El relato «Seis», de la escritora santiaguera Ana Lisandra López Méndez, resultó merecedor del Premio Nacional de Cuento «El Hilo y la Cuerda». Vanguardia dialogó con la autora sobre sus logros y aspiraciones futuras.
Ana Lisandra López Méndez durante la gala de premiación, desarrollada el pasado 10 de junio en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Villa Clara. (Foto: Tomada de Internet)
Por Alba Thalía Valle Gómez
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26 Julio 2022
26 Julio 2022
hace 2 años
Las letras de Ana Lisandra López Méndez viajaron unos cuantos kilómetros antes de tocar suelo villaclareño. De procedencia santiaguera y graduada de la especialidad de Informática en la Universidad de Oriente, ingresó en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso con la intención de acercarse a las humanidades.
Para la autora de «Seis », la noticia de haber obtenido el Premio de Cuento «El Hilo y la Cuerda » resultó tan placentera como sorprendente. La joven literata se desinhibe al componer sus historias. Transforma la página en un espectáculo verídico hasta envolver al lector en sus cortinas escriturales. En cambio, su otro yo es de naturaleza tímida, casi irreconocible.
Pude constatarlo en la entrega del galardón aquella tarde de verano, cuando no sabía qué decir ni hacia dónde mirar. En sus ojos había júbilo y satisfacción, luego aplacados por lágrimas al comenzar la lectura de su cuento. ¿Felicidad? ¿Recuerdos? No sabíamos. Lo cierto es que, contra todo pronóstico, no solo logró conmover al jurado del premio en primera instancia, sino a quienes la escucharon ese día.
La condecoración finalizó con un fortísimo aplauso del público tras varios minutos de lectura, y no podría ser de otro modo. «Seis » consigue mover sensibilidades, y nos adentra en un mundo de tristeza y descubrimiento constantes, de conflictos familiares y relaciones amorosas.
Si bien al llegar tenía intenciones de entrevistarla, luego de escuchar su obra y percatarme de su trasfondo personal, supe que era una obligación. Escribir desde el dolor nunca es fácil; sin embargo, ella lo logró. ¿Cómo lo hizo? La pregunta me impulsó para comentarle sobre la entrevista, a la cual accedió sin reparos en medio de ráfagas fotográficas y buenos deseos.
― «Seis » es una obra capaz de estremecer al lector por las carencias humanas que expone. ¿Cuánta realidad esconde en sus líneas?
―Más de la que debería. «Seis » encierra una historia real, contada de manera casi exacta, aunque omití detalles por vergí¼enza. Hasta la más mínima emoción y palabra provienen de sucesos ocurridos en mi vida años atrás.
― ¿Fue muy difícil enfrentarse a esas vivencias?
―Mucho. Yo rememoraba cada minuto, cada hecho, a la par que los concebía en la página. Hubo momentos donde me detuve porque me dolía el pecho y tenía un nudo en la garganta, entonces arreciaban las lágrimas contra la libreta donde escribía. Ana, la escritora, se sintió realizada al finalizar el cuento no por lo sucedido, sino por hacer de aquello siquiera una buena historia.
―En «Seis » recurre a la genealogía de los personajes para construir la trama alrededor de los lazos afectivos. ¿Cómo definiría «familia »?
―Cuando escribí el cuento, «familia » eran aquellas personas que teníamos lazos consanguíneos. Ahora pienso diferente. Mi familia es mi hija, mi pareja, una gran amiga de la infancia y mi gata Lola.
― ¿Qué connotación encierra el título? ¿Por qué «Seis »?
―El título hizo lo que esperaba: no dar indicios sobre la trama y hacer que todos se preguntasen por qué «Seis ». Primeramente, mis hermanos y yo, de quienes hablo en el cuento, nos llevamos seis años de diferencia; pero esa no fue la verdadera razón. Por el contrario, busqué los momentos más felices en una etapa de mi vida, y sí, conté exactamente seis: escasos y punzantes.
―Ganar el Premio de Cuento «El Hilo y la Cuerda » es una satisfacción para cualquier autor, incluso para los más consagrados. A su edad, con una obra primeriza, ¿cómo interpreta este suceso?
