A pesar del tiempo, los muñequitos cubanos continúan impregnados en el imaginario popular y en la lengua cubana. Hoy, una reseña escrita a cientos de manos.
El martes me levanté melancólica, con la idea de que mi sección de la lengua no daba para más. «Será que le está llegando su fin », me dije con un aliento de desesperación, que se repite cada vez que tengo que enfrentarme a la cuartilla en blanco.
Claro, necesito motivar a mis lectores para que esperen los segundos sábados de cada mes con el entusiasmo de leer «Tengo la palabra ». Y que como yo lleguen al punto final enamorados por la creatividad de nuestra gente, «hinchados » por haber nacido en Cuba.
Pues les cuento que enseguida en casacomo es costumbre sortearon el «bache » en que se hallaba mi musa: «Escribe sobre las frases de los muñequitos cubanos ». ¡Guao! Nunca mejor sugerencia, solo que ya no me acordaba ni de la mitad de ellos. « ¿Y qué me hago ahora? ».Otro susto, el segundo de la mañana.
Me llené de valor. Abrí Facebook e invité a mis amigos a escribir juntos, a cientos de manos, la sección. En minutos ya tenía mi perfil lleno de comentarios que sintetizaban años de anécdotas colectivas sobre los animados cubanos.
Para que nadie quedara fuera de esta sección y todos se vieran reflejados en Vanguardia, elaboramos algo así como el primer Top Ten de la fama de los «muñes » nacionales. Así que allá vamos con algunas de las criollísimas expresiones de sus personajes.
En el último puesto del decálogo de éxitos colocamos «Mi casa linda y bonita, qué maravilla es este papá », que adquiere más o menos jerarquía a conveniencia de las mujeres.
El corto cubano Tabey nos legó la frase «Hermosa mañana para explotar indios » y «Al trabajo, caballeros », una oda al humorismo de su guionista.
Cecilín y Coti, juntos, lograron arrebatar el octavo lugar de lo más pega’o de la televisión cubana en el lenguaje popular con « ¡Qué pescado más flaquito! ».
Pudieron posicionarse en el puesto número siete de la escalada de éxitos Matojo y sus icónicas frases «Un nadador, necesitamos un nadador » y «Yo no le hago caso a lo que dice esa vieja ».
Chuncha luchó por el sexto escaño con « ¡Alabao! », «Fumiga, Paquito, fumiga » y «No voy, ¡he dicho que no voy! », que perduran y sobresalen en el argot popular actual gracias a la campista más destacada.
La historia del fuego se afianza en el quinto lugar. Resaltaron en la avalancha de criterios «Eso les pasa a ustedes las mujeres, que son unas nerviosas » y «Los niños, verdaderos incendiarios natos ».
Más cerquita de la caliente El agua y la higiene. Las expresiones «La peste el último » y, en especial, «Si me mojo me da catarro », conquistaron la quinta posición en esta riña lingí¼ística.
Los valientes llegaron con más pegada a los días de hoy. «Mientes, rata inmunda », «Eres un bárbaro con el hacha », «Suave, Yelika » y «A mí me embarcó este, que es un antisocial », son escuetos parlamentos que aún sobreviven.
Arrebatando a los televidentes, y en el número dos, llega Vampiros en La Habana. «Oye, el de la cornetica, ¿tú no trabajas por la mañana, mijito? » y «Vendo enanitos verdes », resultan la más llevadas y traídas frases del superfamoso largometraje de chupasangres made in Cuba.
Y en la cima del Top Ten, Elpidio Valdés, el padre de los animados cubanos, el más creativo y venerado personaje de Juan Padrón, el vocero nato de « ¡Eso habría que verlo, compay! ».
¿Quién no ha dicho, en un repentino cambio de estado climatológico, « ¡Qué país! »? ¿O en una inspiración de humorismo, ante una amenaza al amigo, «Pártelo, Jabao »? ¿Qué joven cubano olvida mencionar en algún contexto: «Tócate, María Silvia », «Qué susto, Josú » y « ¿A ti qué te duele, pelirroja? ». ¿Qué les viene a la mente cuando les decimos «Mambises, bestias, no tiréis con ventanas »?
A pesar del tiempo, los muñequitos cubanos continúan impregnados en el imaginario popular. De generación en generación, padres y madres, abuelos y tíos, junto con la parrilla televisiva, los mantienen con vida infinita.