Una vez más la indisciplina social gana terreno en la urbe santaclareña, al ser dañado el teatro La Caridad con una serie de rayones y dibujos. Urge intensificar el cuidado del patrimonio con el concurso de las instituciones y organismos, y la instauración de un cuerpo dedicado a salvaguardar el casco histórico.
La famosa cueva española de Altamira y el emblemático teatro de La Caridad de Santa Clara tienen en estos momentos un punto en común: la primera sigue admirando al mundo con sus pinturas rupestres realizadas hace miles de años por neandertales; del segundo indigna una serie de garabatos, nada patrimoniales, realizados recientemente por un grupo de modernos primitivos.
Una vez más la indisciplina social gana terreno en la urbe santaclareña, o para ser más específico, en las paredes del célebre inmueble fundado por doña Marta Abreu, en 1885. El coloso de la cultura en la provincia, el cual se halla inmerso en una intensa y costosa reparación, recibió una andanada de rayones en los muros del portal que mucho distan de las figuras artísticas de la cueva ibérica.
Mientras que en Altamira distinguen dibujos a colores de bisontes, caballos, ciervos, manos y misteriosos signos, las paredes de «La Caridad» muestra una horrorosa escena hecha de grafito con palabras obscenas, símbolos satánicos y nombres de grupos de rock.
Es irónico que aquellos primeros hombres —incivilizados, sin educación ni amplios conocimientos del mundo— hayan dejado a la posteridad obras admirables adecuadas a su entorno; mientras que en la era de internet, el teléfono inteligente, la luz led y los viajes cósmicos existan ¿homos sapiens? capaces de destruir o dañar lo que tanto ha costado a la humanidad construir durante su camino hacia la civilización. ¿Qué está sucediendo?
Resulta chocante la crisis de civismo en pleno siglo XXI, cuando se suponía que el ser humano alcanzaría escalones superiores en cuanto a su inteligencia, comportamiento y conciencia social. En la difícil tarea de formar hombres y mujeres conscientes, responsables y socialmente integrados intervienen múltiples factores, en la que la familia y el hogar constituye el primer escalón.
Cada día se observan actos negativos contra el patrimonio, protagonizados sobre todo por adolescentes y niños no pocas veces con los progenitores o tutores presentes. El traspaso de barandas, cercas o cadenas de monumentos, juegos alrededor o encima de obeliscos y estatuas, así como roturas y daños de todo tipo a inmuebles se han convertido en un lamentable fenómeno cotidiano.
Por ello, la educación desde la cuna resulta primordial y determinante en buena parte de la vida de cada individuo, complementada con la enseñanza escolar y el aprendizaje a lo largo de vida. Mas, el ejemplo personal de los adultos ante los de menor edad constituye la más efectiva y honesta vía para transmitir valores. Aunque, por desgracia, esto no representa la regla en la sociedad actual.
Muchas personas abogan por intensificar el cuidado del patrimonio con el concurso de las instituciones y organismos; por otra parte la ausencia de un cuerpo dedicado a salvaguardar el casco histórico como los guardaparques también incide en la existencia de las indisciplinas. Solo una persona contratada por la Dirección Municipal de Cultura de Santa Clara se encarga de cuidar la glorieta del parque Leoncio Vidal.
Faltan solo días para que la ciudad de Santa Clara cumpla sus 335 años de fundado. Por ello urge crear estrategias para difundir y concientizar en el cuidado de nuestra histórica urbe y de todo el patrimonio que atesora.
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yosdani
Jueves, 11 Julio 2024 13:14
que arresten a los malhechores, es una indisciplina social grave. No se puede quedar impune, lo que le están haciendo en detrimento, a un lugar tan emblemático de nuestra ciudad
Jueves, 11 Julio 2024 13:14
que arresten a los malhechores, es una indisciplina social grave. No se puede quedar impune, lo que le están haciendo en detrimento, a un lugar tan emblemático de nuestra ciudad