Una rubia inolvidable en el corazón de Santa Clara
La peculiar casa museo que desde hace 30 años rinde homenaje a Rosita Fornés, en Santa Clara, Villa Clara, se convierte a partir ahora en un sitio único en el país y el mundo al atesorar pertenencias y materiales originales de la gran vedete de Cuba.
Rembert Martínez ha dedicado su vida a homenajear a la gran vedete Rosita Fornés, por quien fundó la casa museo, única en Cuba y el mundo. Sita en el reparto Vigía Sur, en el edificio 228, apartamento 2, entre 5a. y Doble Vía (frente a la candonga del hospital Arnaldo Milián (Nuevo), en Santa Clara. (Foto: Francismet Díaz Rondón)
Francisnet Díaz Rondón
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13 Junio 2020
13 Junio 2020
hace 4 años
Cuando apenas comenzaba a tener uso de razón, el niño descubrió en el televisor a aquella hermosa mujer que marcó su vida para siempre. Desde entonces, en cada programa donde saliera la atractiva artista se le saltaba el pecho y exclamaba desaforado ante sus padres: « ¡La rubia, la rubia! ». Era la manera inocente y espontánea con que identificaba a la gran vedete de Cuba, Rosita Fornés.
Luego, a los siete años de edad, el santaclareño Rembert Martínez Fuentes tuvo su primera oportunidad de apreciar en vivo a una de las mujeres más hermosas y completas de la escena cubana, en una actividad de celebración por el 26 de Julio en Villa Clara, en el año 1975.
«Mis padres me llevaron, pero gran parte de las personas del público estábamos detrás de una cerca. Yo no pude contenerme y me subí en un andamio donde colocaron las luces, para verla mejor. Empezó a llover y, cuando ella baja del escenario, hubo un cortocircuito que por poquito me electrocuta. Se me acercó a verme y abrieron la malla para yo pasar al otro lado. Desde entonces hicimos una bonita relación, hasta el punto de visitar su casa en La Habana », rememora visiblemente afectado por la dura pérdida.
Pocos en Cuba, y más allá de las fronteras, conocen la vida de Rosa Fornés como Rembert. Nunca se perdió una sola presentación de la extraordinaria intérprete de decenas de obras musicales, espectáculos, conciertos, programas televisivos, radiales y películas, y estaba al tanto de cada detalle de su fructífera vida.
Cuenta que mientras fue menor de edad, sus padres lo llevaban al hogar de Rosita, hasta que ya grande se valió por sí mismo. La casa se encontraba en Nuevo Vedado.
La devoción de Rembert por Rosita Fornés lo llevó a coleccionar recortes de periódicos, revistas, discos, fotos, afiches y todo cuanto cayera en sus manos relacionado con la diva. También, muchos amigos conocedores de su inquietud comenzaron a apoyarlo trayéndole todo tipo de artículos.
Los objetos comenzaron a aumentar. Ella misma le cedió vestidos para mostrarlos en actividades coordinadas con el Centro Provincial de Cine y el Cine Club Cubanacán, entre otras instituciones. En una ocasión, el entusiasta santaclareño decidió hacer un pequeño museo en homenaje a la gran vedete, convertido en realidad el 11 de diciembre de 1989, en la propia casa de Rembert.
«Yo nunca le dije nada de la casa museo, y varias personalidades pasaban a verlo, como Amaury Pérez, Lourdes Torres, Eslinda Núñez y Mariela Castro, entre otras. Cierta vez Amaury le habló maravillas de la colección dedicada a su figura que existía en Santa Clara, y Rosita no tenía idea de lo que le decía. Hasta que le explicó que ella sí conocía a la persona al frente del museo y le dijo mi nombre », recuerda.
Por fin Rosita visitó la casa museo el 4 de mayo de 2000, un día hermoso e inolvidable para Rembert. Ella se sintió emocionada y agradecida por lo que había hecho. Para ampliar la colección Rosa le donó decenas de vestidos utilizados en espectáculos durante su carrera, prendas originales, retratos de estudio de renombrados fotógrafos, discos, programas de sus presentaciones, pelucas, sombreros, e incluso zapatos, como los botines que utilizó en el video interpretando La chica yeyé. Un verdadero tesoro.
«Ella me dijo que yo tenía cosas muy importantes porque son lo único que queda de grandes espectáculos como Ser artista, La Fornés Tridimensional y Vedettisima, cuya gira inició en Santa Clara en 1989 y cerró en 1992. Son objetos muy valiosos para la cultura cubana que debemos preservar », manifestó.
Aunque no ha tenido toda la divulgación que merece la casa museo única en Cuba y en el mundo ni un espacio más amplio para que el público pueda apreciarlo en toda su dimensión, por allí han pasado visitantes de diferentes partes del archipiélago, así como de otros países, como Sudáfrica, Ecuador, Argentina, Estados Unidos y otras naciones.
Rembert ha luchado toda la vida para que instituciones como el Gobierno y Cultura lo ayuden a permutar para un local mayor. Está dispuesto a entregar su apartamento para trasladar todo ese tesoro inigualable de nuestra cultura que posee no solo él, sino el pueblo de Santa Clara y Villa Clara.
Con la triste pérdida de nuestra amada Rosa, desde ahora la casa museo de Santa Clara adquiere una importancia invaluable como institución cultural que debemos salvaguardar. A través ella los villaclareños y el pueblo cubano mantenemos también viva la memoria de un ser inolvidable que alimentó el espíritu de varias generaciones.
Pues, como bien expresara el escritor camajuanense Pablo Broche Damas:
«Hay hechos culturales que pueden quizás pasar inadvertidos. Pero hay otros ante los cuales hay que detenerse, porque van cargados de una misteriosa esencia, que es la de ser grande dentro de los grandes. Rosita Fornés, la Gran Rosa de Cuba, es y será siempre un hecho cultural en la historia de esta isla. Todos los que la amamos, la mantendremos viva siempre ».