Che: revelaciones a los 94

Hace 94 años, en Rosario, Argentina, nació el 14 de junio de 1928, Ernesto Guevara de la Serna, nuestro Che, paradigma del hombre nuevo.

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Che
(Ilustración: Adalberto Linares)
Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
1383
13 Junio 2022

«Era un predestinado, pero él no lo sabí­a. Combate con nosotros y por nosotros », escribió Fidel sobre el Che, quien a 94 años de su natalicio nos sigue señalando el rumbo y haciéndonos mejores al proponernos seguir su ejemplo de hombre í­ntegro y adelantado a su tiempo.

Un subordinado suyo, Edison Velázquez de esos «conflictivos », como el propio Guevara lo calificara, pero leal y competente, que trabajó junto a él en el Ministerio de Industrias y fuera su delegado en la antigua provincia de Las Villas, acaba de publicar un libro con el sugestivo nombre de El Che que yo conocí­. En sus páginas, deja revelaciones hasta ahora inéditas, o poco conocidas, que nos descubren la deuda del Guerrillero de América con Santa Clara y nos acercan aún más a la estatura de ese paradigma, cuyos restos mortales reposan insomnes en nuestra ciudad y, en cuyo honor, le llevamos compromisos y resultados.

«Un buen dí­a Manresa (Jefe de Despacho) me localizó porque el comandante me citaba, como siempre, tarde en la noche. Llegué y el Che me dijo: “Edison, estás echando cáscaras de mí­â€. Le contesté: “Sí­, usted me ha manchado la frente (se trataba de un anónimo infundado por el cual fue castigado a trabajar en Guanahacabibes); no he cometido ningún error de principios y tengo el derecho de decí­rselo a todos”. Entonces me dijo que querí­a conversar con tranquilidad conmigo, y textualmente:

“Yo tengo una deuda moral con Santa Clara; gracias a ese pueblo heroico se logró la toma de la ciudad, y quiero hacer un plan especial por sus condiciones materiales y sociales dentro del Plan de Industrialización del Ministerio. Y para que veas que no la tengo cogida contigo, te devuelvo mi confianza, y quiero que vayas de delegado para allá, a materializar varios proyectos” ».

Ahí­, en ese diálogo hasta ahora desconocido, bien entrada la madrugada de un dí­a cualquiera de mediados de 1961, estuvo la génesis de la industrialización de Santa Clara, y el surgimiento de Planta Mecánica, nuestra fábrica de fábricas; la INPUD 1.o de Mayo y la Sakenaf, obras insignes del Che en aquellos tiempos fundacionales y heroicos de la Revolución.

Otras historias nos cuenta este longevo revolucionario, que ya sobrepasa los 90 años, en el apasionante y atrevido relato de sus relaciones con el exigente argentino-cubano, incluida su última conversación con el Che, en junio de 1964, cuando se trasladó al naciente Ministerio del Azúcar por órdenes del propio Comandante Guevara:

«Esa noche pasó algo especial. El Che se puso de pie para despedirme y me echó el brazo por encima. Me dijo muy afectuosamente: “Edison, tú sigues pensando que fui injusto contigo”. Le contesté: “Yo he madurado mucho más y ahora comprendo muchas cosas; pero, comandante, usted se excedió conmigo”. Se sonrió, me dio unas palmaditas y me dijo: “Ya veo que has mejorado”. Me fui y no estaba consciente de que se habí­a despedido de mí­. En poco tiempo saldrí­a a su misión internacionalista ».

Transcurridas más de nueve décadas de aquel 14 de junio de 1928, el Che sigue siendo el paradigma del hombre nuevo, imperfecto, que cada dí­a se esfuerza por ser mejor; pues, como afirmara en su libro Edison Velázquez: «En sí­ mismo nos dejó una imagen real de cómo concebí­a al hombre nuevo; pero era un hombre de carne y hueso que crecí­a y luchaba por modelar su sueño de que un hombre nuevo era posible ».

Ese es el Che que nos guí­a, incita y convoca cada dí­a. El gigante moral que nos mira desde su escultura broncí­nea de casi siete metros de altura mientras nos llama a ser mejores personas, mejores revolucionarios, mejores villaclareños y mejores cubanos.

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