Sensibilidad, ese término que por estos días se pone a prueba en paradas y puntos de recogida de toda Cuba, en función de quienes esperan por un transporte para dirigirse al trabajo, escuela o institución sanitaria, encierra un valor humano que se debe ejercitar en cada momento, mucho más en tiempos en que escasea el combustible para el traslado de pasajeros.
Sin embargo, aun cuando se ha revitalizado en estos espacios el rol de los inspectores de Transporte para facilitar esa encomienda con el apoyo de los choferes de vehículos estatales, todavía hay quienes evaden la señal de Pare y siguen su paso sin mirar para los lados.
Aunque en los últimos días la cobertura de combustible en la provincia tiende a mejorar y el Consejo de la Administración aplica alternativas para proteger las rutas urbanas de Santa Clara –ciudad con más de 250 000 habitantes y una alta población flotante-, se impone mantener esta práctica sin que medie una campaña u obligación, por lo que representa para las personas que necesitan un aventón bajo el sol o la intemperie.
La medida de beneficio popular ha tenido una gran acogida entre los santaclareños, literalmente, de a pie. Las opiniones abundan en los puntos de recogida.
Hace alrededor de 15 días que Giraldo Gutiérrez Sarduy, chofer del carro 4060 de la ruta 3, se estrenó como inspector de Transporte en el punto de recogida de la Terminal de í“mnibus Intermunicipal, en la Carretera Central, banda Esperanza.
Ante la misión que asume hasta que se estabilice la situación con el combustible, refiere que todavía existen choferes indolentes, y citó como ejemplo la mañana del 21 de octubre, cuando al ordenar la detención de los vehículos con chapas B150246 y B120672, estos prosiguieron su marcha.
Por su parte, el trabajador no estatal Darián Valdés March, quien acude con frecuencia a ese punto para dirigirse a Manuelita, opina que resulta buena la iniciativa de ubicar inspectores en lugares congestionados de la ciudad, y que deben quedarse, incluso, cuando mejore el transporte urbano.
También, Nerys García Acosta, jubilada de Educación, expresó que la medida ha movido la conciencia de los choferes, pero todavía algunos no se conmueven ni con la situación del país ni con las personas que permanecen en las paradas.
Otros entrevistados expresaron que, en muchas ocasiones, al no estar presentes los “amarillosâ€, los choferes se hacen de la vista gorda e incumplen lo establecido, ajenos al sentir del pueblo, como si fueran dueños de los vehículos. Otros sí responden siempre y detienen el carro, haya o no inspectores.
En mi opinión, las medidas disciplinarias aplicadas a choferes indolentes de entidades estatales deben ser de estricto cumplimiento, pues contribuyen con la formación de valores y refuerzan su rol social. Sería también oportuna, en aras de garantizar un mayor control de estos vehículos y un uso eficiente del combustible, la instalación en estos de los sistemas de posicionamiento global, conocidos como GPS, que permiten determinar su posición con una alta precisión.
Tanto en tiempos normales como de contingencia energética, se impone abogar por esa dosis de sensibilidad que llevamos dentro y que tanta falta hace cuando se trata del prójimo, ese que puede ser un familiar, amigo, vecino o, simplemente, un cubano necesitado. Cuánto se agradece que aparezca una mano desconocida que invita a pasar al carro.
Se trata de no perder todo lo que encierra el vocablo sensibilidad afecto, compasión, comprensión y derrocharla día a día en las carreteras con nuestros semejantes.