¡Qué falta me haces, Maestro!

Observarás orgulloso el espí­ritu de un pueblo que no retrocede, que encara los problemas con una sonrisa, que trabaja por un futuro más esperanzador y lleva en el corazón tus doctrinas.

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Fotos de la Marcha de las Antorchas, el candidato vacunal Abdala y una aplicación para móviles sobre José Martí.
(Fotos: Tomadas de Cubadebate y Prensa Latina)
Mónica Sardiña Molina
Mónica Sardiña Molina
@monicasm97
1110
31 Enero 2021

Me atrevo a tutearte, porque en el soliloquio de cuanto me gustarí­a decirte fantaseo con un diálogo amistoso, í­ntimo, casi familiar. En estos dí­as de confinamiento me gusta imaginarte más atareado que nunca, porque concederí­as un minuto al ocio, pero no al aburrimiento vací­o ni a la pereza intelectual.

Me frustra la certeza de que no me alcanzará la vida para comprender a plenitud la literatura ferviente y el pensamiento volcánico que desarrollaste en solo 42 años, al ritmo de la pluma sobre el papel, los libros y el correo postal, y me entretengo pensándote dueño de la instantaneidad de un móvil.

Tienes todo el derecho a criticar lo que hemos hecho con la tecnologí­a, o lo que ella ha hecho de nosotros. Tú, superlativo de la cortesí­a, que escribí­as una carta para agradecer una invitación y otra para disculparte, si los deberes patrios o familiares te impedí­an llegar a tiempo. Sufrirás por los sietemesinos enajenados, absortos en discusiones irrespetuosas, contenidos superficiales, comentarios hipócritas y seguidores desconocidos, y toda la vanidad de las redes sociales. ¡Ay, Martí­, cuánto de aldeano queda todaví­a dormido!

Mirarás con furia a los cometas camaleónicos que monopolizan también el ciberespacio y tienden trampas virtuales para engullir mundos. Se encenderá tu patriotismo más puro al escuchar cómo tergiversan tu discurso, sacan de contexto tus frases y aluden a la libertad de expresión con montajes mediáticos que matan de vergí¼enza al periodismo. Todo un sacrilegio a la verdad, la moral y la ética.

Después de apreciar lo mejor del arte en todas las latitudes, no tolerarás que un grupo de pseudoartistas profane la cultura con una encerrona a los funcionarios de ese ministerio.  Llorarás al verlos rechazar el diálogo abierto, respetuoso, en los marcos de la institucionalidad, para gritar calumnias desde tribunas callejeras y vender un falso clima de inestabilidad en Cuba. ¡Qué fácil resulta maquillar ideologí­as con los bolsillos llenos! Llorarás, Martí­, porque de tu corazón oprimido y bondadoso solo puede surgir lástima hacia ellos, jamás odio.

Pero arderás en gozo al ver que la minorí­a mercenaria no opaca tu obra luminosa. Intelectuales, campesinos, empresarios, ingenieros, amas de casa, estudiantes, obreros y profesores salen en defensa de los ideales más puros, de los principios sagrados que sustentan esta nación forjada con sangre, sudor, sacrificio y privaciones.

Observarás orgulloso el altar de la patria, adornado con el desvelo del personal sanitario para controlar la pandemia, la persistencia de los cientí­ficos en busca de vacunas y nuevos tratamientos, la disposición de los jóvenes de llevar aliento, calma y alegrí­a a los centros de Salud; el compromiso humano de quienes producen y prestan servicios vitales, la voluntad gubernamental de superar la adversidad y preservar intacta la soberaní­a, y el espí­ritu de un pueblo que no retrocede, que encara los problemas con una sonrisa, que trabaja por un futuro más esperanzador y lleva en el corazón tus doctrinas, Maestro.

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