En aras de mejores prácticas de manejo de los recursos pesqueros al norte de Villa Clara, la Oficina Nacional de Inspección Estatal (ONIE) en la provincia controla el cumplimiento de las medidas regulatorias en materia de pesca.
Las principales violaciones son la pesca sin licencia y en lugares no establecidos, utilizar artes no aprobadas, la pesca submarina en días no instituidos y la captura de especies tóxicas o vedadas», explica Elías Pérez López. (Foto: Carolina Vilches Monzón)
Claudia Yera Jaime
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04 Junio 2024
04 Junio 2024
hace 5 meses
Los pedraplenes marinos constituyen una fuente de estrés ambiental. Está demostrado que casi todos los trastornos ecológicos que ocasionan en el ambiente donde se insertan tienen un basamento hidráulico, al interrumpir o atenuar, significativamente, el recambio de agua plataforma-océano y limitar el trasiego de especies.
Para disminuir el efecto ambiental que puede significar la inserción de un muro continuo en el mar, se incluyen puentes en su trazado; los del pedraplén Caibarién-Cayo Santa María contribuyen a mantener la biodiversidad en hábitats críticos para recursos pesqueros en la región.
Estos hábitats críticos (áreas de reproducción, sitios de desove, zonas de crianza, corredores biológicos) constan de recursos marinos de alto valor comercial y diferentes ambientes inestimables, como praderas de pastos marinos, arrecifes coralinos, manglares y otros pelágico-costeros.
«Le corresponde también a la ONIE conceder, renovar, modificar y cancelar autorizaciones de pesca en concordancia con los requisitos y procedimientos establecidos por el Ministerio de la Industria Alimentaria».
Para el cuidado de las áreas marinas protegidas se trabaja en pro de un balance explotación-conservación, ya que están expuestas a multiplicidad de usos relacionados con la pesca, el turismo, el cabotaje, el desarrollo industrial y poblacional costero, entre otras actividades antropogénicas que, sumadas a factores de índole natural, inciden en la calidad del ecosistema.
En aras de mejores prácticas de manejo de los recursos pesqueros al norte de Villa Clara, la Oficina Nacional de Inspección Estatal (ONIE) en la provincia tiene la encomienda de controlar el cumplimiento de las medidas regulatorias vigentes en materia de pesca y garantizar el uso racional de los recursos acuáticos y la conservación de su hábitat, en interrelación con las Tropas Guardafronteras, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), Guardabosques, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), el Centro de Estudios y Servicios Ambientales (Cesam), y la Oficina de Regulación y Seguridad Ambiental (ORSA), entre otros.
«El cuerpo de oficiales inspectores territoriales lleva a cabo acciones regulatorias, de prevención y enfrentamiento a las violaciones del régimen de pesca regulado en la Ley no. 129, Ley de Pesca, la cual establece que pescar sin la debida autorización o con la licencia vencida se penaliza con multa de 5000 pesos, y en atención a la importancia y gravedad de la infracción detectada, también pueden aplicarse como medidas accesorias la suspensión o cancelación de la licencia y el decomiso del producto, las artes y avíos de pesca, incluyendo los buques, embarcaciones, artefactos navales y cualquier otro medio utilizado para cometer la infracción o directamente vinculado con este», explicó a Vanguardia Yulexis Meneses Linares, directora de la ONIE Villa Clara.
Por otra parte, Elías Pérez López, oficial inspector territorial de Villa Clara, jefe de grupo del municipio de Caibarién, puntualizó: «Por la orilla del litoral se puede pescar sin el empleo de medios flotantes, pero el pedraplén no es litoral ni orilla, sino un lugar construido para permitir el acceso al polo turístico; no se puede pescar en ninguno de sus casi 50 kilómetros».
Pedraplén adentro
El operativo comienza bien temprano. Desde que amanece, en los puentes pululan los pescadores ilegales, tanto de lunes a viernes como los fines de semana. Pescadores que, en su mayoría, acceden de incógnito o con permiso para otras actividades en el destino turístico.
El cuerpo de la ONIE va acompañado por un joven oficial de la PNR. Los operativos distan de ser apacibles. «Unos infractores resultan muy receptivos, pero la mayoría se envalentonan y han llegado a amenazarnos con armas blancas. El enfrentamiento nunca es benévolo», asegura José Ramón Alejo Machado, inspector.
En uno de los primeros puentes, tres hombres, pitas en mano, intentan darse a la fuga cuando ven la camioneta; pero Alejo, intrépido al volante, los supera en velocidad y pericia. La multa queda impuesta, no sin antes cotejar los números de carné con el Minint y descubrir que uno era falso.
Kilómetros adelante, en el Canal de los Barcos, son más los pescadores, dos de ellos, de entre 20 y 30 años, se lanzan al agua a toda velocidad para escapar de la sanción; pero dejan atrás, escondidas, las artes de pesca y dos bicicletas que resultan descubiertas por los inspectores. Ante el hallazgo de sus pertenencias, bracean hacia tierra, y el de mayor estatura cojea por un golpe en el tobillo al tirarse al agua.
Ernesto Antonio Monteagudo Carvajal, patrón de la lancha de la ONIE, acompaña, casi siempre, los operativos vía marítima, y muchísimas veces ha tenido que salvar a violadores de la Ley de Pesca, que, en su estampida, sufren traumas físicos o los arrastra la corriente. En el puente 10 pesca un hombre grueso, de 50 y tantos años, que también intenta buscar refugio en el mar. Elías lo espera paciente, y 20 minutos después la multa es un hecho. Tretas y bravuconerías no pueden con hombres que cuidan del pedraplén como un hijo mimado. En la tarde, de regreso a la Empresa Pesquera, entregan el pescado decomisado y las artes de pesca.
Les corresponde a las mujeres y los hombres de la ONIE velar por las regulaciones para el adecuado ordenamiento, administración y control de la pesca, en función de la conservación y el aprovechamiento racional de los recursos hidrobiológicos en las aguas marítimas, fluviales y lacustres de Cuba. Numerosos retos impone el vial turístico Caibarién-Cayo Santa María, región con una marcada vulnerabilidad ecológica y grandes riesgos para la biodiversidad, y que demanda un holístico trabajo de preservación.