En tiempos difíciles se pone a prueba nuestro poder de resistencia y la voluntad para vencer los desafíos del momento.
Y mientras aguardamos por días mejores, también se impone no descuidar la cultura del detalle en la comunidad, centros de trabajo y otros establecimientos que prestan servicios a la población.
Recientemente, en mi andar cotidiano por la ciudad de Santa Clara, escuché a un anciano, con voz apagada por el peso de los años, pedir permiso en un establecimiento público para hacer una pregunta. Pero, me llevé una sorpresa cuando desde el interior del inmueble un empleado un tanto molesto le respondió: «Lo siento, ya estamos cerrados. Por favor, no insista. ¿No leyó el cartel de la puerta que dice que estamos cerrados?»
Afligido ante la inesperada respuesta, el abuelo decidió retirarse sin otra alternativa que regresar al día siguiente en el horario establecido para esclarecer su duda, quizás satisfecha con una sola frase.
También nos topamos a diario con recepcionistas absortas en las redes sociales, que no atienden debidamente a los usuarios ávidos de información o les dedican palabras poco precisas, mientras mantienen la vista fija en el móvil. A su alrededor podrá observarse cómo penden cuadros inclinados en paredes despintadas y murales anunciando informaciones obsoletas que, lejos de actualizar, desorientan. Afortunadamente, aún existen excepciones en sitios donde el ambiente resulta agradable, las atenciones son exquisitas y el cliente sale complacido.
En reciente recorrido por varios municipios villaclareños, observé con pesar un problema generalizado en la provincia. Se trata de la presencia de basureros en cualquier parte —incluso en parques y paseos de las cabeceras municipales—, a la vista de todos.
Tal parece que el fenómeno se ha incorporado a nuestra rutina y lo vemos como algo normal, sin preocuparnos por erradicarlos, en momentos en que circulan vectores que provocan enfermedades a la salud.
Es incuestionable que las restricciones financieras que afectan al país y las limitaciones con el combustible obligan a priorizar las actividades más apremiantes. Es cierto que se trazan estrategias para transformar el actual escenario de Servicios Comunales, pero dicho sector resulta uno de los más impactados por la complejidad de las circunstancias, lo cual trae consigo la inestabilidad en la recogida de desechos sólidos, agudizada por las indisciplinas sociales.
La ausencia de la cultura del detalle está presente también en la culminación de obras remozadas que, por la premura, se deterioran en pocos meses o son víctimas del vandalismo, lo que hace que de un año para otro requieran nuevas intervenciones y la asignación de otro financiamiento que bien pudiera emplearse en otras.
Entonces, nos corresponde ofrecer una mirada diferente al entorno en que vivimos, meditar sobre aquellas acciones a nuestro alcance que podamos realizar, y evitar que reinen la dejadez y la inercia colectiva. Urge trabajar por tener una provincia más limpia, bella y conservada.
Sábado, 14 Septiembre 2024 15:38
Hay dos personajes en la Historia de la Calidad que hicieron Historia Williams Edward Deming y Malcom Baldrige gurúes de la Calidad con resultados indiscutibles que no he leído hablasen de la ¨Cultura del detalle¨ ni cosa que se parezca.
¿Será que mi ignorancia es tan grande que desconozco lo que digo?
¿Será que no sé que la SWAT en colaboración con el MININT realizan Misión Imposible de rescate de la Cultura del Detalle y de salvación de la Agroindustria?
!Entiéndalo quien pueda!