
Aunque Raúl Paz proyecta una imagen citadina, como si hubiera sido nacido y criado en una urbe moderna, en realidad proviene de un poblado pinareño llamado San Luis. Desde muy pequeño se empecinó en tocar el violín y en la casa de Cultura del municipio fue «descubierto » a los diez años por un grupo de instructores de arte. Junto a él también captaron a otros muchachos que más tarde se convertirían en grandes artistas como Yeni Valdés, la popular cantante de Van Van.
En aquel entonces, Raúl se convirtió en un hombre orquesta: fue locutor de radio, artista de teatro y también comenzó a tocar la guitarra. Tantas aficiones se convirtieron en calmantes para su hiperactividad. Se percató de que su carrera estaría enfocada hacia la música o la actuación, y decidió hacer las pruebas para entrar al Instituto Superior de Arte en La Habana. Para su sorpresa, aprobó las dos materias y terminó matriculando en canto clásico.

Raúl, muchos te recuerdan por el filme Hello, Hemingway, de Fernando Pérez. ¿Cómo llegas a formar parte del elenco de la película?
Me enteré que Fernando estaba haciendo unas audiciones en el ISA para la película. Como había aprobado actuación, y aún en primer año estaba haciendo las dos carreras juntas, cosa que luego me fue imposible continuar, fui a presentarme al casting. Me aprobaron para el personaje de Víctor y fue mi primer encuentro con el cine. Después hice unas aventuras que se llamaban Más allá del tiempo, que salió al aire allá por el 93. Imagínate, pleno período especial y había muy pocos recursos. Era fantástica, de ciencia ficción. Ese año precisamente salí de Cuba.
¿Por qué motivo sales del país?
Lo hice sin terminar el ISA. Si la acababa tenía que hacer el Servicio Social. Estuve hasta quinto año y me faltó el recital de graduación y alguna que otra asignatura. Me habían propuesto hacer una película en Brasil. Por otro lado, había aplicado a una beca en Francia de canto clásico en la Schola Cantorum. Me fui a Brasil, y estando allá viajo a Uruguay, y luego a París, con 23 años más o menos.

¿Cómo despunta tu carrera musical en Francia?
Estudiaba y me presentaba en los bares para pagarme la vida. Un día canté en el metro de París y me dio para comprarme un helado. Me dije: «qué va, tengo que buscarme otra cosa ». Aproveché que Cuba estaba de moda en el mundo y empecé a tocar en un restaurat-bar. Allí me vio un productor y hago mi primer grupo. Ese productor me llevó a un club más grande, y allí me conoció otro productor, y me propone hacer un disco. Así comienza la aventura de grabar.
«Más tarde, conozco a Ralph Mercado, el gran productor de música latina del momento, que atendía, entre otros, a Celia Cruz, a Marc Anthony, a Tito Puente, a La India, a Oscar de León, a los famosos del momento. Se entusiasmó con mi música, firmamos un contrato, y me voy a Nueva York ».
¿Qué pasó con ese disco? ¿Por qué no sonó en Cuba?
Fue un disco muy premiado. Tuvo dos nombres, en Estados Unidos se llamaba Imagínate y fuera de allí Cuba libre. En esa época yo no podía entrar a Cuba. Mi música empieza a pasarse aquí años después. Solo un tema de este disco lo pusieron en la radio: Dame tu música, que fue, irónicamente, la presentación de un programa muy popular de Radio Progreso. Nadie sabía que era cubano. Yo tenía los pelos pintados de blanco, pensaban que era español.
«Regreso después a Francia, ya con un currículum hecho y algunos premios. Firmé, entonces, con Naí¯ve, mi casa disquera hasta hoy. En esos años en que estoy entre Nueva York y París es que se crea Orishas ».
Cuéntame la experiencia del proyecto Orishas
La gente no sabe mucho sobre esto. En la creación de Orishas participamos tres personas: el francés Mayko Niko, «El flaco » Libán y yo. Empezamos con las maquetas, se vendieron. Llamamos a Roldán, que tocaba en un grupo, para que cantara. Hacemos unas audiciones y contratamos a Yotuel y al Ruso. Así se formó el grupo.
Mulata fue el fonograma que te lleva a la fama internacional y con el que te comienzan a radiar en Cuba.
En su momento fue considerado como el disco latino más importante, más moderno, porque mezclaba elementos de la música electrónica. Tras la trascendencia de este CD, algunos cubanos, sin decir que yo era de aquí, comienzan a pasarme en la radio. Seguían diciendo que era español. A partir de ahí hago una gira internacional y los cubanos empiezan a conocerme. Algunos intelectuales comienzan a decirme que viniera, que trajera la música para Cuba.
«Después, vengo a Cuba a hacer el video clip de Mama, tema incluido en Revolución. Ese video pegó mucho aquí. Fue como un acontecimiento. Estuve en el 2007 para hacer un concierto. Filmé los videos de Tú y yo, de Revolución…y fueron muy populares. Al año siguiente, regresé con mi familia, y hasta los días de hoy.
De todos tus CD, ¿cuál consideras el más «pegado » entre el público cubano?

