
Villa Clara cuenta en la actualidad con una capacidad de embalse de apenas el 22,6 %, con un volumen de 228 millones de metros cúbicos de agua de un total posible de 1,012 millones, lo que hace bien tensa la situación del vital líquido en la provincia.
Según declaraciones de Tomás Díaz Pérez, delegado provincial de Recursos Hidráulicos, los 12 embalses del territorio; de los cuales, 5 abastecen de agua a la población, están deprimidos, lo que obliga a incrementar las medidas de ahorro.
La presa Hanabanilla, que abastece de agua potable a la ciudad de Santa Clara, está al 21,5 % de su capacidad de llenado, lo que representa solo 61 millones de metros cúbicos; de 286 posibles.
También la presa Minerva padece de la intensa sequía, con un 35,7 % de agua embalsada; o sea, 49 millones m3 de 123 posibles.
Mientras los embalses Agabama-Gramal y Palmarito están al 37,6 y 51,3 %, respectivamente, acumulan un volumen de agua que no rebasan los 1,5 millones de m3, el primero, y 41 millones, el segundo.
La presa Alacranes, el segundo mayor embalse de Cuba, con capacidad para 352 millones de metros cúbicos de agua está apenas al 11,8 %, con un acumulado de 41 millones de m3 del vital líquido.
En los últimos cinco años en Villa Clara, el promedio histórico de lluvia ha estado por debajo del 70 %, lo que ubica al territorio más central del país entre los de mayor afectación.
De acuerdo a los datos suministrados por el delegado de Recursos Hidráulicos desde los meses de octubre-noviembre de 2015, cuando la provincia llegó a algo más del 50 % de su capacidad de embalse, la cantidad del vital líquido almacenado viene disminuyendo.
Y aunque en el 2016 fueron cumplidos todos los compromisos establecidos con empresas y organismos; en este 2017, dada la persistencia de la sequía, se han sufrido niveles de afectación, todo lo cual obliga a un uso más eficiente del agua para evitar su malgasto.
Entre los 67 municipios más afectados por la sequía en Cuba; seis son de Villa Clara: Caibarién, Encrucijada, Placetas, Ranchuelo, Remedios y Santo Domingo.
Y aunque julio aportó niveles aceptables de precipitaciones, que en el caso del centro del país, alcanzaron el 102 %, el mes de agosto, según el Boletín de la Vigilancia del Clima, resulta uno de los dos que menos aguaceros aporta a la etapa lluviosa en Cuba.
El cambio climático llegó a para quedarse, y la sequía persistirá con sus efectos negativos, máxime en Cuba, cuyos recursos hídricos dependen de la cada vez más escasa lluvia, por lo que el ahorro y el uso racional del agua se convierten en un imperativo.
No obstante, el Gobierno realiza esfuerzos para que la solución no solo caiga del cielo, y a través de la Comisión Temporal de Enfrentamiento a la Sequía evalúa la situación en cada porción del territorio villaclareño, para garantizar, dentro de lo posible, el servicio de agua a la población a pesar de las pocas lluvias.