Periodismo: ni el odio ni la ira

Cuando celebramos la jornada por el Día de la Prensa Cubana, el periodismo martiano nos sigue iluminando, como también el legado que nos dejara Fidel.

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Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
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01 Marzo 2024

Pocas definiciones resultan tan exactas para explicar el papel del periodista en la sociedad como la de José Martí, quien afirmara que la prensa debía ser «el examen y la censura, nunca el odio ni la ira que no dejan espacio a la libre emisión de las ideas. Nunca se acepta lo que viene en forma de imposición injuriosa: se acepta lo que viene en forma de razonado consejo».

Ciertas y justas palabras que reflejan la eticidad que debe caracterizar a la necesaria profesión de informar, crear opiniones, esclarecer, orientar, dirigir y guiar, y que se convierte en una especie de faro para quienes se desempeñan como periodistas.

Ilustración de Alfredo Martirena sobre la prensa cubana.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

El maestro que fuera Martí nos legó suficientes luces para interpretar y comprender el rol social del periodista en los tiempos difíciles que corren, donde las redes sociales han devenido en un pantano, cada día más nauseabundo, pero al cual, lamentablemente, se acude cada vez más y se le otorgan mayores visos de credibilidad, siendo un verdadero estercolero en cuanto a reflejar nuestra realidad se refiere.

Pues, como nos ilustrara el Apóstol en la Revista Universal de México, en 1875: «Tiene la prensa periódica altísimas misiones: es la una explicar en la paz, y en la guerra fortalecer y aconsejar; es la otra hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras, facilitar así la obra a la administración que la rige, […] ayude la prensa periódica a los que gobiernan, señalando y presentando estudiadas las cuestiones que han de menester más seria y urgente reforma».

Eso nos compete, en un país sometido al creciente e injusto bloqueo que imponen los Estados Unidos, con una economía prácticamente de guerra, que busca eliminar distorsiones que la ralentizan, y en cuyo camino se comenten errores que deben ser corregidos, y quién mejor que la prensa revolucionaria, seguidora de las ideas de Martí y de Fidel, otro de nuestros paradigmas, para que, de manera valiente y franca, ayudemos a enrumbarla hacia puerto más seguro.

Sabemos que esa misión social entraña riesgos, pero, sobre todo, compromiso y un estudio minucioso y profundo de cada asunto, en aras de verter una opinión fundamentada en el conocimiento y no en el libre albedrío.

Por ello, la información debe ser diáfana, directa, tanto del periodista que la brinda como de otros que, suplantándolos, acuden a esas llamadas notas informativas que, más que informar, logran el efecto contrario.

Igualmente, en aras de eliminar ese famoso secretismo, del que tanto se habla, debe acudirse más a aquellos que dominan el oficio, y no dejar vacíos informativos que hoy, más que nunca, son llenados por quienes se oponen al proyecto socialista que en Cuba se construye.

Ahora, cuando el gremio está celebrando su merecida jornada, en homenaje a la fundación del periódico Patria, el 14 de marzo de 1892, el ejemplo del periodismo martiano nos sigue iluminando, como también el legado que nos dejara Fidel, quien, en innumerables diálogos con los periodistas, dejó bien claro nuestra misión: «Cada periodista debe ser un gladiador contra las cosas que a su juicio marchan incorrectamente. Y es también un luchador por que las cosas marchen bien, un creador de la nueva sociedad».

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Dacio

Miércoles, 13 Marzo 2024 13:32

Periodismo, debería ser compromiso con la verdad y con el pueblo.