El vestido, la dieta y la comida del 31

El mismo propósito para el 2024: inscribirme en un gimnasio y bajar las cinco o, más bien, las 15 libritas que aún me sobran.  . 

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Victoria Beatriz Fernández Herrera
Victoria Beatriz Fernández Herrera
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30 Diciembre 2023

Aunque resulte un cliché, yo también escribo mis propósitos para el nuevo año cada 31 de diciembre. Nada especial, la verdad. Lo típico: mantener la calma en situaciones de estrés, ver menos televisión y salir más al mundo exterior, cero procrastinaciones y más proactividad, y, quizás con cierta ambición, también me he propuesto lograr un estilo de vida fitness y perder cinco o seis libritas que me sobran.  

El vestido y la dieta, ilustración de Alfredo Martirena..
(Ilustración: Alfredo Martirena)

El último es relativamente nuevo y lo tengo «entre ceja y ceja» desde que intenté en vano entrar en mi único vestido Forever 21, lo más caro y glamuroso de mi guardarropa. El próximo enero hace un año del fatídico suceso y aún el zíper se rehúsa a subir.

La vida y las constantes interrupciones me han alejado de mi propósito durante los últimos 12 meses. Cuando digo «interrupciones», me refiero a las frituras de maíz cada domingo, las ensaladas frías improvisadas con cualquier pedacito de «algo» y los dulces de frutabomba con piña en el horario de la novela. ¡Ni siquiera lo lamento!

Sin embargo, días antes de Nochebuena comencé una dieta exprés para recuperar el tiempo perdido y lucir mis mejores galas mientras brindamos a las doce de la madrugada del primero. Entre el congrí, los tostones rellenos y las costillas de un puerco que dividimos entre siete familias, el 24 tuve que sustituir el jean ajustado por un piyama con elásticos en la cintura que regulan el ancho de la pieza.

En resumen, hoy es 30 y mi vestido se encoge a medida que transcurren las horas. En el refrigerador, ya descansa adobado el pedazo de pernil que alcanzamos en la repartición; sobre la meseta, los frijoles negros en remojo; en el viandero, las malangas y las frutabombas, y en un perchero de mi cuarto, el piyama listo para la cena de fin de año. ¡Me rehúso a guiarme por estereotipos de belleza que fomentan la anorexia y discriminan a las mujeres por la forma de su cuerpo!

Si soy sincera, yo de anoréxica ni el nombre, y lo de la discriminación, también es un poco exagerado. Es más… el mismo propósito para el 2024: inscribirme en un gimnasio y bajar las cinco o, más bien, las 15 libritas que aún me sobran.  

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