Guerrilla del Che en Bolivia: A 50 años de la masacre de la retaguardia

El 31 de agosto de 1967 la columna de la retaguardia guerrillera, del pequeño ejército insurgente dirigido por el Che en Bolivia, fue aniquilada ví­ctima de una delación.

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Un mural firmado por Espíndola y Saavedra que se levanta en el terreno donde fueron enterrados los caidos el 31 de agosto de 1967 recuerda a Tania y a sus compañeros.
Un mural firmado por Espíndola y Saavedra que se levanta en el terreno donde fueron enterrados los caidos el 31 de agosto de 1967 recuerda a Tania y a sus compañeros. (Foto: Tomada de Cubadebate).
(Tomado de Cubadebate).
1866
31 Agosto 2017

El 31 de agosto de 1967 la columna de la retaguardia guerrillera, del pequeño ejército insurgente dirigido por Ernesto Che Guevara en Bolivia, fue aniquilada en el cruce entre los rí­os Camirí­ y Grande, ví­ctima de una delación.

Murieron tratando de hacer frente a la emboscada, en disposición de combate, el jefe de aquel grupo, el Comandante cubano Juan Vitalio Acuña (Joaquí­n), segundo al mando del Che. Otro compatriota de Vilo: el teniente Israel Reyes Zayas (Braulio). También coterráneo era Gustavo Machí­n Hoed de Beche (Alejandro). Todos habí­an sido destacados combatientes del Ejército Rebelde en la lucha por la liberación de Cuba de fines de los años 50.

La argentino-alemana Haydée Tamara Bunke Bider, quien pasara a la historia como la legendaria Tania la Guerrillera, la única mujer integrante de esas fuerzas, perdió la vida en la masacre; así­ como el peruano José Restituto Cabrera Flores (El Negro) y los bolivianos Apolinar Aquino Quispe (Polo), Walter Arencibia Ayala (Walter), Moisés Guevara Rodrí­guez (Guevara o Moisés) y Freddy Maymura Hurtado (Médico o Ernesto). Freddy, apresado vivo, fue asesinado dí­as más tarde, sin ceder a las torturas ni traicionar a la causa.

El Che, quien llevaba jornadas preocupado por la falta de contactos entre su columna de vanguardia y la de retaguardia, consignó en su Diario el dos de septiembre de 1967: «La radio trajo una noticia fea sobre el aniquilamiento de un grupo de hombres dirigido por un cubano llamado Joaquí­n en la zona de Camiri; sin embargo, la noticia la dio La Voz de las Américas y las emisoras locales no han dicho nada ».

La vil delación del campesino Honorato Rojas, quien habí­a sido guí­a y dado albergue la noche anterior al grupo de combatientes, posibilitó que una división con asiento en Santa Cruz esperara el cruce de la tropa por el vado, donde los ametrallaron desde las dos orillas.

La VIII División del Ejército boliviano realizó la masacre del grupo de la retaguardia comandado por Joaquí­n en la jurisdicción de la IV, y el escenario real fue el Vado de Puerto Mauricio, en el Rí­o Grande, distante varios kilómetros de Vado del Yeso, sitio donde falsamente tuvieron que ubicar los hechos en el parte militar porque era un punto de su zona de operaciones.

La separación de la fuerza combatiente de retaguardia con el resto de la columna habí­a ocurrido el 17 de abril en el lugar llamado Bella Vista, cercano al rí­o Ikira. Che le dio la instrucción a Joaquí­n de esperarlo por esa zona durante tres dí­as, pues él debí­a usar ese tiempo para facilitar la salida por el rumbo de Mayupampa de Regis Debray (Danton) y Ciro Roberto Bustos (Carlos).

Sin embargo, adversidades de la vida y la geografí­a conspiraron para que ambas columnas no volvieran a encontrarse nunca más. Las circunstancias hicieron que se perdiera el contacto entre la vanguardia y la retaguardia. Por lo que nunca más se reagrupó el pequeño ejército guerrillero.

Los integrantes de la retguardia

Joaquí­n, firme hasta el final

(Foto: Tomada de Cubadebate).

