Santa Clara y el alzamiento del 5 de septiembre de 1957

Aunque la ciudad de Cienfuegos fue el epicentro de la insurrección popular, acá en Santa Clara también se luchó ese dí­a por la libertad de la Patria.

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Colegio San Lorenzo, en Cienfuegos, durante el levantamiento armado del 5 de septiembre de 1957.
Colegio San Lorenzo, entre los últimos bastiones revolucionarios en ser ocupados por la tiranía. Allí combatió, al frente de los marinos sublevados, el teniente Dimas Martínez, nacido en Ranchuelo en 1909. (Foto: Tomada de Internet)
Narciso Fernández Ramí­rez
Narciso Fernández Ramí­rez
@narfernandez
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05 Septiembre 2017

Hace 60 años se produjo uno de los acontecimientos más importantes de la lucha en las ciudades contra la tiraní­a de Fulgencio Batista: el levantamiento armado del 5 de septiembre de 1957, en Cienfuegos.

Un suceso que, junto al 30 de noviembre de 1956, en Santiago de Cuba, y el 9 de abril de 1958, en Sagua la Grande, marcaron hitos en los intentos revolucionarios desde el Llano por conquistar el triunfo revolucionario que llegarí­a el 1ro de enero de 1959.

Ese dí­a, liderado por el M-26-7 y un grupo de marineros de la capitaní­a del Distrito Naval Sur, ubicado en Cayo Loco, la sureña ciudad de la antigua provincia de Las Villas estuvo ocupada de manera revolucionaria durante varias horas y en distintos puntos de la urbe hubo combates contra una fuerza superior en hombres y armamentos.

Fue una prueba fehaciente de la existencia de un pueblo decidido a cambiar radicalmente la situación del paí­s al precio que fuera necesario, y que al escuchar los primeros disparos se sumó de manera inmediata a la lucha en apoyo a los revolucionarios levantados en armas.

Por el M-26-7 estuvo al frente de la insurrección popular Julio Camacho Aguilera, quien llegarí­a a alcanzar posteriormente los grados de Comandante del Ejército Rebelde, y que pasada seis décadas de aquellos memorables sucesos, goza del privilegio de ver cumplidos los sueños inconclusos de entonces.

Mientras que el alférez de fragata Dionisio San Román, asesinado con posterioridad por las hordas de la dictadura, fue quien encauzó el descontento existente en el cuerpo armado de la Marina

Al decir de Julio Camacho Aguilera, en informe rendido a los pocos dí­as del levantamiento armado: «Las acciones se desataron en cadena por la ciudad en un hecho sin precedentes, el pueblo estaba respondiendo al 26 de Julio que armó a las milicias y al pueblo cienfueguero, los que combatieron dando vivas al 26 de Julio, viva a Cuba libre y a Fidel. [...] la Revolución fue dueña absoluta de la ciudad de Cienfuegos ».

Santa Clara, capital de Las Villas, estuvo muy vinculada a esos sucesos y aportó su cuota de sangre al martirologio de la Patria.

Tres hijos de la ciudad salieron a apoyar las acciones cienfuegueras e impedir el enví­o de refuerzos desde el Regimiento 3 Leoncio Vidal, hoy Ciudad Escolar Abel Santamarí­a, pagando con su vida tales actos de valentí­a.

Ese propio 5 de septiembre de 1957, fueron capturados, y posteriormente asesinados, los revolucionarios Laureano Anoceto March, su hijo Eduardo Anoceto Rega, y Rubén Carrillo Sánchez (Carrillito).

Laureano Anoceto tení­a un amplio historial revolucionario y habí­a luchado contra la dictadura machadista en los años 30. Ideales que trasmitió a su hijo Eduardo, quien le acompañó en las acciones revolucionarias de ese dí­a, en la que ambos pagaron con su vida.

Capturados por la policí­a batistiana, tras fracasar las acciones de apoyo al levantamiento armado cienfueguero, padre e hijo fueron terriblemente torturados y finalmente asesinados.

Igual suerte corrió el joven de 19 años Rubén Carrillo, quien también salió con una pistola a las calles santaclareñas en apoyo a los sucesos de la Perla del Sur. Malogrado el intento, Carrillito, como era conocido por amigos y compañeros de la clandestinidad, fue delatado por el dueño del edificio donde se refugió y torturado bárbaramente por los esbirros de la policí­a. Su cadáver apareció al siguiente dí­a en la Carretera de Manicaragua.

Hubo otros dos hijos de Villa Clara que cayeron en Cienfuegos ese propio dí­a: Alberto Rí­os Mayea, marinero nacido en Caibarién, quien murió combatiendo en la Jefatura de Policí­a sureña, y el ranchuelero Dimas Martí­nez Padilla.

Dimas Martí­nez, con los hombres a su mando, ocupó el Colegio San Lorenzo y mantuvo la resistencia hasta altas horas de la noche, en que agotado el parque fue hecho prisionero conjuntamente con otros marinos allí­ combatientes. La soldadesca batistiana enfurecida por la tenaz resistencia que habí­an hecho Dimas y sus hombres, los ametrallaron ya indefensos asesinándolos a todos.

Fidel Castro, al conmemorarse el aniversario 20 de esos trascendentes sucesos, al valorar la heroica resistencia por los marinos del teniente Dimas Martí­nez afirmó: «Ellos permanecieron combatiendo hasta horas de la madrugada, sitiados. Nadie sabe cómo fue el final, porque no quedó uno solo de los marinos, no sobrevivió ninguno. Pensamos que se le agotarí­a el parque, al final y los últimos combatientes, heridos y sin municiones, con seguridad fueron capturados y asesinados ».

Mientras, refiriéndose a la valentí­a mostrada ese 5 de septiembre, tanto en Cienfuegos, epicentro del levantamiento armado, como acá en Santa Clara y otros lugares de la Isla, el lí­der histórico de la Revolución Cubana, en ese propio discurso del año 1977, expresó:

«Y por eso es tan justo que rindamos este profundo homenaje nacional al pueblo valiente y heroico de Cienfuegos, a los once militantes del Movimiento 26 de Julio, que murieron ese dí­a en esta ciudad, a los cinco que murieron en Santa Clara, a los cuatro que murieron en La Habana, y a los veintiséis marinos que dieron su vida heroicamente ese dí­a en esta ciudad luchando contra la tiraní­a, ostentando el brazalete del 26 de Julio y luchando por la Revolución ».

A sesenta años de esos acontecimientos la ciudad de Cienfuegos vuelve a rememorar aquellos hechos, como también acá en Santa Clara serán recordados aquellos que dieron su sangre generosa para una Cuba mejor.

Tal y como expresa Fidel: «No pudimos mantener entonces el Cayo, no pudimos mantener el Colegio San Lorenzo, ni el Ayuntamiento, ni el parque Martí­, ni la ciudad [...] No lo tomamos entonces, pero lo tomamos después, y lo tiene nuestro pueblo ahora definitivamente y para siempre. Y hoy somos dueños de nuestra Patria, no solo porque supimos conquistarla, sino porque supimos también defenderla digna y heroicamente ».

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