Desafío de amor

Entre vecinos no menguan las alianzas, la verdad, la fuerza, el  compromiso de crecer juntos y sumar voluntades, de erigirnos cual mosqueteros de Dumas en cada cuadra para salvaguardar lo común, valioso y edificante.

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Ilustración de Alfredo Martirena sobre el aniversario 64 de los CDR.
(Ilustración: Alfredo Martirena)
Claudia Yera Jaime
Claudia Yera Jaime
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29 Septiembre 2024

Celebramos este 28 de septiembre el aniversario 64 de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), «una organización que nació para ser eterna», expresó nuestro líder histórico Fidel Castro Ruz. Una organización para defender a Cuba y a la Revolución.

Y la defensa de hoy no es la misma que la de hace seis décadas. La casa grande ha cambiado y son diferentes y más avezadas las amenazas. Pero la seguridad, tranquilidad, salud y crecimiento objetivo y subjetivo de nuestros seres queridos nos aunará y motivará siempre.

Entre vecinos no menguan las alianzas, la verdad, la fuerza, el  compromiso de crecer juntos y sumar voluntades, de erigirnos cual mosqueteros de Dumas en cada cuadra para salvaguardar lo común, valioso y edificante.

La voluntad del pueblo debe prevalecer pese a posibles distorsiones, tropiezos y replanteamientos cotidianos. Desde la base todo se gesta cuando se quiere, y casa a casa se puja.

Si tu CDR no funciona, con tu ayuda puede funcionar. La creatividad no hay que esperarla —de arriba—, tenemos que desplegarla horizontalmente. La familia cubana día a día se empodera y gana en inclusión, empatía, altruismo, resiliencia, a la par que los vínculos intercomunidad se fraguan.

Bien lo sabe la Casa de Orientación a las Mujeres y las Familias de Villa Clara, galardonada con el Premio del Barrio; así como la CCS Cuba socialista, del municipio capitalino de Marianao, o la escuela primaria 26 de Julio, del Consejo Popular Puerto Esperanza, en Viñales, Pinar del Río. O aquellos hombres y mujeres de los Destacamentos Mirando al Mar, centinelas de nuestras costas en aras de la seguridad de la nación. Y los miles de brazos extendidos para donar sangre y salvar vidas en gesto humanísimo, digno, virtuoso.

Los CDR somos todos y juntos podemos afianzar la participación y las experiencias de trabajo en la comunidad, con perspectiva de mejoras, a partir de articular y armonizar la presencia del pueblo en la proyección y ejecución de estrategias comunitarias para satisfacer necesidades humanas y espirituales. El barrio celebra porque presume de los suyos, porque nos queremos y necesitamos, porque defender los Comités de Defensa de la Revolución constituye hoy un desafío de amor.

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