
Los preparativos para la próxima zafra en Villa Clara, con menor asignación de recursos materiales que la precedente y volúmenes inferiores de materia prima, obligan a mirar con otros prismas las indisciplinas tecnológicas que originaron incumplimientos en la fabricación de crudo.

El discreto aprovechamiento de la norma potencial de molida en los ingenios, entre otros factores objetivos y subjetivos, contribuyó a no ejecutar como se estimó un 6.5% del programa de azúcar durante el período que terminó el pasado mes.
Por ese concepto la provincia, mayor productora de crudo del país, con siete industrias en activo en la recta final, estuvo distante de las 177 000 toneladas previstas.
La mayor incidencia, a pesar de las medidas higiénico-sanitarias de enfrentamiento a la COVID-19 y el esfuerzo de los azucareros, está en el bajo comportamiento de las molidas, registro que marcó un 47%, según se conoció en debate crítico en el cual intervinieron directivos, especialistas, operarios y cosecheros del sector.
Reynaldo Ruiz Guevara, director de producción industrial del Grupo Azcuba, precisó que el alto tiempo perdido en cosecha y transporte de caña, de acuerdo con los datos, se tradujo en pérdidas de unas 14 000 toneladas, cifra decisiva para la satisfacción de la meta.

Los volúmenes de caña quemada y las materias extrañas que llegaron a los basculadores y otras desobediencias agroindustriales perturbaron la calidad e inocuidad de los crudos. Ese aspecto, dijo Ruiz Guevara, a diferencia con lo apreciado en el resto del país, tiene un «estancamiento » en la provincia.
Alertó que en la venidera zafra, para la cual se organizan la reparación de maquinarias, así como la siembra y atenciones a las plantaciones, requiere de ingenios con molidas superiores al 70% y un crudo final que ostente rangos de competitividad en mercados foráneos.
En tal sentido Andrés Durán Fundora, director de la Empresa Azucarera, subrayó la necesidad de cambiar conceptos informales arraigados en fábricas, pelotones de corte y unidades productoras. También llamó a frenar los decrecimientos cañeros en un territorio urgido de plantar más y elevar los rendimientos por encima de las 38.31t/ha conseguidos en la contienda.
Por su parte Amado Cordero López, especialista de la entidad, añadió que las estrategias que se trazan tienden a torcerse por violaciones tecnológicas en áreas agrícolas e industriales.
Por su parte Félix Hernández Blanco aclaró que el nuevo Sistema de Pago de la Caña por la Calidad (SPCC), fijado a productores estatales y privados, marcó una diferencia, y llegó para quedarse, pero reclama rigor porque persisten fallas organizativas. No obstante demostró la calidad en los jugos primarios que procesaron las industrias, y hubo logros en la eficiencia fabril. Las materias extrañas disminuyeron en relación con la contienda anterior, pero todavía se registran elevadas cifras, según las muestras de laboratorios químicos, apuntó.
Durante el balance del sector se criticó a sistemas de zafra que violaron las estrategias de corte de caña de acuerdo con las composiciones de cepas establecidas, y tampoco definieron los índices de consumo de materia prima, con bajos rendimientos agrícolas y con campos infestados de árboles leñosos.

La generación de electricidad por tonelada de caña molida no se comportó como años anteriores, y la entrega al Sistema Eléctrico Nacional (SEN) quedó al 87% de lo planificado.
La ocasión fue propicia, además, para declarar al ingenio Héctor Rodríguez (Sagua la Grande), como el mejor de la provincia, mientras se entregaron certificados de reconocimientos a las industrias Heriberto Duquesne (Remedios), Panchito Gómez Toro (Quemado de Gí¼ines), Ifraín Alfonso (Ranchuelo), Quintín Bandera (Corralillo) y Carlos Baliño (Santo Domingo), y no alcanzaron sus encomiendas productivas las fábricas José María Pérez (Camajuaní) y Abel Santamaría, de Encrucijada.
También fueron estimulados trabajadores y especialistas con resultados sobresalientes en las entidades del sector.