Playa La Panchita, la embestida del mar

Hay pantanos y derrumbes donde antes hubo casas. Cuentan que en Playa La Panchita, la embestida del mar avanzó casi un kilómetro hacia dentro.

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Casas destruidas por huracán Irma en Playa La Panchita.
El consejo popular La Panchita, en la costa, fue uno de los más afectados por los embates de «Irma» en Corralillo. (Foto: Arelys María Echevarría Rodríguez)
Mairyn Arteaga Dí­az
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13 Septiembre 2017

Apenas un mes atrás el caserí­o de Playa La Panchita, en Corralillo, era sitio concurrido por vacacionistas; hacia el mar también iban los allí­ nacidos. Este septiembre el huracán Irma trajo el mar hacia ellos, en la parte más baja casi no se reconoce lo pintoresco; pantanos y derrumbes donde antes hubo casas. Mas la gente respira y vuelve a levantarse cerca del azul.

«En la escuela pensábamos que iban a   estar seguras las cosas se refiere Lázaro Valdés, de 57 años, a la "Carlos Casanova", donde levantó casi la totalidad del techo. Mucha gente de allá abajo, de la playa, las guardó aquí­; pero se me mojó el televisor, la computadora, todo… Pasé el ciclón en el hogar de ancianos, que fue hasta donde entró el mar, casi un kilómetro hacia adentro. Muchacha, para qué fue eso, y un "vientazo"del carajo. Todo se mojó, pero mejor que fuera con agua lluvia, porque la salada no se seca ».

 

En el municipio de Corralillo el huracán Irma batió por más tiempo. De sus ocho consejos populares, los más afectados fueron La Panchita, Rancho Veloz y Quintí­n Banderas.

Se afectaron 23 centros educacionales, de ellos 18 escuelas.

Más de 1170 viviendas dañadas que incluyen derrumbes totales y parciales.

Los campismos Ganuza, Sierra Morena y El Salto reportan daños severos. En El Salto, 190 cabañas sufrieron afectaciones parciales de techo.

Central Quintí­n Baderas, de Corralillo, sufrió afectaciones por el huracán Irma.
El conductor de bagazo del central Quintí­n Banderas, compuesto por 200 metros de acero, fue levantado por la fuerza de los vientos y tirado contra una de las naves del ingenio. (Arelys Marí­a Echevarrí­a Rodrí­guez)

Alrededor de 70 toneladas de azúcar crudo y 80 toneladas de refino húmedas en el central Quintí­n Banderas.

Aún permanecen evacuadas 60 personas, aproximadamente, de las más de 14 000 que se pusieron a resguardo antes del huracán.  

En Playa La Panchita también tienen propiedades vacacionistas que van allí­ solo en los meses estivales, pero acomodan las casas, las mantienen, las visitan. Algunos llegan hoy y solo encuentran el rectángulo de cemento del piso, las pertenencias desparramadas por ahí­; algunas no están.

Residente permanente en Manacas, Santo Domingo, Marisol Torres, de 51 años, tení­a propiedad de una vivienda allí­. «La casa, dice, estaba amueblada por dentro, como para vivir yo. Pasaba aquí­ desde julio a septiembre, y ahora esto. El colchón estaba entre el pantano, una taza de baño la encontré, otra la desbarató. Fí­jate, la pared de la vivienda vecina está debajo del techo de la otra de más allá los ojos de Marisol están rojos, hicimos una inversión aquí­, uno le habí­a tomado cariño al lugar ».

Carretera arriba la gente limpia y pone en orden lo que puede, la gente no se queja, parapetan, dicen, hasta donde sea posible: «Lo más importante es la vida repiten, y esa la tenemos ».

Bárbara Contreras, de más de 40 años, ha vivido toda su vida aquí­ en la playa. «Esta casa la que limpia es la de mi mamá, por suerte no nos hizo nada a nosotros; pero ya pueden ver el desastre, el mar llegó a esta altura, mira a mediación de persiana, y lo que deja el desastre es esto: mucho fango, mucho escombro del mar y escombros de las casas que se cayeron ».

Yordanka Martí­nez estuvo evacuada en uno de los centros educacionales de Rancho Veloz. «Tratamos comenta de hacer algunos arreglos, de remendar; pudo ser peor. Pensé no encontrar la casa, es de madera, aunque dicen que estas aguantan, que las de mamposterí­a con el batuqueo del agua dentro explotan señala el poco más de metro y medio que subió el mar. A la de mi cuñado le arrancó una ventana, yo creo que fue para que el agua saliera, porque por algún lado tení­a que ser ».  

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