Con la muerte de Eusebio Leal Spengler, Historiador de La Habana, este 31 de julio a los 77 años de edad, Cuba pierde a uno de sus más ilustres hijos y un ferviente patriota. Sirva esta crónica para honrar al inolvidable maestro.
Con la muerte de Eusebio Leal Spengler (1942-2020), Historiador de La Habana, Cuba pierde a uno de sus intelectuales más ilustres en los últimos dos siglos. (Foto: Tomada de Internet)
Francisnet Díaz Rondón
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01 Agosto 2020
01 Agosto 2020
hace 4 años
Sí, llora Habana, ha muerto tu hijo. O, por qué no, también tu padre, porque hizo por ti como nunca nadie hizo , porque te dio el amor filio-parternal más grande de este mundo, entregado en cuerpo y alma, espantando los demonios y devolviéndote vida, desparramando colores y luces sobre tu vetusto cuerpo.
Sí, llora Historia, porque nadie te contará con tanta pasión, ni relatará con imágenes maravillosas cada parte de ti. Nadie hará vivir los acontecimientos de esta isla como él, con su palabra encendida, con su verbo cabalgante y telúrico, con los ademanes de sus manos dibujando los toques de a degí¼ello y las cargas al machete. Poniendo cada cosa en su lugar, sin paños tibios ni secretos ocultos.
Sí, llora Cultura. Nadie como él para alabarte y comprenderte, para encaminar a artistas con hambre de hacer, en defender el arte auténtico y verdadero, para buscar siempre un espacio al talento y el arte buenos. Nadie como él para dar abrigo a la música, al canto, a la danza, las artes plásticas, al teatro y todas las artes y a todas las musas, que ahora también le lloran.
Sí, llora Cuba, porque ha muerto uno de tus grandes hijos, de los que jamás vaciló en defenderte de canallas y enemigos, del que nunca profirió una sola blasfema en tu contra. Un cubano cuyo corazón vibraba al vaivén de las palmas reales, al canto del tocororo y al ondular de la bandera. Un cubano que lo dio todo por ti, hasta su último aliento.
Ahora habrá estatuas sobre su figura, calles con su nombre, instituciones y premios en su memoria. Pero, nada de eso hace falta para tenerlo presente, porque Eusebio Leal Spengler sigue por cada rincón de la ciudad, con su abrigo al hombro, inquieto y apurado, porque queda mucho por andar todavía.