El asedio a Cuba de ciclones tropicales en una isla que no escapa a estos fenómenos naturales que cada año cobran mayor poder destructivo a causa del cambio climático, obliga a estar siempre preparados y alertas.
Aun cuando el Instituto de Meteorología mantiene una estrecha vigilancia de estos eventos en nuestra área geográfica, y la Defensa Civil sigue de cerca su evolución con la emisión oportuna de notas informativas, nunca estará de más la puesta en marcha de acciones preventivas para minimizar los daños causados por los fuertes vientos e intensas lluvias.
Se trata de no dejar para mañana lo que podamos hacer hoy, y asegurar en los campos el acopio oportuno de cultivos de ciclo corto para su comercialización inmediata a la población, y su traslado a lugares seguros.
Apremia también la búsqueda de mecanismos que aseguren los sistemas de riego dispuestos en los campos, así como la maquinaria agrícola y los techos de naves que pudieran ser arrancados por los vientos, y crear condiciones para la protección de los animales.
En los tiempos difíciles en que vivimos, donde el combustible escasea y el parque de camiones de organismos está afectado por el déficit de neumáticos y piezas de repuesto, resulta necesario no descuidar la tala de árboles del ornato público situados en el entorno urbano —una práctica dispuesta en los manuales que no siempre se cumple—, para evitar la caída de ramas sobre el tendido eléctrico y telefónico. Estas afectaciones conllevan a excesivos gastos de los recursos que invierte el estado, una y otra vez, para reponer la electricidad y la telefonía fija en el menor tiempo posible.
Urge, además, proceder a la limpieza oportuna del alcantarillado de pueblos y ciudades —actualmente atascados—, lo que impiden la correcta evacuación de las aguas, una de las causas principales de inundaciones en zonas bajas.
De igual forma, habrá que llamar al sentido común del personal dedicado a la limpieza de instituciones públicas y también a barrenderos de Servicios Comunales, quienes durante su faena diaria no realizan una correcta evacuación de los desechos y arrojan los desperdicios a los registros del alcantarillado y ríos que atraviesan la ciudad de Santa Clara, sin pensar en las consecuencias de sus acciones.
Cuánto más pudieran hacer los organismos implicados en su radio de acción para incorporar a su agenda de trabajo tareas inaplazables, cuando existe tiempo suficiente para atenuar el impacto de los ciclones y contribuir con el ahorro de los recursos utilizados en las labores de recuperación, si cada cual hace lo que le corresponde, aun cuando en Cuba nadie queda desamparado.