El Ciget tocó las puertas del alma

Donan trabajadores del Ciget diferentes artí­culos para niños de la Sala de Oncohematologí­a.

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Sala de Oncohematología del hospital pediátrico José Luis Miranda, de Santa Clara
Trabajadores del Ciget durante la entrega de los obsequios. (Foto: Cortesía del Ciget).
Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
2507
18 Julio 2017
Bastó recibir su regalo para que el pequeño Luis disfrutara de su instrumento. (Foto: Cortesí­a del Ciget).

Fue en una de las tardes de este julio caluroso cuando los trabajadores del Centro de Información y Gestión Tecnológica de Villa Clara (Ciget) visitaron la Sala de Oncohematologí­a del hospital pediátrico José Luis Miranda, de Santa Clara.

Cada uno portaba una bolsa de regalos, esos que fueron adquiridos con los esfuerzos del propio colectivo a fin de que quedara en la infancia el recuerdo de quienes resultan los más destacados entre las dependencias de su tipo en el paí­s.

Todos aguardaban su momento. Allí­ estaba Luis, de solo 11 meses de nacido, o Wendy, quien ya cumplió 10 años, junto a otros pequeños. Ellos reciben complejos tratamientos ante enfermedades irreverentes de la sangre y sus tejidos en las que prevalecen leucemias, linfomas, y aplasias medulares, entre otras, que un dí­a el destino puso en el camino.

Mas, en este sitio no hay espacio para lágrimas ni lamentaciones. El corazón se agranda para hablar de esperanzas. Se comparten alegrí­as y mucho más cuando los propios trabajadores del Ciget contaron hermosas historias de casos que estuvieron ingresados en el mismo recinto, y hoy desarrollan su vida sin contratiempos.

Poco a poco se entregaron los obsequios. Cada obrero traí­a el nombre del infante hospitalizado, y por el ancho pasillo imaginé a los personajes de nuestro José Martí­ en una especie de fiesta. Era como si resurgieran Meñique, Bebé y el señor Don Pomposo, Nené Traviesa, y Pilar con sus Zapaticos de Rosa.

Era sentir a Teresita Fernández o a Liuba Marí­a Hevia que, guitarras en mano, recorrí­an los cubí­culos para alegrar con sus canciones y entonar en coro gigante Porque tenemos el corazón feliz, el Gatico Vinagrito, o Dame la mano y danzaremos.

Todos se sumaron al agasajo. Los integrantes del centro visitante, el personal especializado de la Sala, los padres, los niños…

Sí­, fue en una tarde de este julio en que se minimizó el calor para aplaudir sueños y encontrar en comunión los lindos colores del arco iris. Porque en esa jornada en que acababan de ratificar la condición de Vanguardia Nacional por segundo año consecutivo el Ciget tendió una especie de magia y llegó para tocar las puertas del alma.

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