
Michel Contino Rodríguez es un guajiro santaclareño doblemente guapo: no solo desmontó a golpe de machete la tierra infestada de marabú que le dieron para criar ganado, sino que lo hizo sobreponiéndose a una grave limitación física, pues a los 19 años perdió la mano izquierda en un accidente, mientras pasaba el Servicio Militar.
Así que si de gente brava se habla, debemos contar con este joven campesino de 39 años que en el campo hace de todo, como el primero y el mejor de los hombres.
Verlo ordeñar vacas en su finca perteneciente a la CCS 1.o de Enero, en la zona del Valle del Yabú es disfrutar del excepcional espectáculo de la perseverancia humana. Con su única mano, la derecha, amarra las patas traseras y la cola del animal. Se auxilia un poco con el muñón del brazo izquierdo, y luego ordeña con rapidez y elegancia.

Michel también «tira » cercas, chapea potreros, enyuga bueyes, muda los animales; en fin, hace lo que haría cualquier labriego en plena capacidad física.
«Me fue difícil al inicio, porque nunca pensé perder una mano. Estuve más de un año y medio sin poder mover el brazo de la amputación. Todo lo tenía que hacer con la mano derecha, y el subconsciente no te trabaja igual. Con el tiempo fui adquiriendo práctica, casi sin darme cuenta.
«Hoy no existe nada imposible para mí: si hay una vaca fajadora, ahí voy yo; si es una “tetiduraâ€, esa la ordeño yo; si hay un tronco grande y pesado, también le meto el cuerpo para que la gente no esté hablando. Las mayores limitaciones de los seres humanos están en la mente ».
En un día común, a las tres de la madrugada ya Michel está en pie haciendo el café. De ahí a ordeñar sus 30 vacas, con la ayuda de otro vaquero, y al filo de las 6:30 de la mañana ha terminado. Ahora, cuando poco a poco ha empezado a llover, sus vacas promedian cinco y seis litros de leche: unos 150 cada día. Y en la época de la sequía acopiaba entre 40 y 50 litros diarios.
«Nunca dejé de entregar leche. Tampoco se me murió algún animal. La cuestión está en el cuidado y el amor que uno dedica a su trabajo. Ordeño temprano, pongo el ganado a pastorear hasta tarde, y no traigo las vacas para el cuartón mientras no estén hartas de comida ».
Reinier León Díaz, presidente de la CCS 1.o de Enero, habla con admiración de Michel: «Mi mejor ganadero. Una gente laboriosa y honesta, para quien la mentira no existe. Trabaja duro en su finca, de ahí los resultados que viene alcanzando. El año pasado entregó, además, 90 quintales de maíz y unos 30 de frijoles ».
Michel sueña alto: «Mi idea es hacer una vaquería que compita con las mejores del país. Quiero ir a la vanguardia ». Con esa convicción asegura que «no hay cosas imposibles, sino hombres incapaces ». A lo que me atrevo a sumar: mucho menos si se tiene al lado a una esposa tan trabajadora como Lisania López Toledo y a un hijo tan cariñoso y aplicado como su pequeño Diego, de nueve años.
La finca de Michel todavía no tiene nombre oficial. Pero el que ha pensado ponerle le retrata en cuerpo y alma: «El Sacrificio ».