En 67 años será el primero en que los cubanos, desde nuestras plazas, no celebremos en multitud el Día de la Rebeldía Nacional. La emergencia sanitaria dictada por la pandemia del coronavirus aunque controlada en nuestro país impide que millones de sus hijos, a lo largo y ancho de la isla, palpiten así de contentura, aunando manos, vivas, gritos, cantos y saludos. De otros modos será.
Razones sobran para no distanciarnos de aquella mañana de la Santa Ana, cuando más que nunca morir por la patria fue vivir.
Largo y difícil el camino recorrido. El tiempo ha pasado inexorable. Los nacidos entonces ya encanecimos; otros, no existen; protagonistas, quedan. Y hay retoños apenas engendrados, paridos nuevos niños, adolescentes, jóvenes, hombres y mujeres maduros, fortalecidos en el bregar de una nación campeona en eso de vencer obstáculos que ha impuesto la vida, y lo que no es la vida al bienestar y a la propia supervivencia de los cubanos.
Y bandera en alto, como nunca: ¡Vamos…!
Carentes de «cosas » llamadas materiales; necesarias unas, fútiles las más si no sabemos salvar las circunstancias con dignidad y decoro, virtudes cardinales para alimentar el espíritu y fortalecer el pensamiento, para que no escaseen sentimientos de solidaridad, amor y patriotismo, puestos a prueba en los últimos meses, casi santamente sembrados por los jóvenes de la Generación del Centenario. Su altura ética marcó motivación e impulso cuando llegó la hora justa y fue el ímpetu que movió los ánimos de la Revolución. Ellos, intérpretes de aquel fidelísimo acto de creación que fue el26 de Julio de 1953.
Largo y difícil el camino andado. El tiempo ha pasado inexorable, pero ¡estamos! apostando una vez más a lo que ya a medio mundo Cuba ha demostrado, que ¡se puede! Que se puede desafiar por la vida, a la muerte, y salvar y salvarnos. ¡Nada vale más ni es posible dejar de apreciarse en realidades!
Llevamos en el corazón las doctrinas del Apóstol, su ejemplo vive, su semilla fue esparcida en Santiago y Bayamo, y su obra perdura.
Celebremos, entonces como estemos y desde donde estemos, este 26 de Julio, hacendosos, austeros, generosos. Unidos más que nunca en un solo corazón. Magnánimo como el de Martí, corajudo como el de Fidel.