Aquel jefe que dirigió hasta el final ejemplarmente a su pequeña tropa, habí­a nacido 42 años atrás en la finca La Conchita, en Purial de Vicana, Sierra Maestra, en un hogar humildí­simo de techo de guano y piso de tierra. Juan Vitalio Acuña, cariñosamente llamado Vilo, era alegre, un improvisador de décimas guajiras; se rebeló contra la injusticia que contemplaba en los campos y el 24 de abril de 1957 partió de la casa materna junto con otros compañeros a unirse a la guerrilla encabezada por Fidel Castro.

Vilo participó como soldado de filas en el combate del Uvero y después de la acción entró en contacto con el Che cuando este, en su condición de médico, asumió la tarea de trasladar a los heridos. Pronto aquilató las cualidades del campesino de Purial de Vicana y lo situó como jefe de la vanguardia de su escuadra. Al crearse la columna 4 del Ejército Rebelde comandada por el Che, Vilo, ya ascendido a teniente, pasó a la retaguardia como segundo de Ciro Redondo, y a la muerte de este en el combate de Mar Verde, lo sustituyó en el mando. Su eficaz acción en la guerrilla le mereció los grados de capitán por orden de Fidel y en noviembre de 1958 este lo ascendió a comandante y se dispuso a organizar su propia columna, al frente de la cual combatió hasta la victoria.

Entró con el Comandante en Jefe a La Habana el 8 de enero de 1959. Y comenzó entonces para Vilo una etapa de responsabilidades militares. Por su brillante trayectoria al servicio de la Revolución, al constituirse el Comité Central del Partido, fue nombrado uno de sus miembros.

Cuentan que para incorporarse al proyecto libertador del Che con base en Bolivia, Vilo tuvo que bajar, en breve tiempo, de 240 a 180 libras. Recibió el nombre de Joaquí­n en la guerrilla boliviana y se desempeñó como segundo jefe del destacamento convertido poco después en Ejército Nacional de Liberación de Bolivia.

Al frente de la retaguardia quedó en el mes de abril, por órdenes del Che, con algunos combatientes, los enfermos y custodiando a los de la “resaca”, potenciales desertores. Debí­a esperar su regreso, que ocurrirí­a en pocos dí­as, pero nunca volverí­an a reencontrarse. En ese tiempo, junto a sus hombres y a una mujer, Tania, resistieron el acoso permanente del ejército, soportaron el hambre, sufrieron la limitación de movimientos debido a los enfermos del grupo y lastrados por los integrantes de la «resaca » que fueron desertando. El propio Joaquí­n avanzaba penosamente por carecer de calzado, pero nada pudo vencerlos, solo la traición.

Tania, mujer valiente y revolucionaria de verdad

(Foto: Tomada de Cubadebate).

Así­ la calificó el también integrante de la guerrilla, el boliviano Inti Peredo, al rendirle homenaje a Tamara Bunke, Tania, quien nunca permitió un trato especial en el destacamento por ser mujer.

De padre alemán y madre soviética nació en noviembre de 1937, en Argentina, adonde sus progenitores habí­an emigrado para huir de la persecución nazi. Concluida la guerra, la familia regresó a la entonces República Democrática Alemana, donde Tamara se incorporó a la Juventud Libre Alemana y posteriormente se afilió al Partido Socialista Unificado de Alemania.

Conoció al Che en 1960, cuando este viajó a esa nación al frente de una delegación comercial y se convirtió en su intérprete. Ya ella simpatizaba con la Revolución cubana. En una fecha tan temprana como el 2 de enero de 1959 escribió: «Estamos locos de contento por las noticias de Cuba. Esperamos a cada momento novedades. Dice la radio que los rebeldes entraron en Santiago ».

Vino a la tierra de Martí­ en 1961 y aquí­ fue traductora, alfabetizó, ingresó en las milicias, los CDR, la FMC, con cuya dirección nacional trabajó en tareas de divulgación, matriculó en la Escuela de Periodismo de la Universidad de La Habana…

En 1964, como ella misma confesó, recibió la mayor emoción de su vida cuando el Che le explicó la difí­cil misión que le aguardaba, luego de recibir rigurosos entrenamientos: radicarse en Bolivia, establecer ví­nculos con las fuerzas armadas y la cúpula burguesa de poder, viajar por el interior del paí­s, estudiar las formas de explotación de obreros y campesinos, y esperar un contacto. Cuando este se produjo, más de un año después, fue felicitada por el trabajo realizado y se le comunicó que le habí­a sido concedida la militancia en el Partido Comunista de Cuba.

