El 2024: un año para corregir distorsiones y desviaciones en la economía

No hay que consultar una bola mágica para saber que el año que está por comenzar traerá retos que debemos vencer, para lograr los sueños de justicia social y prosperidad a los que aspiramos; incluso, aquellos que pudieran parecernos imposibles.

Las medidas anunciadas por el primer ministro, Manuel Marrero Cruz, en la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, constituyen una prueba de la necesidad de resolver distorsiones y desviaciones de la economía, en el camino de la construcción del socialismo en un país tercermundista bloqueado y sometido a una feroz guerra en todos los ámbitos, incluido el ideológico, en un afán por destruir la Revolución que este 1.^o de enero arriba a su 65 aniversario.

Estas decisiones, de alto impacto, resultan de «una economía de guerra», como la ha denominado el primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, porque deben aplicarse en un escenario político de máxima asfixia, diseñado y aplicado contra un pequeño país por el más poderoso imperio de la historia.

Como el dinosaurio de Monterroso, afirmó Díaz-Canel, el bloqueo continúa ahí, después de más de 60 años de instaurado, y, sin desconocer errores internos, falta de fiscalización y ciertas manifestaciones de corrupción y acomodamiento, su aplicación, de manera recrudecida, condiciona la depresión de servicios esenciales; entre ellos, la electricidad, la salud, la educación, el abasto de agua, los servicios comunales, el transporte público, y la producción de alimentos y de medicamentos, por mencionar algunos vitales para el desenvolvimiento de nuestra cotidianidad.

La efectividad de las medidas aprobadas por los diputados, en representación de quienes los eligieron democráticamente, o sea, el pueblo, dependerá de muchos factores; pero, sobre todo, de la manera como que se trabaje para generar más riquezas y una mejor distribución de los recursos.

Habrá que aplicarlas de forma organizada, evaluar sus impactos —que no serán pocos—, ajustarlas de forma sistemática, y darle a cada una el tratamiento diferenciado que requiere; en especial, para proteger aquellos grupos que pudieran resultar más afectados, es decir, como expresó el mandatario cubano: «Las personas y familias en situación de vulnerabilidad, los niños, los adolescentes y los jóvenes, las mujeres y las personas de la tercera edad, junto a los pensionados y jubilados».

No se trata, como algunos afirman, de un camino hacia el capitalismo de estado; tampoco, de un paquete de medidas neoliberales contra el pueblo ni una cruzada contra las mipymes, y mucho menos la eliminación de la canasta básica.

Son ajustes indispensables para una recuperación macroeconómica y abandonar una ruta que ha demostrado ser impracticable por insostenible, pues lo implementado no ha dado los resultados esperados y hay un marcado decrecimiento de los indicadores económicos claves.

Estas medidas deben permitir un mejor aprovechamiento de los recursos financieros disponibles, poniendo especial atención en la producción de alimentos, recuperar el turismo, detener la caída de la industria azucarera, tomar el control de las divisas y del mercado cambiario por el Estado, y reordenar el sistema financiero.

Para ello no existen fórmulas mágicas. Sólo trabajando con pasión, fortaleciendo la empresa estatal socialista y perfeccionando las relaciones con el sector no estatal de la economía, pueden lograrse los objetivos y propósitos delineados para los próximos 366 días.

Todas estas decisiones tendrán su costo, pero resultan indispensables para salir adelante en el complejo entramado económico-social actual.

Durante los días finales del 2023, los parlamentarios vivieron una intensa agenda legislativa que los llevó a aprobar una nueva Ley de Salud Pública, norma que tiene entre sus objetivos reforzar las responsabilidades del Estado con tan importante derecho constitucional, y garantizar el derecho de las personas al acceso a un servicio de salud gratuito y con calidad.

La pragmática contiene normas dedicadas al consentimiento informado, la dación y el trasplante de órganos, tejidos y células en donantes vivos, y el derecho a la muerte digna, mediante la implementación de las determinaciones para el final de la vida, decisión que sitúa a Cuba entre los países que han aprobado la eutanasia.

Igualmente, se plasma en dicha ley el derecho de las mujeres sobre la terminación voluntaria del embarazo, lo que fortalece un logro que nuestras féminas tienen asegurado desde 1965.

Además, en el ordenamiento jurídico cubano fue aprobada, por primera vez, la Ley del Sistema de Atención a las Quejas y Peticiones de las Personas y la Ley de la Fiscalía Militar.

No faltó el pase de revista a la instrumentación del Código de las Familias, a un año de su aprobación, el cual ha posibilitado 1333 matrimonios entre personas del mismo sexo —806 entre hombres y 527 entre mujeres—; mientras 31 recién nacidos tienen en primer orden el apellido de la madre.

Días intensos transcurrieron, durante los cuales se reconocieron errores y fueron enaltecidos trabajadores de Educación y de Salud, que recibirán pagos adicionales, con un presupuesto aprobado que favorece a ambos ministerios, junto a madres de hijos en situación de discapacidad severa y las también necesarias actividades culturales, como parte de la espiritualidad de los cubanos.

El 2024 está a las puertas. Será el Año 66 de la Revolución. Otros 12 meses de trabajo, de esfuerzos y de victorias nos esperan. El optimismo y la fe en un futuro mejor no faltarán.