Artesaní­a de las manos de Odeibys

A pesar de su discapacidad, el niño manicaragüense Odeibys Vázquez Torres aprendió a componer objetos artesanales que dona a niños de cí­rculos infantiles.

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Odeibys Vazquez
En un taller improvisado en el comedor de su casa, Odeibys compone figuras que incorpora a sus creaciones. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Idalia Vázquez Zerquera
Idalia Vázquez Zerquera
@IdaliaVzquez
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30 Marzo 2017

Odeibys Vázquez Torres no le teme a su enfermedad, y aunque la dolencia le exige llevar una vida sosegada, al padecer del Sí­ndrome de Silver-Russell trastorno congénito que afecta el crecimiento y conlleva a padecimientos como malformación en las vértebras, osteoporosis e insuficiencia suprarrenal, dedica tiempo para componer con sus propias manos objetos artesanales.

«Su vocación por las artes manuales es innata. Ningún miembro de la familia las ha practicado », insiste su mamá, Marelys Torres Arboláez.

Odeibys Vázquez
Dos veces a la semana la maestra ambulante, Eva Julia, visita al niño para dotarlo de los conocimientos correspondientes al cuarto grado. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
Odeibys Vázquez
El apoyo de sus padres ha sido fundamental para sortear la enfermedad. (Foto: Ramón Barreras Valdés)
 

Relata que un dí­a lo encontró revolviendo la ropa en busca de un retazo de tela. Al indagar por lo que hací­a, le dijo que querí­a reproducir la pequeña oveja de peluche que le habí­an regalado como juguete. Al regresar a la mesa del comedor, donde el muchacho creaba la figura, comprobó la similitud de la obra con el objeto original.

Marelys agradece a los médicos las atenciones con su hijo de 10 años. Con frecuencia lo acompaña al Hospital Infantil José Luis Miranda, de Santa Clara, así­ como al pediátrico William Soler y el Instituto Nacional de Endocrinologí­a de La Habana, para comprobar su estado de salud y recibir tratamiento.

A fin de asegurar su traslado a los centros asistenciales y evitar afectaciones por la larga travesí­a, una ambulancia con personal y equipos especializados, mensualmente se estaciona frente a su casa en la calle Jesús Menéndez del consejo popular Manicaragua 3, para conducirlo a las instituciones sanitarias.

Odeibys no se rinde, y cada dí­a adquiere más habilidad, entre ellas, la técnica de hacer figuras de animales con papel maché, que incorpora a la mesa de centro de la sala.

Aun cuando su padecimiento no le impide caminar, lleva consigo el corsé que le indicó el ortopédico, para corregir las deformaciones óseas y mantenerlo erguido.

Al no poder asistir a la escuela como cualquier otro niño de su edad,   acoge en su vivienda a la maestra ambulante Eva Julia Gallardo Espinosa, para recibir las asignaturas del 4to. grado.

«Odeibys es avispado, curioso y disciplinado. Le gusta leer y escribe con soltura. Siento admiración por él, porque ha sabido convivir con la enfermedad sin desanimarse ».

Marelys toma entre sus manos la engrosada historia clí­nica que lo acompaña desde su nacimiento, y por un momento su rostro se torna triste, pero pensar en sus avances la hace sonreí­r.

«Presenta problemas de crecimiento propios de la enfermedad; sin embargo, desde que le mandaron las ámpulas de  Norditropin para estos casos, se ha espigado. Él mismo se inyecta diariamente la hormona ».

Artesaní­as de Odeibys Vázquez
Parte de la colección de Odeibys en su hogar, en Manicaragua. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

También la Asociación Cubana de Limitados Fí­sico-Motores (Aclifim) de Manicaragua, lo acogió en su seno, y lo convirtió en el asociado más ducho en las artes manuales.

«Odeibys integra el proyecto cultural Vamos a andar refiere la vicepresidenta Odalys Torres Pérez,integrado por niños con discapacidad de la Aclifim, la Asociación Nacional de Sordos e Hipoacúsicos (Ansoc) y de Ciegos y Débiles Visuales (Anci), cuyas obras y pinturas son expuestas en la Casa de Cultura de Manicaragua y otros locales del municipio y la provincia ».    

Además de los dibujos y objetos que de manera desinteresada  dona a los cí­rculos infantiles, el muchacho ha ganado concursos y participa en competencias de juegos de damas y parchí­s, bajo la tutela del deportista Luis Reyes Carpio.

Al preguntarle sobre la profesión que le gustarí­a practicar en un futuro, confesó su deseo de trabajar en un laboratorio para salvar vidas humanas, sin  abandonar su vocación por la artesaní­a y la literatura.

Una noche soñó que era un gran escritor y contaba la historia de su vida, para que los niños con discapacidad enfrenten con optimismo los desafí­os del destino y practiquen la artesaní­a: una manera de sentirse útiles, desarrollar el intelecto y la creatividad.                        

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