Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la República, en la ceremonia por el X Aniversario de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, Kingstown, San Vicente y las Granadinas, el 1.o de marzo de 2024, «Año 66 de la Revolución».
(Versiones Taquigráficas - Presidencia de la República)
Querido primer ministro Ralph Gonsalves;
Querida presidenta Xiomara Castro;
Estimado presidente Gustavo Petro;
Estimado Secretario General Antonio Guterres;
Excelentísimos Jefes de Estado y de Gobierno y otros Jefes de delegaciones;
Amigos latinoamericanos y caribeños:
Agradezco y felicito al hermano Ralph por la feliz iniciativa de reunirnos en esta ceremonia oficial para conmemorar juntos el X Aniversario de la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Es muy joven nuestra Proclama, pero es, sin dudas, un hito histórico en la igualmente joven historia de la Celac.
Honra particularmente a Cuba que la firma de este emblemático documento, por parte de los jefes de Estado y Gobierno de los 33 países de la región, haya tenido lugar en la Cumbre de La Habana; pero el mérito es de todos, porque solo la voluntad de todos la hizo no solo posible, sino también efectiva.
La Proclama significa esperanza para millones de personas, cuya principal preocupación es la supervivencia en un mundo convulsionado por la violencia y las guerras.
La paz no es solo un derecho legítimo de todos los pueblos y de cada ser humano, es una condición fundamental para el disfrute de todos los derechos humanos, en particular, el derecho supremo a la vida.
La región y el mundo necesitan la paz, para concentrar toda su capacidad, inteligencia y recursos en enfrentar a los verdaderos enemigos de nuestra especie: el hambre, la pobreza, el cambio climático, el analfabetismo, las enfermedades, el agotamiento de los recursos naturales y la creciente marginación a que está sometida hoy la inmensa mayoría de la población mundial.
José Martí llamó bienaventurada a la tierra donde se libran las batallas por la paz. Defender la paz implica también el más firme rechazo a las medidas coercitivas unilaterales y a los bloqueos impuestos por países poderosos, que pretenden actuar como jueces universales para aislar y someter a Estados soberanos.
Apoyar la paz es defender el derecho de cada pueblo a escoger libremente su modelo político y su propio camino hacia el desarrollo económico y social.
Para avanzar en la integración de América Latina y el Caribe es esencial preservar la paz. Nos permite escucharnos para entendernos, aproximarnos en lo que nos une y debatir de manera civilizada y respetuosa las diferencias.
Recuerdo con gran emoción aquel momento, hace diez años, cuando el líder de la Revolución Cubana, General de Ejército Raúl Castro Ruz, en su condición de Presidente pro tempore de Celac, invitó a sus colegas de la región a firmar la Proclama. La unidad en la diversidad, tan convocada como necesaria, se hizo presente. Hoy sabemos que se estaba haciendo historia.
La hicimos porque la Proclama no se quedó en aquella sala y en aquellas firmas. Es un documento vivo, trascendental y paradigmático, que nos compromete ante nuestros pueblos y el mundo.
Es un valioso legado a las generaciones presentes y futuras que se beneficiarán de la sabia decisión de desterrar para siempre de la región el uso y la amenaza del uso de la fuerza.
¡Honremos a los gigantes héroes de nuestra América! ¡Ante las diferencias, diálogo! ¡Ante los retos, cooperación! ¡Ante la diversidad, más unidad! ¡Ante la guerra y la violencia, defendamos la paz!
Muchas gracias (Aplausos).