Antonio Maceo: su ética patriótica como prenda más relevante

Homenaje al Titán de Bronce en el aniversario 176 de su natalicio, ocurrido en Santiago de Cuba, el 14 de junio de 1845.

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Antonio Maceo
Antonio Maceo. (Foto: Tomada de Internet)
Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
2570
14 Junio 2021

El Maceo guerrero siempre ha sido enaltecido. No hay cubano que desconozca sus proezas y su cuerpo lleno de heridas gloriosas.

La Protesta de Baraguá, igualmente, está profundamente arraigada en el imaginario popular con su famosa frase: ¡Guarde usted ese documento. No queremos saber nada de él!

Mas, queda mucho por aprender de la grandeza de su pensamiento, de su acrisolado patriotismo y de su ética de servicio puestos en función de la independencia de Cuba y de la hermana isla de Puerto Rico, a la que pretendí­a liberar, si la vida se lo hubiese permitido, tal y como era su deseo.

José Martí­ lo aquilató en toda su magnitud, cuando afirmó que tení­a tanta fuerza en la mente como en el brazo, por lo que habí­a que prestarle atención a lo que decí­a.

Leonardo Griñán Peralta, en su libro Maceo. Análisis caracterológico,  afirmaba que el patriotismo era su prenda más relevante: «(…) fue como el sol en derredor del cual girasen todos sus gustos e inclinaciones »

Mientras el malogrado poeta Julián del Casal, una de las figuras clave del modernismo en Latinoamérica, quien lo conociera en La Habana, escribí­a a un amigo en carta del 1.o de agosto de 1890: «Solo he encontrado en estos dí­as a una sola persona que me ha sido simpática. ¿Quién se figura usted que sea? Maceo, que es un hombre de complexión robusta, inteligencia clarí­sima y voluntad de hierro ».

Y si bien se conoce lo acontecido el 15 de marzo de 1878 en los famosos Mangos de Baraguá, resulta casi desconocida la propuesta que se le hiciera a Maceo de aprovechar la ocasión para asesinar al militar español, entonces capitán general de la isla de Cuba.

La respuesta del general Antonio resultó contundente y aleccionadora: «(…) llegó a mi conocimiento que pretendí­an que trancase al general Campos el dí­a de la conferencia; llenóme de indignación cuando lo supe, y le dije que el hombre que expone el pecho a las balas y que puede en el campo de batalla matar a su contrario, no apela a la traición y a la infamia asesinándole, y que aquellos que quisiesen proceder mal con ese señor, tendrí­an que pisotear mi cadáver: no quiero libertad, si unida a ella va la deshonra ».

La providencia quiso que la carta cayera en manos de Martí­nez Campos: «La casualidad ha hecho que caiga en mi poder una carta que usted dirigí­a el 4 del pasado, al señor Flor Crombet, y los sentimientos caballerescos que en ella manifiesta usted, anatematizando un proyecto contra mí­, me han impresionado vivamente, y desearí­a tener ocasión de estrechar la mano de usted como amigo, pues que ha sido enemigo leal. Se despide de usted con toda consideración, s.s.q.s.m. Arsenio Martí­nez Campos ».

Se cuentan por cientos otros ejemplos de la ética del Titán y su patriotismo inmaculado. Tal es el caso de esta  frase suya de incalculable vigencia: «La libertad se conquista con el filo del machete, no se pide; pues mendigar derechos es propio de cobardes incapaces de ejercitarlos ».

Maceo, como Gómez,  también se opuso a la intervención militar norteamericana en el conflicto contra España, y  avizoró sus aviesas intenciones contra Cuba: « ¿A qué intervenciones ni injerencias extrañas, que no necesitamos ni convendrí­an? Cuba está conquistando su libertad con el brazo y el corazón de sus hijos; libre será en plazo breve, sin que haya menester otra ayuda ».

Y célebre, por su marcado antimperialismo, resultó lo expresado en carta al coronel Federico Pérez Carbó, fechada el 14 de julio de 1896: «De España jamás esperé nada; siempre nos ha despreciado, y serí­a indigno que se pensase en otra cosa. (…) Tampoco espero nada de los americanos; todo debemos fiarlo a nuestros esfuerzos; mejor es subir o caer sin su ayuda que contraer deudas de gratitud con un vecino tan poderoso ».

Marí­a Cabrales, su esposa amantí­sima, lo acompañó los diez años que duró la llamada Guerra Grande (1868-1878); ya los achaques propios de la edad le impidieron seguirlo a la manigua en la de 1895, pero  el lugarteniente general la mantuvo siempre al tanto de su vida en campaña.

Así­, el 25 de marzo de 1896 le escribió: «La patria ante todo; tu vida entera es el mejor ejemplo; continuar es deber; retroceder, vergí¼enza oprobiosa. ¡Adelante pues; para el terruño, la gloria de sacrificarlo todo! ».

Ese es el Maceo que a la distancia de más de siglo y medio los cubanos debemos mantener vivo. Ese es el ideario patriótico y la ética de servicio que nos hace ser mejores cubanos y enfrentar los duros tiempos de hoy.

Somos hijos de Baraguá, por eso como dijera Miguel Dí­az-Canel, el 26 de julio de 2019, al hablar a nombre de las nuevas generaciones: «No, no nos entendemos, ni nos entenderemos jamás con los que pretendan devolver a Cuba al estado de cosas que en 1953 llevó a lo mejor de la juventud cubana a asaltar dos cuarteles militares con más moral que armas ».

Y esa frase de Maceo nos lo dice todo. Un llamado inexcusable al combate.

 

 

 

 

 

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