Moncadista y expedicionario del Granma hablan de Abel y del Che

Ernesto González habla de Abel Santamarí­a, y Gilberto Garcí­a revela una conversación que corrobora la estancia del Che en la Marina Mercante Argentina.

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 El Moncadista Ernesto González y el expedicionario del yate Granma, Gilberto García recorren el Museo
El Moncadista Ernesto González y el expedicionario del yate Granma, Gilberto García recorren el Museo.. (Foto: Ramón Barreras Valdés).
Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
2304
23 Junio 2017

Ernesto González Campos fue seleccionado para integrar el grupo que el 26 de julio de 1953 tení­a como misión tomar la posta 3 del cuartel Moncada. Mientras Gilberto Garcí­a Alonso vino en el yate Granma, pues, como afirma, tuvo el privilegio de integrar el selecto grupo de 82 expedicionarios que desembarcó el 2 de diciembre de 1956, por los Cayuelos, Playa Las Coloradas, para cumplir el compromiso de Fidel de Ser Libres o Ser Mártires.

Acá en Villa Clara, provincia que recorren desde ayer, está la cuna de Abel Santamarí­a Cuadrado, el segundo jefe del Movimiento, y de su hermana Haydée, la Heroí­na del Moncada, y también se encuentra el sagrado recinto donde reposan los restos del Che y los de sus compañeros del Destacamento de Refuerzo.

Ernesto y Gilberto rinden honores al Che ante su nicho. (Foto: Ramón Barreras Valdés).

Ernesto conoció a Abel en aquellos meses de entrenamiento previo a la acción del Moncada. Lo califica, como Fidel, el alma del Movimiento: «Un joven que convencí­a con la palabra, de hablar pausado. Era como el propio Fidel, pero no tan impulsivo, aunque igual de persuasivo. Estuvo muchas estuvo veces reunido con nosotros. Nos trataba con una delicadeza muy grande. Era muy amable y cariñoso. Fiel a Fidel, al extremo que a la hora de salir al combate pidió estar en el lugar de mayor peligro para cuidarlo, pues consideraba que Fidel no debí­a morir, pues si morí­a, la incipiente Revolución también morirí­a.

Fotocopia del documento que prueba que el Che fue enfermero en un barco de la marina mercante Argentina. (Fotocopia del autor).

«De todos nosotros fue el que más sufrió en el Moncada, pues le arrancaron un ojo con una bayoneta, pero no habló, se mantuvo firme. Al igual que su hermana Haydée, quien dijo que si Abel no habí­a hablado, ella tampoco lo harí­a y que “morir por la Patria es vivir ».

Mientras Gilberto revela una anécdota poco, o desconocida del Che, a quien conoció en Ciudad de México en una de las casas que albergaba a los futuros expedicionarios. Se trata de la conversación que sostuvo con el futuro Guerrillero Heroico y este le reveló sus experiencias como marino mercante:

«Casi nadie sabe que el Che se enroló en un barco mercante como enfermero y de eso me habló en una de esas noches en que muchos salí­an a conocer la ciudad y él, que ya habí­a estado antes en México, preferí­a quedarse leyendo. Yo también me quedé algunas veces y por esa razón simpatizamos bastante, pues nos poní­amos a hablar de nuestras cosas.

«En una oportunidad le dije que me enseñara a inyectar y me enseñó, buscando las venas y explicándome cómo se poní­a la inyección. Y en otra de esas conversaciones me reveló laa experiencia suya como enfermero de un barco mercante y los problemas que tuvo con el capitán del barco durante la travesí­a.

«Esto no lo habí­a contado nunca, o mejor dicho, no lo hací­a desde los primeros años de la Revolución, cuando se lo comenté a Don Ernesto, el padre del Che, y este lo negó. Creí­ que hasta podí­a ser un error mí­o. Pero ahora acá en el Museo vi el carné de enfermero del Che y el documento que demuestra su breve estancia marinera. Así­ que vuelvo a narrar aquel desconocido pasaje.   Y confieso que me dio mucha satisfacción comprobarlo acá en el lugar donde descansan sus restos ».

Este sábado ambos revolucionarios visitarán Encrucijada, cuna de Abel y Haydée, y también del lí­der azucarero Jesús Menéndez, cuyas casas natales, convertidas en museos, Ernesto y Gilberto, asaltante del Moncada, el primero, y expedicionario del Yate Granma, el otro, conocerán.

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