―Ha sido grandioso ganarme este premio, sobre todo porque no lo esperaba. Un buen amigo me pasó algunas convocatorias y entre ellas estaba «El Hilo y la Cuerda ». Envíe mi cuento y me olvidé de aquello. En mi interior sentí que no podría lograrlo, por razones ajenas a mí. Para ser sincera, todavía no me lo creo. Fue el golpe de suerte que necesitaba para decirme: ¡Yo sí puedo y voy por más!
― ¿Creía que su cuento tenía potencial para ganar?
―Sí, siempre percibí que era un buen cuento. Cuando sucedieron esas cosas en mi vida, tuve que extirparlas, sin forma, solo con dolor. Entonces supe que sería un ejemplar fuerte y lo envié sin titubear. No dudaba de mi cuento, pero sabía que el jurado era exigente y existían obras de calidad en competencia.
― ¿Cuándo comienza su pasión por la literatura?
―Sin saberlo, desde pequeña amaba la literatura. Leía y escribía lo que pasaba por mi cabeza. Nunca hablé con nadie, solo leí y escribí desde que tengo uso de razón.
―Según sus preferencias de lectora, ¿a qué libro regresa siempre con misteriosa lealtad?
―Al libro que siempre he vuelto es a El Principito, por cuestiones de gusto y mala memoria. Desde el punto de vista literario, los autores que más me marcaron fueron Juan Rulfo, Charles Bukowski y José Saramago.
―Muchos escritores poseen ejercicios o rutinas para inducir la creación. ¿El cuento «Seis » obedece a algún ritual creativo?
―Mi ritual es leer y dejarme llevar por lo que tengo en la cabeza. Pienso que cuando use algún tipo de ejercicio, técnica o algo parecido, se me morirá el ángel dentro.
― ¿Se propone escribir para un público en específico?
―No. Nunca he escrito para un público en específico. Primero escribo para mí, que me guste y que logre lo que quiero. Nunca podré satisfacer el gusto de todas las personas: lo descubrí a los 16 años. Un buen lector sabrá apreciar la calidad de un poema o cuento, sea cual sea el tema y la manera de plasmarlo.
―Además de narrativa, también escribe poesía. De los dos géneros, ¿cuál le ofrece mayores libertades?
―Ambos. En los dos soy Ana, puedo expresar lo que siento y deseo, de diferentes maneras. Dejo que mi intuición decida el género y escribo, libremente escribo.
― ¿Cómo influyó la maternidad en su visión literaria?
―La maternidad me hizo madurar en todos los aspectos y la literatura no fue la excepción. Tener a mi niña fue una experiencia fuerte, pues siempre quise irme como una bohemia por el mundo, con mi libreta de apuntes bajo el brazo. Al dar a luz estuve meses sin crear, sin leer. Luego me desaté y saqué todo lo que llevaba dentro, tanto en narrativa como en poesía.
― ¿Qué inspira esa nueva etapa de creación?
―El esfuerzo, la voluntad de tener a esa pequeña sola, sin nadie que me ayudase. Esa es la inspiración más linda y poderosa que he tenido. En esa etapa hice mucha poesía, casi toda inédita aún.
― ¿Piensa publicar su obra poética?
―Por supuesto. Un amigo mexicano me contactó porque dice que le gusta mi poesía, y espero salir pronto en su editorial, si no gano otro concurso antes de eso (risas).
―En ocasiones, las mujeres han sido marginadas del ejercicio literario. Actualmente, ¿considera que están en desventaja a la hora de escribir y publicar sus libros?
―Sí. Creo que aún falta darles el lugar que merecen por derecho; aunque poco a poco ellas mismas lo hacen. No obstante, el amiguismo también es machismo: querer sexo o alguna ganancia a cambio de concursar y publicar.
En su condición de mujer, Ana Lisandra no está exenta de contratiempos y desencantos; sin embargo, cree en su naturaleza y encuentra un camino donde liberarse. Las experiencias vitales que la circundan se adhieren a su mundo interior para concebir una obra madura y profunda. Ella es consciente de que «cuando nadie confía en uno, es uno mismo quien debe hacerlo más que nunca ».