Un hombre profundamente humano

A través de su vinculación con el deporte se puede apreciar el sentimiento profundamente humano que habí­a en el lí­der de la Revolución Cubana.

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Fidel Castro Ruz en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992.
Fidel saluda a los atletas cubanos que desfilan en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona-1992. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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25 Noviembre 2018

En mi carrera periodí­stica he abordado en diferentes artí­culos la vinculación de Fidel al deporte, una actividad que él practicó y que además ayudó a impulsar.  

Fidel junto a jugadoras cubanas de baloncesto.
Fidel junto a integrantes de una selección femenina cubana de baloncesto, uno de los deportes del cual fue seguiodor. (Foto: Tomada de Internet)

Cuando los Cuban Sugar Kingsco nquistaron la llamada pequeña Serie Mundial, el 6 de octubre de 1959, el lí­der de la Revolución puntualizó: «Más que la victoria presente esto es un sí­mbolo para el futuro, de lo que serán en Cuba los deportes ».    

«Me preguntó quién me peinaba »

«A lo largo de mi carrera deportiva tuve varios encuentros con Fidel. Él nos premió en los Juegos Panamericanos de 1991. En 1999 después de la Copa América de Baloncesto pasamos toda la tarde con él. Fue muy atento con todas. Yo tení­a unas trenzas hechas y me preguntó quién me peinaba.

«Ese dí­a hablamos de las familias de cada una, de la dieta que habí­a que seguir para estar en forma y, por supuesto, del triunfo sobre el equipo brasileño discutiendo el oro ». (Grisel Herrera Méndez, exintegrante de la selección nacional de baloncesto)

«Habí­a que estar junto a él para saber qué se sentí­a en su presencia »

«Habí­a que estar junto a él para saber lo que se sentí­a con su presencia. Cuando regresamos de la Copa América intercambiamos con él en el Consejo de Estado. Allí­ nos expresó que la revolución es indestructible. Nosotras le contestamos que gracias a la revolución, a su guí­a, le debí­amos todo, porque sin revolución no habrí­amos podido lograr los resultados alcanzados.

«No olvido que nos dijo sobre la mujer que nosotras somos iguales, que tenemos igualdad plena, que además de ser sacrificadas, éramos capaces de trabajar, entrenar y llegar a la casa y entregarnos a las labores domésticas ». (Marí­a Elena León Molinet, exintegrante de la selección nacional de baloncesto).

Y con esa luz larga que poseí­a, nuestro paí­s ―como él avizoró― ha llegado a figurar entre las naciones más relevantes del planeta en esa esfera. En más de una ocasión ha concluido entre los diez primeros en Juegos Olí­mpicos, con su punto más elevado en la cita estival de Barcelona-1992, donde ocupamos la quinta posición.    

Fidel Castro Ruz recibe a los deportistas cubanos tras los Juegos de Sidney 2000.
Fidel abraza a Mireya Luis, integrante del equipo tricampeón olí­mpico de voleibol, durante el recimiento a los deportistas cubanos tras las Olimpiadas de Sidney 2000. (Foto. Tomada de Internet)

A nivel continental desde Cali-1971, hasta Guadalajara-2011, la Mayor de las Antillas fue la segunda potencia deportiva de América, con un sobresaliente asalto a la cima en La Habana-1991, mientras que a nivel de Juegos Centroamericanos y del Caribe los criollos reinaron desde Ciudad Panamá-1970, hasta Veracruz-2014, con excepción de 2002 y 2010, en las que no estuvieron presentes.    

Fidel advirtió la importancia que tení­a la práctica del deporte para la formación de valores y la salud. El 29 de enero de 1959 expresó que «es fuente de voluntad, constancia, vigor fí­sico y agilidad mental ».  

Sugirió la creación de las Olimpiadas del Deporte Cubano y, junto al presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frí­as, impulsó la fundación de los Juegos del ALBA.

