Recetas y tarjetones: «a buchito de agua y paso de conga »
El plazo para la solución definitiva de la escasez de medicamentos, constituye uno de esos asuntos difusos que no quedan claros ni aunque se les mire bajo lupa.
El «drama » de los medicamentos ya va en Cuba por su segunda temporada. Doce meses, de junio de 2016 hasta el pasado verano y, de ahí a la fecha, súmele 246 días más.
La gente se ha entrenado en la contabilización de sus «reservas », lleva en el bolsillo la listica con los números de todas las farmacias de la ciudad y completa sus plegarias con el fútil deseo de que «aparezca » la dipirona. Y la aspirina de 125. Y todos los hipotensores. Y los antihistamínicos. Y la azitromocina de 500, y aquello y lo otro, pues no se trata ya no de almacenar pastillas y ungí¼entos por el gusto de verlos caducar sin haberlos consumido.
Cuba se nos está haciendo vieja porque suman mayoría los que bajan la cuesta de sus existencias; cerca de la mitad de las defunciones registradas en el país tienen como causa primaria las enfermedades crónicas no trasmisibles (en los dos primeros puestos, las patologías cardiacas y los tumores malignos), y la intención de asumir estilos saludables de vida suele deshincharse, como quien muerde un globo, en cuanto se impone el escandaloso rigor de pagar demasiado para alimentarnos mediocremente. O sea, en esta isla es más común enfermar que nacer.
Sin embargo, aunque la inestabilidad en la adquisición, producción y distribución de fármacos casi se extendió durante dos años y el panorama financiero del país se atascó en un panorama de nubes grises, nadie podría decir que el sistema de salud cubano vulneró sus obligaciones para con el pueblo.
Quizás pocos quieran escucharlo porque la magnitud de su problema es tal que la justificación mil veces repetida ni calma, ni resuelve, pero que los bancos acorralan las alternativas de Cuba, y aún asedian las deudas con los proveedores, y todo se encarece al triple por la lejanía de los suministros, no resulta un cuento para cerrar bocas y, mucho menos, un discurso más, de esos que constantemente le añaden rayas al lomo del bloqueo.
En el periodo del 2009 al 2014, las cifras del Cuadro básico de medicamentos y productos naturales actualizado anualmente por el Minsap variaron entre 888 y 866 productos. Al iniciar el 2015 hubo una disminución de 31 fármacos con respecto al año anterior, tendencia que se ha mantenido hasta el 2018, con 761 aprobados.
No obstante, la gente busca referentes en otras crisis para probar que esta ha sido, por mucho, la peor. «Cuando el periodo especial no había de nada, pero no faltaban los medicamentos ». Y la idea toma cuerpo porque mentira no es, aunque el error común en estos casos radica en querer extrapolar los problemas, de década en década, obviando detalles elementales.
El Dr. Víctor Cañizares Pérez, jefe del Departamento provincial de medicamentos y tecnologías médicas, recuerda que los grupos farmacológicos de los años 90 no incluían más de cuatro o cinco productos cada uno, y hoy, solo para el tratamiento de la hipertensión arterial, la cifra pasó a más de diez.
Ello, sin embargo, no resulta casual ni pretencioso. Entre el alcance de los sistemas de atención del Minsap y la escalada del potencial científico interno, la isla estuvo en condiciones de adoptar protocolos asistenciales semejantes a los de países desarrollados. El problema, por tanto, no está en los fármacos, sino en el conflicto que supone su adquisición.
¿Y si los produjeran en Cuba? Antes de siquiera hacerse esta pregunta, recuerden los asuntos irresueltos que desembocaron en la situación actual.
La demanda del cuadro básico de medicamentos de Villa Clara se estimó en 732 fármacos, o sea, prácticamente el 97% del implementado por la dirección nacional de Salud Pública para el 2018. La morbilidad en una de las provincias con mayor envejecimiento poblacional dispara las necesidades de cada vez más personas, y el descontrol extendido clásico en estos casos de masividad constituye la primera causa de los pedidos sobregirados de la red de farmacias.
