
«Los niños lo miran pasar aguerrido, y piensan, crecidos por la admiración, que ven un Rey Mago rejuvenecido, y con cinco días de anticipación »
Marcha triunfal del Ejército Rebelde, Jesús Orta Ruiz (Indio Naborí)

Han pasado 60 años, pero ningún otro 6 de enero ha tenido mayor emotividad que aquel Día de Reyes de 1959, cuando los barbudos, con Fidel al frente, entraron a Santa Clara en la Caravana de la Libertad.
La llegada de los victoriosos rebeldes a la capital de la antigua provincia de Las Villas era esperada con ansiedad por los pobladores de una ciudad que, apenas cinco días antes, había sido testigo de una batalla frontal contra los soldados de la tiranía de Fulgencio Batista, y las huellas estaban aún visibles en gran parte de la fisonomía citadina.
El Che había marchado hacia La Habana el 2 de enero, y ahora los santaclareños se aprestaban a recibir al libertador mayor: al Comandante en Jefe Fidel Castro, quien llegaba a esta ciudad con la justa fama ganada en más de dos años y medio de lucha revolucionaria en las montañas de la Sierra Maestra.
Fidel en Santa Clara
La mañana había amanecido fría y una llovizna pertinaz cubrió la ciudad en sus primeras horas, pero nada podía impedir la concentración multitudinaria que horas después del mediodía colmaría el parque Vidal para escuchar las palabras vibrantes del líder de la Revolución.
Bien temprano la Caravana de la Libertad había partido desde Sancti Spíritus, donde a las dos de la madrugada Fidel les había hablado a los espirituanos, y a su paso por Placetas, Falcón y otros pueblos de la actual geografía villaclareña recibió los vítores y aplausos de un pueblo agradecido y expectante.

A la entrada de Santa Clara, Fidel y sus hombres son recibidos por Enrique Olstuski, coordinador provincial del M-26-7 en Las Villas, quien alojó a Fidel y a los hombres de la Comandancia en la casa de sus suegros, lugar donde actualmente radica la Cámara de Comercio.
En su libro Gente del Llano, Enrique Olstuski, ya fallecido, rememora esas horas cruciales: «[...] Los primeros carros estaban frente a nosotros. De uno de ellos saltó Fidel y detrás de él, Celia. Entramos a la casa [...]. Fidel se veía cansado [...]. Me hizo muchas preguntas sobre el pueblo. ¿Qué pensaba? ¿Qué decían de la Revolución? [...] ».
Allí la comitiva descansó. Fidel recibió al periodista Carlos Lechuga Hevia y le concedió una entrevista. Mientras tanto, el pueblo poco a poco se agolpaba en los alrededores del lugar y se concentraba en el parque Vidal a la espera de ver y oír al líder rebelde.
Cerca del mediodía, la Caravana partió por la Carretera Central hasta la calle Colón, y de ahí enfiló hacia el corazón de la ciudad. No son pocas las fotografías que dan fe de la alegría del pueblo santaclareño que colmó las calles y dio vítores espontáneos a la Revolución triunfante.


