Hoy recordamos a cuatro peloteros que dispararon jonrones espectaculares en nuestras series nacionales de béisbol y que todavía los aficionados recuerdan.
El toletero de Alquízar con su bambinazo terminó con la sequía de títulos de Industriales, que se extendió a 13 años sin ganar. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
2322
24 Junio 2021
24 Junio 2021
hace 3 años
Hay jonrones y jonrones. Unos caen en el olvido, como aquel de Orlando Bravo que en 1989 le dio el primer título a Santiago de Cuba o el que disparó Alexander Malleta frente a la aplanadora santiaguera en año 2006, pero están los que convirtieron los estadios en un manicomio, esos que perduran en el tiempo y se transmiten de generación en generación como si hubieran ocurrido ayer mismo.
Unos de esos fue el jonronazo de Ariel Pestano con que Ariel Pestano selló la victoria anaranjada que le dio el quinto título a Villa Clara en series nacionales, hace ocho años, el 18 de junio de 2013.
Con las bases llenas, en el sexto inning frente al relevista Maykel Martínez, hizo viajar la pelota más allá de los límites de la cerca por el jardín izquierdo, para poner el choque frente a Matanzas con marcador lapidario de 7 a 2. El enmascarado villaclareño, desechado de la selección nacional que intervino en el III Clásico Mundial, demostró estar hecho para los grandes momentos y disparó uno de los batazos más espectaculares en la historia del principal torneo beisbolero de Cuba.
Qué industrialista no recuerda aquel vuelacercas de Agustín Marquetti frente a Rogelio García, el 19 de enero de 1986, en el estadio Latinoamericano, que le dio el sexto trofeo a los azules de la capital.
El juego estaba empatado a cinco carreras al cierre de la duodécima entrada. El Ciclón de Ovas silenció por la vía de los strikes a Lázaro Vargas, permitió hit de Javier Méndez al bosque derecho y ponchó al peligroso Pedro Medina, para poner el inning en dos outs.
Entonces se apareció el toletero de Alquízar con un estacazo que sobrepasó las vallas del jardín derecho, para dejar al campo a Vegueros, 7 a 5, y terminar una sequía de gallardetes de los giraldillos que se prolongó durante 13 años.
Cuánta emoción sintieron los santiagueros aquel 20 de mayo de 2001 en el estadio Guillermón Moncada cuando en el octavo capítulo Antonio Pacheco le desapareció la pelota a Pedro Luis Lazo, para ofrecerle a los montañeses la tercera corona consecutiva.
El desafío estaba empatado a tres carreras y en el octavo Orestes Kindelán disparó cañonazo a la pradera izquierda y después del out de Fausto ílvarez, el gigante Pedro Luis Lazo trabajó con tanto cuidado a Ariel Cutiño y Gabriel Pierre, que terminó transfiriéndolos para llenar las bases.
Le tocaba empuñar a Eddy Cajigal, pero el difunto Higinio Vélez sin pensarlo dos veces sacó a batear de emergente a Antonio Pacheco, quien había estado lesionado durante gran parte de la temporada.
En conteo de dos bolas y un strike, el estelar camarero le cazó un lanzamiento ligeramente afuera a Pedro Luis Lazo y conectó un descomunal batazo con la casa llena que puso el choque, 7 a 3, cuando a Pinar del Río le quedaba un chance a la ofensiva. En definitiva los vueltabajeros fabricaron dos en el noveno y se quedaron cortos. Santiago de Cuba volvía a ser campeón.
No podía olvidar en el recuento de estas memorables conexiones a Pedro José Rodríguez con aquel estacazo que hace casi 43 años, el jueves 25 de mayo de 1978, puso colofón a la 4.a Serie Selectiva.
Las Villas y Pinar del Río concluyeron la temporada regular abrazados en la cima con 35 victorias y 25 derrotas, lo cual obligó a la realización de una serie extra que tuvo decisión en el quinto y último desafío, celebrado en el Coloso del Cerro, con la presencia del líder de la Revolución, Fidel Castro Ruz.
Con el juego empatado a dos y un out en la pizarra por elevado de Antonio Muñoz al infield, en el principio del noveno inning vino a consumir su turno Pedro José Rodríguez, Cheíto, quien en la serie regular había disparado 28 jonrones, para romper la marca de 22 palos de vuelta completa establecida por Armando Capiró en 1973.
Cheíto no había sacado la bola del cuadro en sus tres turnos anteriores contra Rogelio García, y al primer envío del supersónico serpentinero pinareño, sobre lo alto, metió la esférica en las gradas, conexión que finalmente le dio a Las Villas el primero de sus cuatro cetros en las desaparecidas selectivas.
La anécdota la he contado en otras ocasiones, pero vale la pena recordarla. En el año 2003 el recio bateador cienfueguero me comentó: «Esos son momentos que marcan a uno para toda la vida. Imagínate, el Latino repleto y tener frente a mí a un gran lanzador como Rogelio García ».
Luego el sobresaliente jonronero, fallecido el pasado 13 de febrero, argumentó: «Quiero ser justo. Rogelio tuvo la mala suerte de que Agustín Marquetti y yo le conectáramos jonrones para decidir campeonatos, pero, ¿alguien ha sacado la cuenta de los ponches que me propinó? ».
Al principio mencioné que hay peloteros que han conectado jonrones importantes en nuestro béisbol y han caído en el olvido, pero los cuatro que les mencioné han sido los más mediáticos, los que casi todos los aficionados recuerdan.
No quise abordar los que se refieren a eventos internacionales, como el de Marquetti en Nicaragua, el de Antonio Muñoz en Japón y el de Lourdes Gourriel en Parma, Italia. Toda polémica que genere este trabajo debe referirse únicamente a nuestros certámenes nacionales, pues los torneos internacionales son, como diría Pánfilo: otra historia, otra historia y a esa volveremos.