Parada en Tajadora

Con rendimientos cañeros superiores a las 60 t/ha la CPA Bernardo Dí­az, en Tajadora, Cifuentes, clasifica entre las 60 mejores productoras de caña del paí­s.

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Entrega de caña por la CPA Bernardo Díaz, de Cifuentes.
La entrega de caña al basculador del ingenio constituyó una garantía en los altos económicos de los campesinos. (Foto: Luis Machado Ordetx)
Luis Machado Ordetx
Luis Machado Ordetx
@MOrdetx
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14 Mayo 2018

«Del fango a la cima de una loma, y no paramos en otros ascensos », dijo hace poco en Tajadora, Cifuentes, Yamilé Báez Fernández, una mujer apegada al campo. No entendí­ en principio de qué hablaba, aunque los ejemplos se ilustraron con datos estadí­sticos. Entonces se despojó del habitual sombrero de yarey, para demostrar el por qué sitúan a su cooperativa entre las mejores productoras de caña de azúcar del paí­s. No por gusto en las superficies que atienden los rendimientos rebasan las 60 toneladas por hectárea, una cifra de excelencias en el cultivo de la gramí­nea.

A partir de 2012 comenzaron los cambios. En esa fecha advierte la única fémina del noroeste municipio villaclareño que preside una Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) «tení­amos más de un millón de pesos en deudas bancarias, y los volúmenes cañeros eran muy bajos. El marabú invadí­a todo, y hasta las guardarrayas y caminos interiores se perdieron con las infestaciones del indeseable arbusto espinoso.

Yamilé Báez Fernández, presidenta de la CPA Bernardo Dí­az.
Yamilé Báez Fernández, la presidenta de la CPA Bernardo Dí­az, recalca que el trabajo colectivo es esencial en faenas agrí­colas. (Foto: Luis Machado Ordetx)

«Sólo contábamos con pocos socios, los aportadores de tierra, ya ancianos, y algunos familiares. Era necesario agradar a los jóvenes, ¿pero cómo lograrlo con lo exhibido? Las ofertas de empleo eran muchas, pero no atrayentes. Cuando llegué aquí­, procedente de la cercana CPA Sabino Pupo, nadie querí­a trabajar con esas limitaciones económicas, y desalentadores anticipos y nula estimulación. El dinero para repartir era escaso en medio de pésimas condiciones agropecuarias. Algunos pensaron que la solución estaba en refundar la cooperativa con otra aleñada. Imagí­nese, y para colmo, una mujer en la dirección y ante hombres curtidos por el sol y con decepciones por los escasos frutos que obtení­an en áreas de secano », señaló.

Los cambios, por supuesto, no salieron de la noche a la mañana. Es imposible. Hubo primero reuniones colectivas, y compromisos con recorridos por los campos. Reafirmaron el propósito de tomar decisiones certeras y convertir a la CPA  Bernardo Dí­az en  uno de los baluartes cañeros de la provincia. Tierras, aunque infestadas de marabú, existí­an, pero era necesario comprometer a todos los socios en una «aventura » que algunos catalogaban de inviable.

La mujer especializada en Recursos Humanos estaba acostumbrada al trabajo rudo, de agricultura, y  lo mismo emprendí­a labores diarias con un machete o guataca, que orientaba cómo hacer mejor las asistencias técnicas a los suelos. Ahí­ estuvo el primer ejemplo, con pocas horas de descanso y para atender a la familia. Hasta los más antiguos vecinos del asentamiento creyeron en un pronto desgaste fí­sico, pero...

Contra la abundancia del marabú se entabló el primer combate. Los escasos cañaverales existentes eran raquí­ticos. Primero «prometieron motosierras, pero llegaron tarde, y a machete y hacha se limpiaron las primeras 450 hectáreas de cayos e islotes infestados de malas hierbas. «Aquello eran marabuzales de anjá », comentan algunos socios. Los troncos de las plantas, en muchas ocasiones, tení­an más de cinco metros de altura y hasta 20 centí­metros de diámetro. Lidiar con ese panorama era en extremo difí­cil, y cuando llegaron las motosierras no sirvieron para el corte de madera.

