Los pioneros del Hanabanilla (+ Video)

Un trabajo sobre los niños que viajan todos los dí­as en lancha para poder ir a la escuela.

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Embarcación La Estrella
Tres embarcaciones, La Estrella, Ismaelillo, y Siguanea, pertenecientes a la base fluvial de transporte, recogen a los pioneros todos los días. (Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate).
Por: Jennifer Romero Andreu e Ismael Francisco/Cubadebate.
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04 Julio 2017

La buena amiga Yamile Treto despertó mi curiosidad, unos meses atrás me dijo: «tienes que ir a hacer un trabajo sobre los niños que viajan todos los dí­as en lancha para poder ir a la escuela ». La idea me entusiasmó y comencé a tramar cómo llegar hasta  las márgenes del lago Hanabanilla, en la provincia de Villa Clara.

Finalmente, en una de las últimas tardes del curso escolar que recién concluyó, pudimos llegar Jennifer y yo a Manicaragua. Preguntamos por la embarcación y nos dijeron que tení­amos que salir a las 5:00 a.m. para poder abordarla en el embarcadero.

Allí­ supimos que el singular transporte que lleva a una decena de pioneritos hasta el Centro Escolar Mariana Grajales tiene que salir tan temprano, pues el primer niño que debe recoger vive a 13 kilómetros, en Cueva de la Vieja.

En penumbras subimos a «La Estrella », la pequeña embarcación que pilotea Nelson Dorta, un hombre grande y muy serio, como esos conocedores del mar que vemos en las pelí­culas de antaño. Ya en marcha sobre el único lago intramontano del paí­s, una suave brisa anunció la llegada del alba y de un tirón  se alumbró el Escambray.

Tras los primeros 40 minutos del viaje por mansas aguas, divisamos en la ribera al primer niño y su mamá. Ambos utilizaron una piedra como espigón y Marlon Roberto subió al barco que transporta los sueños y aspiraciones de los pequeños de aquella intrincada zona montañosa, dividida en dos por la presa Hanabanilla.

Hace más de 50 años que los alumnos residentes en las cooperativas Tomás Niebla y Reynaldo Richie tienen su propia «nave » para trasladarse hasta su escuelita nos comentan, si no tendrí­an que andar durante horas o sus padres se verí­an obligados a abandonar las montañas con tal de no perjudicar el futuro de sus hijos.

Llegamos a otro atracadero y un avispado pequeñí­n escaló ágilmente a “La Estrella” sin permitir que Osmel Turiño, el administrador de la Base de Transporte Fluvial del Hanabanilla, pusiera la improvisada escalera que hace más fácil el abordaje.

Marlon Roberto subió con su amplia sonrisa y se quedó quieto justo al lado de nosotros, nos examinó de arriba abajo durante unos segundos y corrió a saludar al patrón. Marlon tiene 10 años, cursa el 4to grado y hoy tiene prueba de Matemáticas. No se ve nervioso ni apenado, por el contrario, accedió plácidamente a conversar. Cuenta que salió bien en «Español » y que hoy también vencerá su «batalla » con las ciencias.

Anda la nave con destreza, como si estuviera en tierra firme o en casa, hace cinco años que hace este trayecto dos veces al dí­a, de lunes a viernes, todas las semanas del curso escolar. El pequeño conversa con nosotros, pero no está entretenido, le informa al patrón que la niña que deberí­a recoger en la próxima parada no estará, porque durmió en el pueblo, en casa de su abuela.

Nelson Dorta continúa navegando hacia un extremo del  Hotel Hanabanilla, donde recogeremos a los tripulantes que faltan. Marlon no para de hablar mientras ajusta los cordones de sus zapatos, mira el reloj, comenta las aventuras del dí­a anterior e intenta convencernos de que es un experto pescador. Definitivamente, salió de casa listo para enfrentarse a los números del saber.

Fue Marlon el primero en divisar al resto de sus compañeros, que ya descendí­an una ladera para llegar a otro improvisado embarcadero, colaboró en el masivo abordaje y se sentó demasiado quieto junto a los demás.

Media hora después termina el viaje. Los pioneros descienden del barco ágilmente, suben trillos y llegan a la cafeterí­a, una parada obligatoria para comprar la merienda y llegar al colegio con la mochila muy bien habilitada. Caminamos unos metros y la escuela surge imponente, el Centro Escolar Mariana Grajales lleva muy bien su nombre, reflexiono.

Durante unos minutos, el bullicio escolar reinó en la pequeña plaza donde todos se saludaron antes de formar una fila, organizados según el grado escolar que cursan. Una vez alineados, saludaron la bandera y otra vez se escuchó en el Escambray:  Al combate corred bayameses…

“La Estrella” llegó puntual y los pioneros del Hanabanilla tuvieron otro dí­a de clases.

Justo al amanecer iniciamos viaje, recorrimos 13 km por las aguas de la presa Hanabanilla, para llegar a casa del niño Marlon Roberto. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
El pionero Marlon Roberto, junto a su mama Yeni. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
El patrón del barco Nelson Dorta lleva 23 años navegando por las aguas del Hanabanilla. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Alrededor de diez niños son recogidos cada mañana y trasladados en lancha a su escuela, en la tarde los llevan nuevamente de regreso a sus casas. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Marlon Roberto cursa el 4to grado en la Escuela Mariana Grajales, comunidad Hanabanilla. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Osmel Turiño, administrador de la Base de Transporte Fluvial del Hanabanilla no solo colabora en el traslado de los pioneros, también en la transportación de las cosechas y el ganado de los campesinos de la zona. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Marlon Roberto y sus compañeros de clase disfrutando del viaje en la lancha. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
«La Estrella », la pequeña embarcación que pilotea Nelson Dorta. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
La llegada a la comunidad Hanabanilla. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Entre risas y cuentos se sube la cuesta para llegar a la escuelita. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Izan la bandera y cantan el Himno de la Patria antes de entrar al aula. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

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