En los primeros meses de 1958 se produce una consolidación de la lucha guerrillera y un cambio cualitativo en la guerra. A la vez, se mantiene en ascenso el clima insurreccional en el país.
Varias acciones exitosas dentro de la actividad clandestina y el derrocamiento del dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez crearon un ambiente propicio. Los dirigentes del 26 de Julio en el Llano se sintieron motivados a desplegar un eslabón fundamental de la nueva estrategia revolucionaria de Fidel Castro: la huelga general.
Aunque sería casi imposible evaluar la cantidad o magnitud de las acciones efectuadas, eventos como el ataque al cuartel de Quemado de Güines, la interrupción de la Carretera Central en Manacas, y la paralización y dominio absoluto de Sagua la Grande dejaron huella en el territorio villareño.
El máster Adolfo Enrique Rodríguez Cima relata a Vanguardia:
«El asalto al cuartel de la Guardia Rural de Quemado de Güines se llevó a cabo por fuerzas al mando de Víctor Bordón Machado. Desafortunadamente no tuvo éxito y complejizó las acciones en Sagua al ser enviadas fuerzas del Tercio Táctico de Santa Clara para reforzar el lugar».
La canción Ricordate Marcellino, de Renato Carasone, sirvió de prólogo musical al llamado a la huelga. A las 11:00 a. m. detonó un artefacto explosivo en la esquina de la fundición McFarlane y los muchachos de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, cuchillos en mano y con algún que otro revólver y escopeta vieja, fueron a rubricar su compromiso con la patria frente a un escuadrón de guardias de la dictadura armados con fusiles de grueso calibre.
Como en otras regiones del país, la escasez de recursos se hizo patente. Solo había armas para 33 personas. En espera de un alijo que debía llegar procedente de un desembarco por la zona de Nazábal, según cuenta Humberto González (el capitán Samuel), fueron proporcionadas 50 balas calibre 45 para pistolas, algunos detonantes y pedazos de mechas.
El plan de acción concebía paralizar toda la ciudad, tomando en consideración que en ella radicaban varias industrias; mantener el comercio cerrado y tomar los puntos más altos para hacer frente desde ellos al ejército. Durante 24 horas este pueblo colocaría sobre su cabeza el gorro frigio de la libertad.
De rojo se tiñó el cielo como resultado de la bizarría de los sagüeros. La primera víctima fue Manuel Garrido, quien cayó ultimado por un soldado frente a la estación ferroviaria, al trabársele un cartucho en la recámara del fusil. Al intentar rescatarlo perdió la vida Fidel Arredondo.
Fue herido de muerte Mario Antonio Pérez. Un joven de 16 años, Lázaro Barrios, lo cargó a duras penas y lo introdujo en uno de los salones de la terminal ferroviaria. Poco después, al ser revisado el lugar por los casquitos, fueron asesinados sin mediar palabra.
En Santa Clara, se dispuso la integración de varios grupos que operarían en diversas partes de la ciudad. Uno se acuartelaría en la panadería Santa Teresa, con el propósito de actuar desde este lugar hacia el barrio Condado. Otro se ubicaría en el garaje Línea, en la intersección de la vía férrea en la Carretera a Camajuaní, y un tercero en el edificio Maribán, ubicado en la esquina de Cuba y Estrada Palma.
La contraseña para iniciar las acciones sería un repiqueteo de las campanas pertenecientes a la iglesia La Pastora. Sin embargo, este no se produjo, lo cual incidió en que algunos de los movilizados no se incorporaran a la acción.
El plan inicial sufrió diversas variaciones en la práctica, y aunque diversos factores impidieron el éxito, durante varias horas la ciudad se mantuvo semiparalizada y los revolucionarios se batieron valerosamente, en condiciones de total inferioridad, contra fuerzas que los superaban.
Otro 9 de abril, esta vez de 1997, surge la Oficina del Programa Martiano (OPM). A pesar de la diferencia de época, contexto histórico y motivaciones de estos hechos, la prédica martiana siempre puede funcionar como un hilo conductor. La eticidad y el sentido del deber sirven para describir todo proceso revolucionario, y en Cuba estas palabras convergen en Martí.
Leonardo Gabriel Pérez Leyva, presidente de la Filial de la Sociedad Cultural José Martí (SCJM) en Villa Clara, plantea que la «OPM constituye el órgano rector del trabajo en torno al pensamiento, vida y obra de José Martí en Cuba y el mundo». Esta se compone del Centro de Estudios Martianos, la Sociedad Cultural José Martí y el Proyecto Crónicas: Archivo de Armando Hart.
La SCJM cuenta con una estructura de filiales en las provincias, a diferencia de la OPM, con sede única en la capital. La filial provincial conmemoró este 2024 el aniversario 130 de la caída en combate de José Martí y el 200 de Carolina Rodríguez Suárez, la villaclareña que Martí considerara el «alma de Cuba».
Desarrollaron la orientación de la Estrategia de trabajo del Grupo Nacional de Bosques, Jardines y Huertos Martianos, que fue concebida para el período que media entre el 2024 y el 2026 e incluye la realización de un evento internacional en el 2025. Además, en este año comenzará a realizarse una Jornada para conmemorar el centenario de Fidel Castro Ruz, que comprenderá desde agosto a diciembre del 2026.
«Necesitamos insistir más en la ética martiana como lo hacía Fidel y como señalara igualmente él. Necesitamos profundizar en la síntesis que él hizo entre el pensamiento martiano y el marxista-leninista; en ello se encuentra el fortalecimiento de los principios martianos y marxista-leninistas como el antimperialismo, el de una cultura general e integral, el del vínculo entre el estudio y el trabajo, y el trabajo físico e intelectual, entre otros», argumenta Pérez Leyva.