Peter Pan y el país de Nunca Jamás

En tiempos en que la virtualidad permea las relaciones humanas, resulta imprescidible crear espacios para que los niños juegen, interactúen y aprendan como sucede con el remodelado parque infantil de Camajuaní.

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Niños acuden a la inauguración del parque infantil de Camajuaní.
Los niños camajuanenses acudieron a la reapertura de su parque infantil. (Foto: Niurys Castillo Hernández)
Niurys Castillo Hernández
Niurys Castillo Hernández
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26 Abril 2025

Interactuar, comunicarnos y relacionarnos han sido acciones claves en la evolución del ser humano. Conectar ideas, emociones y pensamientos estableció, desde tiempos remotos, una red de procesos armónicos que posibilitaron el desarrollo del ser hasta nuestros días. Pese a ello, actualmente el hombre enfrenta un aislamiento social creciente debido al uso desmedido de los avances tecnológicos y el acceso a las multiplataformas digitales.

Niños juegan en el parque infantil de Camajuaní.
Un espacio para la interacción. (Foto: Niurys Castillo Hernández)

En el entorno reciente, la comunicación se rige por clics proporcionales a la velocidad de la conexión. Cierto, acercó distancias y encontró soluciones a la avidez de información y aprendizaje, incluso para el amor y sus otros demonios abrió una brecha de configuraciones y sistemas APK. Con ellos todo es fácil, perfecto, seguro. Pero qué pasa con los abrazos, las caricias, el cosquilleo de conquistar lo desconocido, de intercambiar un saludo o la sonrisa que empatiza desde un primer encuentro. ¿Podrán las redes y el internet suplantar el calor humano?

Niños hacen escalada en el parque de Camajuaní.
(Foto: Niurys Castillo Hernández)

Hace apenas unos días una multitud de infantes tomó por asalto la reapertura del parque infantil de Camajuaní. Cientos de niños contaban al unísono las milésimas de segundo que tardó la tijera en cortar la cinta del parque, remozado en juegos y colores. Al interior la madre ceiba los sobrecogía. La escena envíaba a transeúntes y visitantes un mensaje claro: la infancia requiere de espacios naturales, de interacción real con sus similares, de protección por parte de sus mayores.

Observar piruetas, escaladas y juegos tradicionales trajo a colación la nostalgia de risas sonantes y diversión extrema, la añoranza de los privilegiados en soñar con los ojos abiertos, y la sutileza de cambiar futuros hasta convertirse en superhéroes. Para quienes estaban allí, el suceso fue un recordatorio. No siempre contamos con la posibilidad de recuperar aquello que tantas veces perdimos.

Según el psicólogo evolutivo y medioambiental Gary Evans, el entorno, la exposición al ruido, el hacinamiento al interior de las viviendas y el deterioro o la mala calidad de los espacios comunitarios obedecen a factores de riesgo para el desarrollo de la infancia urbana. Estos indicadores, si bien son constantes en la cotidianidad, no se visualizan a la hora de tomar decisiones referentes a los pequeños de casa.

Niños juegan en el parque infantil de Camajuaní.
(Foto: Niurys Castillo Hernández)

Como ser social el hombre, en su mayoría, crece en espacios urbanos que provoca la convivencia con los demás. Bajo está línea de desarrollo, la Organización de Naciones Unidas (ONU) expone la necesidad de pensar, diseñar y retomar entornos públicos encaminados a la inclusión de niños y niñas como entes sociales en desarrollo. Al tener en cuenta sus inquietudes, los dotaríamos de experiencias, técnicas de comunicación oral y visual, entretenimiento y diversidad creativa.

Niños se toman foto en el parque infantil de Camajuaní. Niña se desliza por la canal en el parque infantil de Camajuaní.
(Foto: Niurys Castillo Hernández)

Las opciones de juego inducen al cerebro a reaccionar en cortos períodos de tiempos mientras la generación de soluciones se hace cada vez más eficiente. Los laberintos, caminos para saltar de piedra en piedra, el marco de animales para la foto y la sombra bajo el árbol que nadie quiso cortar garantizan la popularidad del lugar. Hamacas, pasamanos y cachumbambé podrán transformar las terapias en horas de gozo y recreación. Las habilidades se suman a la distracción para crear un instante de cambio donde aceptamos nuestros límites e intentamos superarlos, estableciendo un camino hacia la superación personal.

Niños en el parque infantil de Camajuaní.
(Foto: Niurys Castillo Hernández)

El sitio web Ecotec Canarias subraya la premisa del diseño, pues refiere que estos lugares deben exhaltar la socialización, la imaginación y la creatividad de los infantes. Dichos espacios deben convertirse en el punto de encuentro entre la diversión y el desarrollo del ser. Violar la seguridad y sus normativas atenta no solo contra la infancia, sino que abandona su objetivo principal: la interacción y el disfrute.

Los espacios infantiles deben colmar la naturaleza urbana y rural. Son la máquina del tiempo para quienes vemos en los seres diminutos un recuerdo nuestro. Ubiquemos en la ruta un espacio infantil. Con ellos, el regreso a Nunca Jamás está garantizado. ¡Cuidemos la infancia!, de eso se trata la magia de Campanita.

Niños montando cachumbambé en el parque infantil de Camajuaní.
(Foto: Niurys Castillo Hernández)

Conversa en la virtualidad, agrega contactos y cítalos, justo, donde el árbol sagrado vela por el futuro. Guía a tu hijo hacia esa experiencia única cargada de nuevos amigos e interacción humana. Disfruta de una sonrisa genuina y enérgica, porque es ahí donde te conviertes en un verdadero Peter Pan.

 

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