Ese fue el resultado de la labor de la supuesta etnóloga Laura Gutiérrez Bauer, cuya verdadera identidad permaneció oculta hasta que desertores de la guerrilla la pusieron en evidencia, con lo que se perdieron, como señaló el Che, dos años de trabajo bueno y paciente. Tania pasó entonces a la inmortalidad como guerrillera.

Alejandro: «Véanme en la Revolución »

(Foto: Tomada de Cubadebate).

Antes de partir a la misión internacionalista que le esperaba en Bolivia, Gustavo Machí­n Hoed De Beche les escribió una extensa carta a sus dos hijos en la que les decí­a: «Véanme en la Revolución. Quieran a su madre y a Fidel y me estarán queriendo a mí­ ».

Tavo, como lo conocí­an familiarmente, nació en La Habana, el 1 ° de febrero de 1937 en el seno de una familia burguesa. Cuando su madre quedó sola, se trasladó con su descendencia a casa del abuelo, Alejandro Hoed De Beche, quien por haber sido comandante del Ejército Libertador influyó decisivamente en el niño.

Siendo un adolescente a Tavo lo suspendieron como socio del aristocrático Miramar Yatch Club al desobedecer la prohibición de uno de sus directivos por llevar a sus amigos del equipo de pelota, integrado por blancos y negros pobres que estaban sudorosos y querí­an tomar un refresco.

Después de estudiar en el colegio católico La Salle ingresó en la Universidad de La Habana, en la Escuela de Derecho, entonces comenzó una trayectoria de leyenda dentro de la lucha estudiantil que lo obligó a salir clandestinamente del paí­s rumbo a Estados Unidos, posteriormente regresó a Cuba a bordo de una expedición y con las armas que trajo se abrió el frente del Directorio Revolucionario en el Escambray.

No obstante retornó a la batalla clandestina en La Habana y derrochó audacia en acciones como el atentado al ministro del Interior del régimen, Santiago Rey, y el ataque a la 15ta. Estación de policí­a, hasta que, junto a su amigo y compañero de luchas e ideales Raúl Dí­az Argí¼elles fueron reclamados en el Escambray y ascendidos a comandantes.

Luego del triunfo revolucionario ocupó cargos como viceministro de Hacienda, administrador de Cubanitro y viceministro de Industrias. Más adelante logró realizar su deseo de formar parte activa de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y llegó a ser jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Ejército de Matanzas.

En carta al Che le pidió incorporarse a la batalla por la liberación de otros pueblos y fue aceptado en el contingente que partió a Bolivia, donde se convirtió en Alejandro, con la responsabilidad de jefe de operaciones. Por problemas de salud tuvo que quedarse en abril con el grupo de la retaguardia. Su comportamiento estuvo a la altura de las enseñanzas recibidas de su abuelo mambí­ y de su compromiso con un futuro mejor para los pueblos.

Braulio: junto al Che en el Congo y en Bolivia

(Foto: Tomada de Cubadebate).

Tal vez por su piel negrí­sima podí­a confundirse con un congolés, pero Israel Reyes Zayas habí­a nacido en Cuba, el 9 de octubre de 1933 en las alturas de La Marsella, en la Sierra Maestra, y se encontraba tan lejos de su patria con el sobrenombre de Aziri, acompañando al Che en su misión internacionalista.

Los años de penurias, vividos en su infancia, adolescencia y juventud, de constante peregrinar, sumados a una humillación sufrida a manos de un cabo de la Guardia Rural, lo motivaron a alzarse. Se incorporó primero a la columna 6 comandada por Raúl Castro y pronto se volvió un destacado integrante del II Frente Oriental Frank Paí­s. Se estrenó como combatiente en el ataque al central Soledad, al que se sumaron otras acciones como la de Ocujal de Mayarí­ y la toma de San Luis. Y al terminar la guerra entró al Cuerpo de la Policí­a Rebelde.

En 1959 integró la escolta del comandante Manuel Piñeiro, quien lo ascendió a sargento. Meses después fue escolta del comandante Raúl Castro, y al regreso de un viaje de este a Perú, Venezuela y Chile, fue segundo jefe de las obras en Cayo Largo del Sur y ascendido a teniente, más tarde lo nombraron segundo jefe de las obras del Parque Nacional Sierra Maestra en el Pico Cuba.

