente, este buen amigo mí­o se alimenta de sus exageraciones. Es una peculiaridad medio humorí­stica, medio desesperante: a veces, una no sabe si echarse a reí­r o si tirarle la mano al hombro para consolarlo.

Para Tito, cubano longevo súper creativo, no hay cosas pequeñas ni términos medios. Todo es grande y amplificado, divertidamente inexacto, hiperbólico, en las buenas y en las malas, en la salud y la enfermedad.

¿Y qué, Tito?

Muchacha, hace un siglo que no te veo.

No me digas.

Oye, y qué mal te hizo el fin de año: estás más gorda que una vaca.

Ay, mi amigo, tú siempre tan halagador. Dime de la familia…

Niña, ni me digas ná’. A mi casa llegó un batallón de gente de Tumba la burra.

¿Dónde es eso?

Ni averigí¼es. Que eso está en la Cochinchina, de aquí­ a Hong Kong.

Pero, la pasaron bien, ¿no?

Ja. Eso lo sabe tó’ el mundo. Comimos más que unos mulos, por poco nos reventamos; morimos de la risa bailando y, al final de la noche, casi me infarto cuando vi a Gelasio vestido de muñecón. Casi casi le doy candela. Mira, mira lo que costó la gracia: estoy partido en dos con gestos faciales de dolor infinito, Tito se examina la columna, la cintura y la cervical, como diestro ortopédico.

Juntos reí­mos buen rato con las ocurrencias de quien tiene más años que Matusalén y de mi capacidad divina para provocarlo. «Amigo mí­o, cuí­date mucho: tu cuerpo no resiste otro fin de año como este ».

Tito me deseó lo mejor del mundo, con su sonrisa de oreja a oreja y un corazón tan grande que no le cabe dentro del pecho. Me pronosticó paz, amor y salud un millón de veces. «Esta muchachita es una joya », y me deseó trillizos en esa eterna profecí­a verbal.

Si la mitad de esos designios se me cumple, caballero, quédense cerca, que iré por ahí­ regalando alegrí­as. De mi parte, solo te pido que no me dejes desabastecida de creatividad. Yo me conformo con que nos escribas a yinet@vanguardia.cu para juntos seguir pensando y disfrutando de las maravillas de esta lengua cubana.

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