Guadaña sobre ruedas

La accidentalidad sigue cobrando vidas en Villa Clara. No respetar el derecho de ví­a, distracciones y atropello a ciclistas y peatones, resultan sus principales causas.

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Idalia Vázquez Zerquera
Idalia Vázquez Zerquera
@IdaliaVzquez
1831
11 Marzo 2018

Ante noticias nada halagí¼eñas de aviones caí­dos, barcos desaparecidos y otros sucesos que han acontecido en distintas latitudes, cualquiera pudiera pensar que al mundo le falta poco para su fin. Sin embargo, aunque hechos tan dramáticos no ocurren en nuestro paí­s, resulta alarmante la cantidad de accidentes de tránsito notificados en Villa Clara, cuando apenas vamos por el tercer mes del año.

Ilustración de Martirena
(Ilustración: Martirena)

Según datos aportados por la Unidad Provincial de Tránsito, entre enero y febrero la provincia registró 120 accidentes, con un saldo de 97 lesionados, 20 muertos y daños materiales valorados en 59 953 pesos, así­ como un accidente masivo en Santa Clara. Las cifras resultan inferiores a igual etapa de 2017, pero se incrementó en 13 el número de fallecidos.

¿Será como consecuencia de tormentas magnéticas solares en un año en que los astrónomos vaticinan poca actividad del astro rey o   supersticiones asociadas al   martes 13? Nada que ver con causas paranormales, sino con la actitud de los conductores en la carretera.  

Lo cierto es que en Villa Clara continúa la estela de estos desagradables incidentes que cobran vidas, en su mayorí­a de niños y jóvenes, y dejan secuelas en lesionados y familias, cuya felicidad se ve tronchada ante la pérdida de seres queridos.

No respetar el derecho de ví­a, las distracciones y el atropello a ciclistas y transeúntes, resultaron las principales causas de estos incidentes. A ello se añaden las indisciplinas de peatones.    
Los animales sueltos en la ví­a y los vehí­culos de tracción animal constituyen otra agravante.

Cuántas veces, en mi travesí­a reporteril por la provincia, me he topado con reses y caballos que deambulan libremente por carreteras y caminos, y ocasionan numerosas colisiones.

En este acápite todo parece indicar que sus propietarios no acaban de concientizar la necesidad de eliminar este flagelo. Aun cuando se dispusieron medidas para la recogida de ganado suelto con 158 operativos realizados, y se aplican multas y decomisos, la encomienda exige mayor sistematicidad en todos los lugares.

En zonas rurales también abundan tractores y carretones que, en horario nocturno, transitan sin ningún tipo de iluminación.

Otra arista no resuelta radica en el mal estado de los viales: quienes viajan por la Carretera a Sagua rumbo a Cifuentes y la Villa del Undoso, saben que hay que convertirse en artista para sortear baches y hondonadas.

La Unidad Provincial de Tránsito alerta a los choferes sobre tres tramos peligrosos donde urge extremar las medidas de precaución: Carretera Central, de Santa Clara a Santo Domingo, y Carretera a Camajuaní­, desde la capital provincial a la Minerva. En estos trayectos sucedieron 15 accidentes con cinco muertos y seis lesionados en los primeros meses del 2018.    

Tampoco la Autopista Nacional supera su condición de amenaza pública, con agujeros históricos casi en los lí­mites con Sancti Spí­ritus. La importante ví­a que acorta distancias demanda de planes sistemáticos de mantenimiento, ante el permanente ir y venir de vehí­culos. Y aunque los trabajos en la mencionada arteria son sumamente costosos, habrá que priorizarlos y hacer cumplir con rigor las leyes dispuestas en el Código de Seguridad Vial.

Admiro a los conductores con más de 30 años de experiencia sin incurrir en accidentes de tránsito. ¿Entonces, qué hacen? Cerciorarse si el vehí­culo está apto para andar por la ví­a, nada de correr y ni gota de alcohol.

Deberí­a pasárseles la cuenta a los mecánicos encargados de certificar el buen estado técnico de un vehí­culo, cuando en realidad quedan detalles por componer.

Corresponde a Tránsito establecer más regulaciones de velocidad en puntos sensibles, mejorar la señalización e incrementar la efectividad del patrullaje en zonas concretas, donde las ví­as no cuentan con las condiciones requeridas.

La escalada de accidentes no es obra de la casualidad, todo depende de la responsabilidad que se asuma frente el timón, mucho más cuando el transporte es colectivo, y de nosotros depende la seguridad de las personas que viajan a diario y desean llegar sanos, tanto ellos como los suyos, a donde quiera que se dirijan.

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