Sumido en una «montaña » de libros está Carlos, bibliófilo empedernido, quien degusta el olor a viejo, las grandes estanterías, los ejemplares antiquísimos. Le pregunto sobre la biblioteca pública de su municipio, la cual visita de cuando en vez, y se rehúsa mirada y gestos rotundos― a colaborar.
Pero hay quienes ante periodista con grabadora en mano no callan lo que les hiere, perturba e incomoda. «Un desagravio para Juan Bruno Zayas » se titula la carta de René Cabrera Pérez ―publicada en Juventud Rebelde (20 de febrero de 2018)―, donde expone los criterios sobre el cierre, desde 2011, de la biblioteca de Vega Alta. Sin embargo, dicho caso no es exclusivo de la comunidad camajuanense: en la provincia ya suman seis las comunidades que, como Vega Alta, se quedan sin bibliotecas.
Concluido el 2017, el reporte de la Biblioteca Provincial Martí, rectora metodológica del sistema de bibliotecas públicas villaclareñas, demostró la crisis en el funcionamiento del sistema debido a varios factores. En esta edición, Vanguardia se sumerge entre el ser y el padecer de dichos centros.
¿La era de la informatización?
Si bien en las bibliotecas municipales los fondos pueden manejarse con relativa facilidad, realizar una búsqueda por materia, autor o título en la Biblioteca Provincial Martí cuyos fondos alcanzan la cifra de 69 093 títulos es una ingente tarea. Dicha situación incide en la rapidez, eficiencia y actualidad de la información que se oferta.
«A mí me exigen bibliografía actualizada y en soporte digital. La mayoría de los libros de estas bibliotecas son viejos y las normas bibliográficas nos exigen publicaciones con un máximo de cinco años de atraso. Venir aquí es por gusto », comenta Claudia García, estudiante del primer año de Medicina, luego de visitar infructuosamente la Biblioteca Provincial. Si hace años esta ofrecía servicio de Intranet en la Sala de Gestión, ahora, ante la obsolescencia y escasez de computadoras, el usuario debe solicitar su búsqueda y esperar hasta 72 horas.
La carencia de medios tecnológicos, así como la falta de acceso a las redes es un mal general en las bibliotecas públicas de la provincia. A ello agregamos que no existen medios electrónicos impresoras, fotocopiadoras, escáneres que apoyen la digitalización y conservación de ejemplares. Ello anula la posibilidad de usar las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), y el fomento democrático de las nuevas tecnologías.
María Luisa Jáuregui lleva 12 años trabajando en la Biblioteca Municipal Rafael María de Mendive, de Encrucijada. «Cuando teníamos las computadoras donadas por el proyecto belga, venían más usuarios a estudiar, a investigar o a leer. Ahora no podemos prestar esos servicios, y si sumamos que casi no logramos comprar buenos libros en la Feria, está siendo bien difícil atraer al público lector », explica.
Burocracia vs. libros: otros casos pendientes
La bibliotecaria encrucijadense agrega que «el presupuesto para la compra de ejemplares es muy escaso. Además, lo poco que se puede adquirir no podemos llevarlo a las sucursales, las cuales poseen colecciones en pésimo estado y contaminadas ».
Por un lado, los insuficientes presupuestos; por el otro, el sistema de pago con las unidades de apoyo a la actividad cultural como intermediarias, que, según las especialistas, ralentizan los trámites. «Los libros elegidos en octubre, todavía el 26 de febrero se encontraban en la librería Pepe Medina, de Santa Clara, esperando que se oficializara la liquidación de la deuda », comenta Elizabeth Casanova Rodríguez, subdirectora metodológica de la Biblioteca Provincial.
Héctor Cortiña, director de la Unidad Provincial de Apoyo a la Actividad Cultural (UPAAC), a la cual se adscribe la Biblioteca Provincial, asegura que la ejecución del pago por regular ocurre en el transcurso de un mes, y en el caso puntual de la compra de octubre, la ejecución se consumó antes de finalizar el año. Entonces, ¿por qué los libros continuaron desafiando su «destino final »: las bibliotecas?
Arahí Gómez Rodríguez, directora de la librería Pepe Medina, constata las demoras e insiste en que, a pesar de ello, nunca se ha desamparado a la Biblioteca Provincial Martí, cuyas compras esperan «pacientemente » la liquidación.
«Nosotros tenemos claros los intereses ideológico-culturales de cada parte, pero las instituciones implicadas han de asumir la responsabilidad económica que les toca. La infraestructura está bien organizada, el deber de cada parte es aplicar lo establecido », comenta Susel García Mena, directora del Centro Provincial del Libro.
Por igual motivo de liquidación de facturas, la Biblioteca Martí sufrió el cierre de negociaciones con Correos de Cuba desde finales de 2015, contrato que le permitía adquirir algunas publicaciones periódicas como Zunzún, Pionero, Juventud Técnica, Somos Jóvenes, Caimán Barbudo, etc. «Terminamos el contrato porque se pasaban 60 y 90 días para pagar, y no menos de 30, plazo estipulado por la empresa en el convenio. Sin embargo, la cantidad de dinero era muy baja, nunca llegaba a los 100 pesos », explica Luisa Mercedes Grado Mesa, jefa de Agencia del correo Santa Clara.
Un collage de opiniones, que culpabilizan a una u otra institución implicada, fluctúan entre «la demora en la firma de las facturas », «el retraso en la liquidación del cheque por la UPAAC », «los escasos presupuestos », «la dilación en la confirmación del número de serie de la factura en el banco », etc.