La gran euforia fue Revolución, con Mama. Después vino Buena suerte, Habanization, Ven ven, y La otra esquina, que pegó muchísimo por la telenovela. Vamos navegando con tiempo en el espacio para que siempre haya algo que le guste a la gente. Ahora mismo tengo un disco terminado de la telenovela que empieza en julio que se llama En tiempos de amar.
Con tu popularidad se advierte un fenómeno particular: a pesar de tener 47 años, eres seguido por un público muy joven, que busca tu música, que te imita. ¿A qué crees que se deba?
Realmente en ningún lugar del mundo ningún músico que esté llegando a los cincuenta es muy popular entre los jóvenes. Yo siempre he tenido interés en renovarme. No creo en los esquemas fijos, por ejemplo, nunca he querido ser trovador, ni que me cataloguen como tal, porque nunca pertenecí al movimiento, pero tampoco quiero que me llamen ni popero, ni rockero, ni siquiera fusión…Yo hago mi música. Lo que sí trato de hace cosas diferentes en cada disco, no solo para pegar en la gente, sino porque lo necesito, porque me gusta estar actualizado. He sido siempre muy inquieto con la música.
«En Cuba no salen artistas jóvenes al mercado, a no ser toda esta generación de reggaetón que vinieron a ocupar una plaza que nadie ocupaba. El sistema cultural y empresarial cubano no está diseñado, desgraciadamente, para respaldar con discos a muchos muchachos. Eso también influye en que esta generación menos joven, pero no tan vieja, que incluye a Kelvis Ochoa, Davis Torrens, Descemer Bueno…pues tengamos la suerte de pegar. Es raro en el mundo que los universitarios vengan a un concierto de alguien de 47 años. En Cuba es algo peculiar. No me pongo bravo por eso, estoy súper contento ».

Tu música, y la de toda esa generación a la que te refieres, funciona como una especie de alternativa al reggaetón burdo que se escucha en la calle.
Se trata de un intermedio que vaya hacia una manera más moderna de ver la música. Quizá porque también vivimos fuera, porque tenemos otras influencias, porque vemos la música de una manera más global y menos particular. La verdad es que tengo la suerte de haber hecho trece discos, de estar haciendo dos más ahora, de tener una aceptación. Estoy muy agradecido. Escribo también música para que la cante otra gente…Estoy en muchas cosas.
¿Y no piensas actuar otra vez?
La verdad es que no tengo mucho tiempo para actuar. Siempre digo que actuaré cuando sea viejo, si me lo piden. Ahora estoy muy ligado con el audiovisual haciendo mis propios videos clips.
Los animados de Ven ven y No me digas que no tuvieron mucha aceptación.
Desde que hice No me digas que no pensé en El Micha, porque me parece un artista original. Él estuvo encantado con hacer ese tema. Fue un buen momento, y ahora repetiremos con una canción de la novela nueva. Me encanta compartir con otros músicos. Ahora estoy preparando varios documentales y quiero dirigir una ópera en Holguín. Siempre estoy inventando algo, componiendo.
¿Consideras que algunas de tus canciones pueden ser mejor decodificadas por un público determinado que por otro?
Cuando tienes la suerte de hace una carrera internacional te das cuenta de que en tal país hay un tema que funciona mejor que en otro. De la misma manera, en una región funciona más que en otra. Mama, por ejemplo, fue una canción que nunca funcionó fuera de Cuba, y aquí pegó.
¿Y qué te motiva para componer?
La vida, todo lo que pasa en ella, sus complejidades. Le compongo a la gente, mis canciones hablan de la gente. Me encanta hablar, compartir, mirar a las personas. Me siento en los parques a observar los que pasan. Eso es lo que me inspira. La mayoría de mis temas no hablan tanto de mí, como de otras historias, las que sé y las que me imagino.