Solidaridad, remedio contra indisciplinados

Las indisciplinas sociales reciben el rechazo y repudio de la mayorí­a de las personas, quienes las enfrentan con valentí­a y solidaridad.

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Francisnet Dí­az Rondón
Francisnet Dí­az Rondón
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01 Marzo 2019

Los pasajeros de una guagua local de Santa Clara nos dirigí­amos tranquilamente a nuestros destinos, la noche del miércoles 23 de enero. La «Diana »proveniente de la zona hospitalaria con recorrido por doble ví­a, Carretera Central, parque Leoncio Vidal hasta el reparto José Martí­ cumplí­a sin contratiempos su itinerario habitual.

Luego de recoger personal en la parada aledaña al doce plantas del Sandino, apenas unos metros delante un grupo de adolescentes, entre diez y doce años, caminaban inquietos por el contén. Uno de ellos tomó un puñado de tierra y lo lanzó contra el ómnibus, con tan «buena » punterí­a que entró por una ventanilla.

Ilustración de Martirena
(Ilustración: Martirena)

La tierra impactó en varias personas que quedaron sorprendidas ante el inesperado «ataque ». De pronto, alguien reparó en un joven que comenzó a sangrar por la nariz, pues habí­a sido golpeado en pleno rostro.

Varios pasajeros acudimos a prestar auxilio al muchacho, quien luego supimos se dirigí­a a visitar a su novia. En apenas segundos, sus nobles planes fueron destrozados por la indisciplina de un grupo de chiquillos.

De manera espontánea algunos viajeros sugirieron al chofer trasladar al herido hasta la policlí­nica Santa Clara, que se encontraba cerca. Todos no preocupamos por su salud, y condenamos la actitud de aquellos imberbes. ¿Sabrí­an los padres qué harí­an sus hijos a esas horas de la noche? ¿Qué hubiese sucedido si herí­an gravemente a alguien?

El personal médico de guardia atendió al joven de inmediato. La doctora y enfermeras le aconsejaron llamar a su madre para que viniera a acompañarlo y llevarlo a casa. El chofer, también preocupado, esperó el tiempo necesario. Solo reanudó la marcha cuando supimos que el muchacho estarí­a en buenas manos.

Disí­miles comentarios sobre lo sucedido afloraron durante el trayecto. La situación de las indisciplinas sociales, la desatención de los hijos por parte de algunos padres y cómo hechos de este tipo laceran a la sociedad cubana actual, fueron los principales temas de las opiniones.

Entre los pasajeros no solo se percibí­a disgusto, también la preocupación de que actitudes como la de aquellos niños continúen sucediendo impunemente. Como padres, abuelos, tí­os o hermanos mayores, nos estremecí­a el hecho de que nuestros pequeños tomaran caminos torcidos.  

A pesar de ello, sin que nadie lo mencionara, sentí­amos que no todo estaba perdido de mantenerse el humanismo, la solidaridad, la bondad y los buenos sentimientos, cualidades propias e intrí­nsecas del pueblo cubano.

Pensar que la indisciplina social puede superar la buena educación, la solidaridad y los mejores sentimientos, significa retroceder en la batalla. Este es un asunto de todos, de cada vecino o ciudadano que habite en el lugar más lejano de esta isla. Un isla que soñamos y luchamos porque sea más hermosa y humana.

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