A ello se añade el incumplimiento de la Ley de depósito legal. El decreto-ley no. 265 de 1999, en su artículo cuarto, establece la obligatoriedad de todas las casas editoriales del país respecto al envío gratuito de un ejemplar a la Biblioteca Provincial y dos a la Biblioteca Nacional de Cuba. «Sin embargo, hace tres años no recibimos libros por este concepto », explica Ada González Rodríguez, técnica bibliotecaria de Selección y Adquisición de la Biblioteca Provincial.
Según Susel García Mena, al Centro Provincial del Libro le quedan claras las bases de dicha ley. «Solo que la Biblioteca Provincial debe responsabilizarse con la búsqueda de dichos libros », puntualizó.
Elizabeth Casanova opina que «cuando se cumplía la ley, las instituciones que debían depositar los ejemplares lo hacían en la propia biblioteca. Nunca tuvimos que estar detrás del Centro del Libro ni de la Editora Vanguardia para recibir los ejemplares. Hoy, a pesar de los llamados para reanudar el depósito, continuamos sin recibirlos ».
Pese a las contravenciones, que pueden estar originadas por la inestabilidad de los recursos humanos, la complejidad de los mecanismos o los incumplimientos de cada parte, urge un acercamiento entre las instituciones en este 2018 para resolver de una vez y por todas las problemáticas actuales.
Más padeceres
La situación general de la red de bibliotecas públicas de la provincia 53 entre sedes, sucursales y casas de lectura no muestra buenos indicadores. Las estadísticas apuntan hacia «criticables inmuebles », «deterioro de estantes », «poca iluminación », «insuficiente y deteriorado mobiliario » y «poco espacio para los servicios ».
Los ciclos seguros de fumigaciones constituyen una necesidad impostergable, pues los hongos, bacterias y demás microorganismos que se alojan en las colecciones son un peligro potencial para la salud de los trabajadores y los usuarios de las bibliotecas. También, una medida para evitar la pérdida de valiosos ejemplares, pues una vez extendida la plaga, resulta obligatorio el sacrificio de los libros infectados.
Debido a la infestación de sus colecciones, la Hemeroteca de la Biblioteca Martí hace un año que no brinda servicios al público. Desde entonces, la valiosa colección de publicaciones periódicas se encuentra a la espera de una solución definitiva.
Salario en el tintero
Escudriñar las debilidades de las bibliotecas públicas y no hacer mención del factor humano es pecado capital. La ínfima remuneración del sector, unida a la escasez de recursos con que cuenta para desempeñar su labor, quebranta la popularidad del oficio, y con ello, el interés de una nueva generación de bibliotecarios.
Igual suerte corren los especialistas de las bibliotecas y sucursales municipales. Ismail Hernández Alonso, director de la Biblioteca Pública Municipal José Martí, de Remedios, explica que el déficit de especialistas graduados en educación superior es una situación grimosa en su centro, fundado en 1864 por Francisco Javier Balmaseda. Actualmente, «tampoco están cubiertas cinco plazas para técnicos. Sin personal no hay quien impulse el desarrollo de un centro cultural con tanta relevancia como el nuestro », agrega.
Las dificultades pasan, y las oportunidades de remozar, de embellecer, de actualizarnos podrían llegar. Lo más difícil resultaría recuperar a las María Moliner cubanas, los Bachiller y Morales de nuestro tiempo, los Fernando Martínez Heredia, que se han perdido y ya no están entre libros y lectores. Para lograrlo, lo primero es crear la conciencia de que dichos centros son vitales, propulsores de una auténtica cultura popular, esa que en estos tiempos de crisis padece la sintomatología de nuestro milenio.
Ojo del amo...
Antiguo Palacio Provincial de Gobierno, una de las siete maravillas de la arquitectura de la provincia, mención en la categoría de conservación y restauración en el año 2004, Monumento Nacional desde el año 1999, la Biblioteca Provincial Martí pide a gritos una restauración capital.
Las filtraciones en el inmueble la impermeabilización postergada durante años son una bomba de tiempo para la conservación de los libros. A ello se añade el mal estado de la carpintería, la delicada situación con los estantes, la subutilización de algunas oficinas por su deterioro, así como el cierre de los baños para los usuarios.
Frenados por inestables períodos de dirección o guiados por el «equívoco », algunos proyectos con significativos presupuestos han saboreado más penas que glorias. Sin embargo, una nueva etapa se avecina.
Desde noviembre de 2017, cuando Sergio Mesa asumió la dirección de la Biblioteca Provincial Martí, se comenzaron a realizar una serie de acciones a favor de una revitalización de dicho centro de lectura. «Ha sido muy difícil asumir la dirección, pero puedo decir que no ha faltado apoyo de la Sectorial Provincial de Cultura.
«Por ahora nos concentraremos en restaurar las puertas exteriores y los cristales. Se está habilitando el pantry y reparando los baños de los usuarios, rotos hace más de diez años. Cuando se concluya, trabajaríamos en los baños de Fondos Raros y Valiosos, y luego abriríamos el resto. Mas, todas las obras serán ejecutadas paulatinamente, para no dejar nada a medias ».
Según el directivo, 2018 ha traído beneficios para la Biblioteca Martí. «La Sala de Gestión será remozada con nuevas computadoras, las cuales beneficiarán a los usuarios », explica.
A pesar de todas las carencias y dificultades para sustentar el trabajo, la Biblioteca Provincial cuenta con ocho salas activas, las cuales ofrecen los más disímiles servicios al público.
No puede permitirse que las llagas de las bibliotecas públicas comiencen a gangrenar nuestros tejidos culturales. Con la vista en su salud han de estar proyectadas las visiones, máxime ahora cuando los libros y la lectura han entrado en una crisis global. ¿La meta? Lograr que todas y cada una de las bibliotecas sean más que almacenes de libros o un rincón adonde solo vayan bibliófilos empedernidos a degustar, de cuando en vez, el olor a viejo de los ejemplares prematuramente envejecidos.