Después de cursar estudios militares y ocupar diversas responsabilidades alcanzó el grado de primer teniente, el cual poseí­a al solicitar su incorporación de la lucha por la liberación de otros pueblos.

En la guerrilla boliviana, donde pasó a formar parte del grupo de la retaguardia con el nombre de Braulio, se caracterizó por su agilidad, fortaleza fí­sica y su facilidad de orientarse y de guiar a sus compañeros.

Moisés, Polo, Walter y Ernesto, héroes de su tierra

Moisés Guevara. (Foto: Tomada de Cubadebate).

Moisés Guevara, oriundo de Cataricahua, campamento de la mina de Huanuni, en el departamento de Oruro, trabajó inicialmente como minero, posteriormente se ganó una beca de la Corporación Minera de Bolivia y en Chile se hizo técnico en Seguridad Industrial, lo que le permitió ganar un mayor salario, pero transcurrido un tiempo decidió regresar con sus antiguos compañeros. Fundó el Partido Comunista en Cataricahua, del cual se separó para crear una nueva organización, y fue dirigente del sindicato en Huanuni. Sufrió prisión y expulsión del trabajo, y como era partidario de la lucha armada no dudó en sumarse al destacamento del Che con varios hombres y fue destinado al centro. Varias veces se dirigió en quechua a los soldados y a los pobladores para convencerlos de la justeza de la causa que habí­a abrazado. Permaneció enfermo con el grupo de la retaguardia hasta su caí­da en la emboscada de Puerto Mauricio.

(Foto: Tomada de Cubadebate).

Apolinar Aquino Quispe, Polo, fue escogido en los inicios de la guerrilla para atender la finca de í‘ancahuazú, aunque al mes siguiente solicitó su incorporación al destacamento como combatiente. Procedí­a del poblado de Viacha, capital de la provincia de Ingavi, en el departamento de La Paz. Era obrero de una fábrica de pastas alimenticias y también dirigente sindical. Al llegar a la finca el 7 de noviembre de 1966, el Che escribió en su diario que habí­a encontrado a tres trabajadores del Partido, entre los cuales se encontraba Polo, como lo habí­an nombrado en la guerrilla, donde fue destinado a la retaguardia. Se mantuvo con sus compañeros resistiendo las más duras pruebas hasta que balas del ejército segaron su vida.

 

(Foto: Tomada de Cubadebate).

 

 

 

Walter Arencibia Ayala resultó ser uno de los más entusiastas organizadores del movimiento de solidaridad con la Revolución cubana que se desarrolló en la mina Siglo XX. Habí­a nacido en el poblado de Macha, perteneciente al departamento de Potosí­, militaba en la Juventud Comunista y sufrió la represión desatada por el Gobierno sobre los aguerridos trabajadores de las minas. Integró la guerrilla como parte de la retaguardia. Aquel 31 de agosto su sangre se mezcló junto con la de los combatientes de la nación que tanto defendió.

 

(Foto: Tomada de Cubadebate).

Freddy Maymura, nacido en la ciudad de Trinidad, del departamento boliviano de El Beni, e hijo de un comerciante de origen japonés, en 1962 viajó a Cuba con el propósito de estudiar medicina y se sumó a los trabajos voluntarios, movilizaciones para la defensa del paí­s y formó parte de un grupo de la Juventud Comunista junto con otros bolivianos que estudiaban aquí­.

El 27 de noviembre de 1966 el Che recogió en su diario la llegada del nuevo combatiente, que a partir de entonces se llamó Ernesto o Médico, e integró la retaguardia.

El 31 de agosto logró salir con vida de la emboscada, pero lo apresaron junto con el miembro de la «resaca » José Castillo Chávez, Paco: «Comenzaron a interrogarnos relató años después y pedí­an que identificáramos a los compañeros caí­dos, pero Freddy se negó a hablar. Los militares pensaban que era cubano, porque no respondí­a a ninguna de las preguntas. Comenzaron a torturarlo para que hablara, pero no quiso hablar y le dispararon por un brazo. Por la noche, cerca de la arena del rí­o, lo asesinaron ».

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