Dihigo: una estrella en cada posición

Medio siglo se cumple este jueves 20 de mayo del deceso de Martí­n Dihigo, uno de los más grandes peloteros que han pisado un terreno de béisbol.

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Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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20 Mayo 2021

Cincuenta años   se cumplen este jueves 20 de mayo de 1971 del deceso de Martí­n Magdaleno Dihigo Llanos, ví­ctima de una trombosis cerebral.

Martí­n Dihigo, una leyenda del béisbol. (Foto: Tomada de
Internet)

Decir Martí­n Dihigo en el béisbol es hablar de uno de los jugadores más excepcionales que ha pisado un terreno de pelota. No por gusto ha sido exaltado en los salones de la fama de Estados Unidos, México, Venezuela, Cuba y República Dominicana.

Al prestigioso   Salón de Cooperstown, Nueva York, fue elevado sin haber jugado en las Grandes Ligas, debido a la barrera racial establecida en ese nivel hasta 1947. El 3 de febrero de 1977 se divulgó la noticia de que el matancero habí­a sido elegido para pertenecer al honorable recinto por el Comité Especial de Ligas Negras junto a John Henry Lloyd (Ligas Negras) y tres ejecutivos: Al López, Amos Rusie y Joe Sewell. Ese mismo dí­a, la Asociación de Escritores de Béisbol de Estados Unidos seleccionó al torpedero de los Cachorros de Chicago, Ernie Banks.

Dí­as después se colocó la placa correspondiente a don Martí­n Dihigo en el lugar que lo convertí­a en el primer pelotero cubano y segundo latinoamericano después del puertorriqueño Roberto Clemente en ser exaltado al salón de los inmortales del béisbol. Posteriormente accedieron a ese sitio otros tres hijos de la Mayor de Las Antillas: Tany Pérez, en 2000, y José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente, en 2006.

Muchos de los que tuvieron el privilegio de verlo jugar decí­an que era el pelotero más completo que habí­an visto, por eso, al confeccionarse el equipo negro Todos Estrellas de todos los tiempos, lo denominaron como el más versátil por su facilidad para desempeñarse en las nueve posiciones.

Tanto sobresalió Dihigo en el deporte de las bolas y los strikes, que generó numerosos elogios de figuras importantes en esta disciplina. El legendario lanzador Leroy Satchel Paige, quien   fugazmente vistió la franela de los Leopardos de Santa Clara, afirmó: «Dihigo es el pelotero más completo al que me he enfrentado en las Ligas Negras. Era una estrella en cada posición. Tení­a unas manos fuertes, seguras, gran velocidad, pero sobre todo, gracia para jugar a la pelota ».

Back Leonard, estrella de las Ligas Negras, señaló: «Dihigo lo hací­a todo bien, jugaba cualquier base y, además, era un pitcher que hubiese ganado al menos veinte juegos en las Mayores. Lo veí­a y no salí­a de mi asombro, todo lo hací­a con soltura y elegancia, tení­a vista, tení­a piernas, tení­a brazo y era inteligente ».

Sustentó Leonard: «Fue el   jugador más completo de todos, blanco o negro. Ustedes pueden escoger a Cobb (Ty), Gehrig (Lou) y Rutth (Babe), pero yo me quedo con Dihigo ».

No sé cuántas cuartillas necesitarí­a, y creo que me quedarí­a corto, para escribir sobre las proezas que convirtieron en leyenda a este excepcional pelotero. Solo contaré dos de sus hazañas.

La primera, protagonizada aquí­ en nuestro paí­s con los Leopardos de Santa Clara, en la temporada de 1935-1936, en la cual   participó como mánager-jugador.

Como mentor guió a los Leopardos  a la conquista de su segundo banderí­n en la Liga Cubana, con balance de 34 y 14, pero no conforme con eso, se adueñó de nueve lideratos, entre ellos, los de ¡bateo y picheo!

Junto a Alejandro Oms, otro pelotero legendario. (Foto: Tomada de Internet)

Concluyó en la cima de los bateadores con 358 de average, y lideró   el casillero de ganados y perdidos entre los serpentineros con 11 satisfacciones y 2 fracasos, para 846 de promedio.

También finalizó de puntero en anotadas (42) y triples (8) y compartió los departamentos de hits (63) con Willie el  Diablo Wells y de empujadas con Bill Cy Perkins (38).

En el picheo descolló igualmente con sus coronas en average de ganados y perdidos, el liderato de victorias (11), juegos completos (13) y lechadas (4).

Transcurridos dos años, en México, el Inmortal rindió una actuación parecida con las íguilas de Veracruz, al apoderarse del liderato de los bateadores (387) y agenciarse los principales departamentos en el picheo, al resultar el mejor en ganados y perdidos con 18 y 2 (900), en ponches (184) y en promedio de carreras limpias (0.90).

Aunque nació el 25 de mayo de 1906 en el ingenio Jesús Marí­a (Cidra), actual municipio de Limonar, Matanzas, Dihigo vivió sus últimos años en Cruces, donde residí­a su esposa, Marí­a Aurelia Reina Rodrí­guez (conocida por ífrica).

íšltima aparición pública

La última presentación pública   del extraordinario  pelotero ocurrió  el 13 de mayo de 1969 en el estadio Augusto César Sandino, al ser invitado a realizar el primer lanzamiento en un juego correspondiente a la II Serie de las Estrellas. La pelota se la devolvieron al inolvidable José Antonio Huelga, quien se encontraba a su lado, pero don Martí­n se la quitó, y mientras se la guardaba en el bolsillo le dijo: «No ves que este es mi último lanzamiento ».

«Yo no voy a morir hasta 1978 »

En el año 1969, al sufrir una dolencia cardí­aca, el Inmortal fue ingresado en el Hospital Regional de Cienfuegos. Entonces corrieron  rumores de que don Martí­n habí­a fallecido. Incluso la falsa noticia llegó a Estados Unidos y fue muy lamentada por Roy Campanella.

Al enterarse de todo lo sucedido, en una de las entrevistas que le hicieron Dihigo expresó: «Hombre, qué va, yo no voy a morir hasta 1978 ».

«Ya puede morirse cualquiera (…) si se murió el Inmortal »

Lamentablemente, dos años más tarde, los rumores que habí­an ocurrido en 1969 esta vez no fueron falsos, sucedió lo que nadie hubiera   querido: la partida fí­sica de don Martí­n, el 20 de mayo de 1971.

El genial comentarista y narrador Bobby Salamanca, escribió una sentida crónica, la cual aparece en el libro El inmortal del béisbol Martí­n Dihigo, de Alfredo Santana Alonso: «Los que con él fueron jóvenes y no se saben viejos señaló Bobby, pensarán que ya puede morirse cualquiera (…) si se murió el Inmortal, con la muerte de Martí­n no hacen juego las frases fúnebres (…). Si la muerte diera un chance, hoy volverí­a a reí­rse de Campanella. «Ahora es verdad, Roy, pero quizás tú ni lo sabes esta vez ».

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