«Hoy este es un templo de la solidaridad», afirma Ramón Silverio, director del Centro Cultural El Mejunje. (Foto: Francisnet Díaz Rondón)
Francisnet Díaz Rondón
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25 Enero 2024
25 Enero 2024
hace 11 meses
A sus 40 años, el centro cultural El Mejunje conserva intacto el espíritu de los primeros días, cuando un grupo de soñadores, bohemios y amantes incondicionales de la vida se reunieron con el simple incentivo de pasarla bien.
Convocados por el incansable Ramón Silverio, jamás imaginaron que comenzaba así el germen de una de las instituciones socioculturales más influyentes, aportadoras y transformadoras de la nación.
No pocos obstáculos, prejuicios, incomprensiones e intolerancia debieron vencer en sus inicios, en la década de los 80, y en el transcurso de su existencia en estas cuatro décadas. Desde los primeros encuentros en el pequeño patio de la sede del Grupo Guiñol de Santa Clara, y los demás espacios donde tuvo lugar por breve tiempo —como la Biblioteca Provincial Martí, la casa del propio Silverio y el actual centro gastronómico Santa Rosalía—, hasta su ubicación actual, el centro ha sido protagonista de importantes acontecimientos culturales y sociales.
Muchas aguas han pasado bajo los puentes de la ciudad, así como generaciones de santaclareños y visitantes por los rincones mejunjeros. En no pocos se han quedado impregnados, de una forma u otra, el espíritu y la magia que allí se respira. Innumerables recuerdos se agolpan en la memoria de Silverio, y en el Patio de Teresita, ese rincón de amor y paz, se apresta a rememorar la historia que él mismo ha empujado con sus manos.
Un espacio en revolución dentro de la Revolución
«En estos 40 años, El Mejunje ha sido un espacio en revolución dentro de la Revolución; un lugar transformador del ser humano, que no se ha quedado sólo en sus cuatro paredes, sino que ha salido a la calle, porque hay batallas que hay que darlas afuera.
«Nunca he pedido permiso para hacer las cosas. Ha sido mi filosofía. De pedirlo, me hubiesen negado casi el 90 % de lo logrado. Lo he hecho todo desde la sinceridad y desde una posición revolucionaria, de compromiso con el proyecto social. «Este es un lugar que ha realizado la utopía. En el año 84 resultaba impensable el proceso legislativo llevado a cabo en el país en la actualidad. Se aprobó una novedosa Constitución que otorga derechos a muchas personas y el nuevo Código de las Familias.
«El Mejunje venció obstáculos. Cuando aquí no se hablaba de diversidad —pues el Cenesex surge después—, este era, en Cuba, el único lugar estatal que mantenía su show de travestis. «Les puedo asegurar que El Mejunje hizo las cosas más atrevidas que se hicieran en este país. Hoy goza de una influencia tremenda la labor que aquí se ha realizado, sobre todo, lo referente a las comunidades LGBTI, el movimiento lésbico...
«La “explosión” llega cuando viene aquí el Canal del Sol, con el entonces periodista de la BBC Mundo, Fernando Ravsberg, quien hace el primer trabajo de un evento Miss Travesti, en Santa Clara, y salen las fotos publicadas.
De pronto, amanece la prensa occidental —la CNN, televisoras y periódicos importantes de varios países— con la historia de ese evento. En ese momento se enteran, a nivel de país, de lo que es El Mejunje y lo que aquí se hacía con plena libertad.
«Ya estaba Miguel Díaz-Canel en el Buró del PCC en Villa Clara, en los años 90, y por primera vez me llamó y hablamos. Le expliqué de qué trataba, él me sugirió hacerlo más diverso, y así hicimos. «La prensa jugó un papel importante en la defensa de El Mejunje. Si se analiza todo lo que se ha publicado, siempre se ha hecho desde lo poético, desde la salvaguarda.
«En los documentales y las películas siempre le han dado esa visión, un poco romántica. De este espacio han escrito poetas como Ricardo Riverón, Alexis Castañeda Pérez de Alejo, Frank Abel Dopico, creador de una obra preciosa que salió en el suplemento cultural Huella, titulada Requiem por El Mejunje. También hay que resaltar el papel de Pible, quien pintó los grafitis».
La virtud de ser agradecido
El Mejunje surge en Santa Clara gracias a los directivos de la época y a su voluntad política. Por ello, Silverio recuerda a quienes estuvieron en esos momentos iniciales y defendieron el espacio: Alfredo Nieto, Fernández Vila, Humberto Rodríguez, Nely Valdés, Julián González Toledo y, por supuesto, el hoy presidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, que ha sido un amigo incondicional.
