El reconocido músico Maykel Elizarde y su esposa, la cantante Lisy Villavicencio, constituyen un matrimonio lleno comprensión, respeto y cariño mutuos y a su hermosa familia. Sirva esta hermosa historia para homenajear el 14 de Febrero, Día del Amor y la Amistad.
Maykel y Lisy hallaron el amor a través de la entrega de ambos por la música. (Foto: Cortesía de los entrevistados)
Francisnet Díaz Rondón
2776
15 Febrero 2022
15 Febrero 2022
hace 2 años
El hogar del maestro tresero Maykel Elizarde y su esposa, la cantante Lisy Villavicencio, constituye un espacio colmado de armonía, paz y musicalidad. El matrimonio emergió de la dedicación al arte que profesan, pero sobre todo de la comprensión, el respeto y cariño mutuos entre ambos y a su hermosa familia.
Al momento de realizar este reportaje, los dos padres-artistas se hallaban en pleno ensayo de su nuevo proyecto, el septeto Compases, con el cual Lisy, cultivadora de la música campesina, incursiona además en otros géneros como el son y el changí¼í. Mientras, Maykel se encarga de los arreglos y les imprime su maestría adquirida durante años de carrera a base de estudios, dedicación y entrega a la música.
Sentado en su coche, Erick Daniel, el más pequeño de los hijos de la pareja, también desea integrarse a la actividad con un par de claves que sostiene entre sus manitas. Al parecer pudiera seguir el sendero musical de sus padres, como sus hermanas mayores Mailys Cecilia, de diez años, y Erika, esta última, descendiente de Maykel, fruto de su primer matrimonio.
Con más de una década juntos en la vida y el arte, Maykel y Lisy no cesan de crear y soñar. Durante los meses de aislamiento producto de la pandemia, ambos fundaron el dúo Influencia, cuya peculiaridad radica en el acompañamiento de la voz solamente por el tres, un formato que les otorga un toque distintivo y singular.
«Conocer a Lisy ha sido un trabajo desde el punto de vista profesional exquisito. Para mí (ella) forma parte de los jóvenes valores de la música cubana, con una gran determinación a conquistar a los corazones cubanos y del mundo. Representa mucho el hecho de poder conversar y compartir con una pareja profesional, que siente la música como uno, con hijos en común que aspiran a ser músicos.
«Yo me siento muy afortunado por esa energía que ella desprende como cantante. Es una persona muy estudiosa y me ha obligado a hacerlo también, pues siempre me he visto inmerso en trabajos como solista o el trío Trovarroco esa gran agrupación a la que le debo todo, pero el arte de acompañar es otra especialidad y algo que he ido absorbiendo como una oportunidad », comenta el tresero.
Por su parte, Lisy expresa: «Siempre he visto a Maykel no solo como el padre de mis hijos, también como el maestro, que para mí es lo más grande de la música y de mi vida. Me ha incentivado a realizar cosas que no pensaba, y el amor tiene que ver con eso, ya que influye totalmente. Los artistas también tenemos estados anímicos y él me ha ayudado a abrirme paso, a encontrar mi camino y todo lo que quiero en el sentido profesional, pues la música constituye una parte muy importante de mi existencia. Con su compañía he logrado casi todo, y aunque me falta mucho por recorrer, en él he encontrado un apoyo incondicional ».
Cuenta Lisy que ya conocía a Maykel por la televisión y gracias a un amigo en común, el guitarrista Iván Leyva, se encontraron personalmente por primera vez en la casa de ella. La relación no inició de inmediato, pero fue creciendo poco a poco a medida que se acercaban, salían y compartían. Aunque ambos son tímidos, el amor prendió como una llama que aún se mantiene viva en el corazón de ambos.
Según el maestro tresero, lo que más le gustó de la muchacha fue su forma de ser y su sonrisa, y más aún que compartieran en común la música. Ello ha complementado esa comprensión que necesita como profesional a la hora de realizar su trabajo, lo cual hubiese sido más difícil con una compañera en la vida con diferente ocupación.
«Lo que para algunas personas pudiera ser una molestia, ella lo considera un deber, y es una de las características que más me ha enamorado, además de su condición de madre, esposa y ser humano », dice Maykel.
El matrimonio de artistas comparte las responsabilidades hogareñas y reconoce el apoyo de la familia, sobre todo de las abuelas, para echar adelante sus carreras. Y en cada jornada el hogar se desborda de melodía, canción y música, donde la más alta nota y los más perfectos acordes los da siempre el amor.