Nunca antes había visto una enfermedad tan despiadada como la que sacude el mundo actual; mas, en medio de la crisis existen hechos y circunstancias que nos hacen admirar y vivir.
Hoy, muchos hogares sienten que les falta, momentáneamente, uno de sus integrantes, que sobra una tacita de café al amanecer o está ausente el chiste en medio de la sobremesa.
Hoy, algunos niños preguntan dónde está papá o mamá y por qué demoran en venir, por qué prima el silencio a la hora de jugar o a la del retozo en casa, de donde saben no se debe salir.
Hoy, la abuela o el abuelo realizan sus conjeturas como personas adorables que aprecian el tictac del reloj porque han vivido más tiempo, y hay compañeros de labores que sienten la ausencia diaria de su colega, mientras una madre o un padre rezan, a su manera, ruego supremo que encerró aquel beso de despedida acompañado de un «Cuídate mucho, hijo ».
Hoy, hay parejas que sienten la ausencia del aliento en el lecho, de las tareas compartidas, y no son pocos los que extrañan a sus vecinos, también hijos.
Mucho más pudiera decirse, pero de lo que no hay dudas es de que ellos demuestran la grandeza de Cuba, lo mismo en la lejana Lombardía como en otros sitios remotos, o por disímiles lugares de una Villa Clara que los ha convocado a darlo todo por su pueblo.
En eso están, desde los titánicos que visten batas blancas, pasando por el más encumbrado catedrático universitario, el directivo que asume retos increíbles, hasta el trabajador de servicios convertido en un actor indispensable en esta nueva epopeya.
Y sería imposible escribir la historia sin el aporte de ustedes, seres queridos que se extrañan cuando noches inspiran a contar estrellas para conciliar el sueño.
Siéntanse protagonistas, de veras. La retaguardia en el hogar nunca ocupará papeles secundarios. Un buen día retornará esa tacita de café, como augurio de la nueva jornada, y vendrá ese chiste que hoy falta en la sobremesa.
Cada momento tiene sus verdades, y aunque la condición de héroes alcanza una dimensión especial, bien vale hacia aquellos que defienden la vida, no con un arma, sino portando el deseo de darlo todo por la existencia como el mayor tesoro humano.
Es la gloria para quienes demuestran sentimientos encontrados, ética ilimitada, y esa voluntad aferrada a las más nobles causas.
En Cuba y en otras partes del mundo, se aplaude cada noche a estos valientes, a estos héroes así considerados por el pueblo. Cada vez las palmas baten con fuerza y suman más quienes desde el balcón o las puertas hogareñas tributan un premio simbólico por la vida.
Para ustedes, los seres queridos de esos valientes, es también el aplauso y la gratitud por haber inculcado la dignidad entre los que saben amar con todas las fuerzas del alma.