«Cuando se publicó el libro sobre El Mejunje, se lo dediqué con estas palabras: “Gracias por contar con su complicidad”. Después él me vio en el teatro y me dijo: “Y puedes seguir contando”. Realmente así ha sido. Lo ha demostrado, cuando era secretario en la provincia y ahora también. «Pude conocer a grandes personalidades gracias a que ellos las invitaban a visitarnos. Entre ellas: Conchita Fernández, Ricardo Alarcón; el Comandante del Ejército Rebelde Víctor Bordón, aquel hombre de la guerra que quedó deslumbrado aquí, y muchas otras figuras.
«Ellos tienen un mérito: haber apoyado a El Mejunje en los momentos en que lo necesitó; no apoyarlo ahora sería un demérito».
El peso de El Mejunje en la ciudad
«¿Por qué la gente dice que Santa Clara es un país aparte? Porque consiguió, en una etapa determinada, abrir el camino para que naciera un espacio como este. Ha sido una batalla larga. «Debe analizarse El Mejunje desde lo social, más que desde la cultura. De estos años trasciende el papel transformador que ha tenido dentro de la sociedad.
«He hecho la labor desde la cultura, sin recurrir al teque, a lo banal, y buscando los mecanismos para encauzar a las personas, a los jóvenes, a todos. Le hemos dado espacio a cada pensamiento, ideología, religión o creencia, sin obviar esa diversidad.
«He tratado de no quedarme estancado en una época, pues soy un revolucionario de ahora y de siempre, que ha sabido transitar y entender un proceso difícil, complejo, y siempre con esperanza.
«Hoy este es un templo de la solidaridad, e intentamos que no se quede en estas cuatro paredes, sino que llegue a cualquier parte donde sea necesario. Cuando ocurre un acontecimiento, la gente viene a preguntar qué se va a hacer, como ocurrió con los almuerzos para los ancianos, o como se demostró durante la pandemia de la COVID-19 y en los ciclones. Eso nos ha dado prestigio, pues si la gente no ve, no cree.
«Vienen aquí y donan, porque saben que va a llegar a los más necesitados. En ese prestigio está la fuerza de El Mejunje, y también en el hecho de discutir con quienes piensan igual o piensan diferente, que también tienen ese derecho».
Donde no cabe el olvido
«Aquí se ha sabido reconocer a los artistas, a los olvidados, los que estaban fuera de circulación. Se les fue dando espacio y han podido recuperar la fama que tuvieron en una época. Estamos viviendo una etapa de mucho olvido. Soy de los que creen que la gente se muere cuando se olvida.
«Por eso siempre recuerdo a Margarita Casallas y su aporte en la etapa fundacional de El Mejunje; no podemos pasar por alto a María Jorge, una figura importante que me acompañó y lamentablemente no va a estar físicamente en los 40 años, pero sí en espíritu.
«Muchas figuras se iniciaron aquí, como los trovadores de La Trovuntivitis. También contamos con artistas como Freyda Anido, Zaidita Castiñeiras, referente en el filin; Pedro Alejo, José Vizcaíno, la ya desaparecida Lucía Labastida, Marlén Anido; Los Fakires, con Cascarita y José Brínguez, y muchos más que convirtieron este centro en un sitio de lujo.
«Durante estos 40 años, el centro ha sabido mantenerse, sin perder su esencia cultural y social. Hemos atravesado la historia creativamente y nunca se ha cerrado».
El Mejunje después de Silverio
«Aclaro que me queda mucho tiempo. Tampoco me rompo la cabeza pensando en eso. Sí considero que hay una parte de mí, de mi filosofía y mi manera de ser en esta obra. «El Mejunje es mi espacio, aquí está todo lo que he puesto. Tengo también autoridad para exigir y me respetan. Creo que sí se va a resentir. No sé si va a continuar, porque no me voy a enterar de nada.
«Este sitio atesora la historia de los que trabajan aquí. Muchos se impresionan al ver que, aun sin ser tan bien remunerados, hacen las cosas con pasión. Los aburridos no me interesan. Trabajo con los apasionados.
«La gente defiende este lugar igual que lo hace con esos espacios sagrados de la patria. Por mi parte, jamás estaré vencido, y voy a estar ahí, con las botas puestas, hasta el final».