Fidel venía en un jeep descapotable, rodeado por los hombres de su escolta, y detrás le seguían otras decenas de vehículos con los hombres humildes de la Sierra Maestra, que ayudaron a forjar la libertad y recorrían la isla con asombro.
Tanto los reporteros locales como de la prensa nacional e internacional dejaron para la posteridad evidencias de aquellos imborrables momentos. Allí estaban los periodistas villareños Felipe Fernández Roza y José Barrero del Valle, entre otros. Una fotografía del norteamericano Burton Samuel Glinn sería la portada de la revista Life del 19 de enero de 1959. También, se incluyeron las vistas televisivas, según la propuesta que formuló el periodista Carlos Lechuga a Fidel. El júbilo popular era enorme.
En la sede del Gobierno Provincial, hoy Biblioteca Provincial Martí, Fidel aprovecha para leer el periódico Prensa Libre y concedió entrevistas a reporteros allí reunidos. Entre ellas está la realizada por el periodista de la NBC, Giles S. Gianelloni, quien posteriormente la publicaría en The Chicago Tribune.
Gianelloni le preguntó a Fidel qué podía hacer Estados Unidos para mejorar las relaciones con Cuba: «Comenzó a hablar en inglés y no podía pararlo [...] El camarógrafo me hacía señas de que se le había acabado la película », rememoraría años después el reportero.
Fidel dio una conferencia de prensa en la que hizo alusión a diversos temas, que luego formarían parte del programa de la Revolución: la Ley de Reforma Agraria, el desarrollo industrial y agropecuario, la alfabetización, la formación universitaria, la carrera de Administración, la Reforma del Poder Judicial. También se refirió al periodismo y las tradiciones combativas del pueblo cubano.
El pueblo es quien manda
Pasadas las tres de la tarde, rodeado de rebeldes llegó Fidel hasta una tribuna improvisada para la ocasión. Le han antecedido otros oradores, pero cuando toma la palabra la ovación es enorme.
Sus primeras palabras ratificarían el rumbo que seguiría en adelante la entonces naciente Revolución cubana: «El que tiene que hablar de ahora en adelante, el que tiene que mandar de ahora en adelante, el que tiene que legislar de ahora en adelante, es el pueblo ».
Rememora los días inciertos después del desastre de Alegría de Pío: «Y cuando una tarde, después del primer revés, me vi con dos hombres y dos fusiles, y estuve 15 días antes de hacer contacto con mi hermano que se apareció con otros cuatro hombres y cinco fusiles, y fueron siete en total los fusiles que volvieron a aparecer, yo estaba tan tranquilo como estoy hoy, porque estaba seguro de que íbamos a ganar la guerra. Sencillamente por una cosa, por una razón: ¡porque creía en el pueblo! ».
Luego abogó por la unidad de todos los cubanos y ratificó la idea del pueblo como principal depositario del poder: «La gloria de los revolucionarios, de todos los que han combatido, pertenece al pueblo y pertenece a la historia. […] Y cuando tenga una dificultad vendré a ver al pueblo y cuando tenga un problema vendré a ver al pueblo. […] el pueblo será quien diga la última palabra sobre todos nuestros problemas ».


También evocó al Che, «que fue el héroe de la batalla de Santa Clara, el líder, el dirigente, el jefe que dirigió la operación, con el apoyo de los demás núcleos que había en la provincia y que todos pagaron un precio muy elevado de sangre ».
Y desde Santa Clara llamó a lo que sería dos años después la Campaña de Alfabetización: «Aquí hay que lanzar un programa de alfabetización. Aquí no debe estar nadie, ningún maestro tranquilo mientras haya un ciudadano que no sepa leer ni escribir, porque es una vergí¼enza. No puede ser un ciudadano consciente de todos sus derechos, un ciudadano plenamente útil a su patria aquel que no sepa leer ni escribir. Hay que acabar con el analfabetismo de raíz […] ».
En los minutos finales de su pieza oratoria de más de una hora de duración, Fidel anunció el futuro promisorio de la Cuba nueva que nacía: « ¡Hay que trabajar para hoy y para mañana, para esta generación y para las generaciones venideras! ¡Hay que sentar sobre bases firmes el futuro grandioso de la patria! ».
Después del acto, cienfuegueros presentes lo invitaron a esa ciudad, y hacia la Perla del Sur parte con la Caravana de la Libertad. El día 7 de enero lo sorprende hablándoles a los trabajadores de la cervecería de Manacas, y de ahí sigue hacia Matanzas.
Ha sido un Día de Reyes diferente. La Revolución ha triunfado. Los mambises vestidos de barbudos han entrado en Santiago, luego pasaron por Santa Clara y arribaron de manera victoriosa a La Habana el 8 de enero de 1959.