Al menos en la Cuba de estos días, empeñada hasta la barbilla y resuelta a mantener el subsidio de fármacos como una prioridad social, no existe una economía lo suficientemente compacta para respaldar adquisiciones 273 de los medicamentos del cuadro básico son importados, contratar servicios y saldar adeudos. Cuando el nudo aprieta y el malestar de tantos se convierte en inútil «pantaneo », pues Liborio no puede ni podrá cambiar nada, la única opción ventajosa se reduce a optimizar la organización del proceso.
Paso 1: priorizar el abastecimiento a los programas de atención al grave y hospitalizados, así como a servicios críticos (materno-infantil, oncológico y tratamientos de enfermedades crónicas).
El Dr. Cañizares Pérez explica que en la provincia se jerarquizaron los fármacos de acuerdo a su nivel de importancia. En el Grupo Uno, los controlados por tarjetón 90 en estos momentos. El Dos incluye los que tienen sustitutos (analgésicos, antihistamínicos, etc.), y en el Tres quedarían los no prioritarios, pues no se emplean en la atención de padecimientos graves y pueden ser reemplazados por otros paliativos. Sin embargo, la baja cobertura ya no resulta exclusiva para unos u otros. A distintos niveles, todos han estado bajo la temible etiqueta de «en falta ».
Paso 2: reestructurar el funcionamiento de las farmacias, haciendo énfasis tanto en la documentación de los medicamentos controlados, como en todo lo referente a la responsabilidad de los prescriptores de dicho protocolo el farmacéutico solo confecciona un tarjetón cuando el facultativo expide un certificado y la receta.
«Encontramos dificultades tanto en lo concerniente al trabajo en las farmacias, como en la labor de dispensarización de la parte clínica. Este proceso de revisión, al que se le llamó Caracterización de los medicamentos controlados por tarjeta de control se realizó en los tres últimos meses del pasado año permitió constatar irregularidades del tipo de que personas fallecidas o emigradas y pacientes con el medicamento vencido, continuaran inscriptos en las unidades. Así no hay cuenta que dé, porque las farmacias elaboran los pedidos basándose en sus registros. Si no alcanza para los enfermos reales, imagine lo demás… ».
¿Resultado?: más de 8000 certificados médicos fueron retirados para someterlos a un proceso de reevaluación. De hecho, la intervención del Minsap enfatizó en la revisión y consiguiente eliminación de los tarjetones dobles para medicamentos de un mismo grupo un procedimiento bastante extendido, consistente en expedir certificados para sustituir el fármaco en falta por otro similar. A la corta, un solo paciente podía recibir ambos productos así utilizara solo uno, y en caso de estabilizarse el surtido y dejar de comprar alguno, quedaba abierta la brecha perfecta para la reventa ilegal.
Desde el primero de marzo y hasta finales de abril se implementará la segunda fase de este reordenamiento, que exigirá el involucramiento total de los médicos de la familia. ¿El objetivo?: cotejar los registros de las farmacias con la morbilidad reportada por el consultorio.
Y si baten nuevas oleadas de crisis, ¿qué alternativas le quedarán a los enfermos? De acuerdo a la información del Dr. Cañizares Pérez, al facultativo se le informará sobre cuándo habrá falta provincial de algún fármaco. Al conocer de antemano el medicamento sustituto, podrá calcular la dosis del periodo y prescribirlo. Esa receta se adjuntará al certificado y, de prolongarse la carencia, se anulará el documento anterior para crear un nuevo tarjetón.
Paso 3: implementación de un nuevo modelo de recetas y de cuños institucionales, que identificarán el centro del que procede la prescripción.
«Cada entidad del Minsap mantendrá, además, un registro propio donde se especifica el nombre y la firma de los médicos que allí trabajan, su número y cuño de registro profesional y la cantidad de recetas a entregar incluido el número de folio de estasen dependencia de su actividad. Gracias a estas acciones lograremos identificar de dónde salen los medicamentos, en caso de ilegalidades. De hecho, la pérdida de las recetas deberá justificarse e informarse a tiempo ante el Minint ».
Medidas nomás, pensarán algunos. «El control no llenará las farmacias », dirán otros.
El plazo para la solución definitiva, sin embargo, constituye uno de esos asuntos difusos que no quedan claros ni aunque se les mire bajo lupa. La crisis de los medicamentos surgió bajo causas tan atronadoras que superan a cada cubano, ya sea decisor o paciente. Dura, como los golpes que no se esperan, pero públicamente admitida y, tal cual, afrontada.