El ejemplo individual y el deseo de echar para adelante se impusieron durante los primeros dí­as, y la presidenta de la cooperativa aparecí­a de improviso en los lugares más insospechados en los cuales se efectuaban las tareas planificadas para la jornada de la mañana. Nada de doble sesión ante el resistero del sol y la lluvia, y tampoco meriendas y almuerzos «mejorados », como dicen por ahí­.

Diversificar cultivos

El panorama en las inmediaciones de la comunidad campesina comenzó a cambiar. Las transformaciones se hicieron campo adentro, y también en las oficinas. Un decisivo apoyo estatal, así­ como de las direcciones polí­ticas y gubernamentales del territorio, contribuyó a que hombres y mujeres, y hasta jóvenes, tomaran en cuenta el rumbo progresivo de las actividades agropecuarias.

La fuerza femenina fue una fortaleza, y  después llegaron «jóvenes dispuestos a consolidar los aportes productivos. Unas 1200 hectáreas de marabú quedaron desmontadas, y luego del buldoceo y roturación se plantaron de caña », afirmó Báez Fernández.

Labores con tracción animal en CPA Bernardo Dí­az, de Tajadora, Cifuentes.
Las labores con los cultivos varios, a cargo de una brigada integral, afianzan los rendimientos de los suelos. (Foto: Luis Machado Ordext)

Los sembrados de caña representan el 75,6% del área en cultivo. En la actualidad unas 315 ha de caña, con rendimientos superiores a las 60 t/ha, dirigen al ingenio Héctor Rodrí­guez, en Sagua la Grande, todaví­a en zafra. En las faenas intervienen cuatro pelotones de corte mecanizado, y el trabajo se extiende más allá de las ocho horas diarias. De manera simultánea, en campo liberado de gramí­nea, efectúan la atención a los retoños y los cuidados culturales a las plantaciones. También acentúan las tareas de roturación de tierra y siembra para satisfacer los compromisos de venideras zafras.

Sin embargo, hasta las guardarrayas son aprovechadas para plantaciones de viandas y granos, vitales en el autoabastecimiento de los socios. La entrega de leche, a partir del mejoramiento racial del ganado vacuno, también contribuyó al incremento económico y a la solvencia monetaria.

En las fincas agrí­colas aplican el principio de vinculación de áreas, sin afectar el horario de atención a los cañaverales. ¿Cómo trabajan?, pregunto a la presidenta. «Todo se efectúa con una brigada integral de autoconsumo responsabilizada con la producción de cultivos varios. La atención a la masa animal también tiene sus implicados, para evitar desnutrición y muertes, y responder por los aumentos de la natalidad y la alimentación de las reses », subraya.  

El pasado año sobrepasaron los 38 000 litros de leche, y en el actual incluyeron otros 8 000 por encima de esa cifra. Hasta el momento el programa muestra cumplimientos satisfactorios, indicó Báez Fernández.

Acaso, ¿hay una taza de oro aquí­?, advierto. De inmediato la mujer responde: « ¡Qué va!, todaví­a no estamos satisfechos. Falta mucho. Hoy por los resultados monetarios, de acuerdo con el respaldo productivo, jóvenes de las cercaní­as desean incorporarse a la Cooperativa, y a veces tenemos que parar con los contratos eventuales. Al medio centenar de asociados, por anticipo diario, se les paga a cada campesino $ 70.00 pesos, y por concepto de estimulación, dos veces al año, alcanzan más de $ 4 000.00, cifras respetables », recalcó.

Al año, ya en liquidación, el ¿monto resulta altí­simo?, infiero. Báez Fernández, recalca: «Si, entre 35 y 40 000.00 pesos, pero todo está dado por los indicadores cañeros, aunque la venta de leche, ganado y otras producciones también dejan ingresos », acotó.

Ocuparse de la caña no es espinoso, señalan algunos socios, pero lo verdaderamente «difí­cil es levantar la plantación cuando primero hay que limpiar tierras ví­rgenes infestadas de marabú, y luego sembrar, cultivar y obtener otros frutos productivos que se revierten en mejores condiciones laborales y de vida para los hombres de campos ». Una máxima los anima, como dicen aquí­ desde hace un tiempo: Bienvenido el trabajo.

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