Pero hay un aspecto en el cual quisiera detenerme. A través del deporte se puede apreciar el sentimiento profundamente humano que habí­a en este hombre extraordinario. Una interminable lista de atletas me han comentado sobre su preocupación por la alimentación y la salud de los deportistas.  

«Estará por siempre en mi corazón »  

«Fidel estará por siempre en mi corazón. El primer encuentro con él, en 1989, fue un momento inolvidable. Acabábamos de arribar de la Copa del Mundo y el Torneo de los Cuatro Grandes, donde obtuvimos la medalla de oro. Era noviembre como ahora y cuando nos saludó a todas las muchachitas las piernas me temblaban y el corazón me palpitaba a un ritmo acelerado. La verdad que es único en el mundo, una personalidad que impresionaba desde que vení­a caminando y con una luz en su pensamiento que anticipaba lo que podí­a suceder ». (Inés Marí­a Molinet León, exintegrante de la selección femenina de voleibol, las famosas Morenas del Caribe).

Estaba al tanto de todos los detalles. Desde la manera de peinarse ―según me contó la baloncestista Grisel Herrera― hasta el estado del carro de Miguel Cuevas cuando el toletero camagí¼eyano solí­a trasladar en los años setenta a la estrella y los luceros en el Paseo de los Carnavales.  

Muchos peloteros confiesan que se mantení­a atento a los entrenamientos e, incluso, participó en algunos de ellos, como sucedió en la preparación para el certamen del orbe de 1969.  

Fidel Castro y el lanzador Aquino Abreu, 6 de febrero de 1966, en el estadio Augusto César Sandino, Santa Clara, Cuba.
Fidel durante su segunda visita al «Sandino », junto al estelar Aquino Abreu, el 6 de febrero de 1966.  

«El hombre del siglo pasado y del presente »  

«Considero que el Comandante en Jefe es el hombre del siglo pasado y del presente. En las ocasiones que conversé con él percibí­ a una persona con inteligencia superior.

«He estado en 12 paí­ses y no he visto a un presidente de un paí­s que se preocupara tanto por el deporte como él. Siempre se mantení­a atento a la salud de los deportistas, a la alimentación e incluso, particularizando en el béisbol, fue muchas veces a los entrenamientos de la selección nacional. Le gustaba mucho la máquina de lanzar ». (Tomás Aquino Abreu íguila, único lanzador con dos juegos de cero hits cero carreras consecutivos en series nacionales).

Cuando en su segunda visita al estadio Augusto César Sandino, de Santa Clara, en febrero de 1966, Aquino Abreu le dijo que le estaba doliendo el codo y lo que más deseaba era poder participar en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Juan, Puerto Rico, se preocupó porque le pusieran un tratamiento y se curara. Así­, el lanzador de los dos juegos de cero jits cero carreras en forma consecutiva en los campeonatos cubanos pudo asistir a la porfí­a regional.    

«Pude percibir toda su grandeza. Me conmovió profundamente su extraordinaria sensibilidad. ¿Cuántas veces ocurre que el presidente de un paí­s se preocupe en persona por la salud de un humilde pelotero, un guajiro como yo? »

En iguales términos se refirió el otrora estelar capitalino Juan Padilla Alfonso cuando perdió accidentalmente la visión de un ojo en el año 2000.

El Comandante en Jefe le hizo una visita en el lugar donde estaba recuperándose. Le puso ejemplos de personas que con un solo ojo han hecho cosas increí­bles.

«La conversación duró unos cincuenta y cinco minutos y cuando él se marchó ya yo era otra persona », me relató Padilla.

¡Qué decir de su constante desvelo por Ana Fidelia Quirot cuando esta estrella del atletismo sufrió el accidente doméstico que la tuvo entre la vida y la muerte!

«Principal impulsor de mis éxitos en el deporte »  

«Sentí­a enorme compromiso moral con Fidel. Él fue de los primeros en visitarme la propia noche en que fui trasladada al hospital con graves quemaduras en casi el 40 % de mi cuerpo. Ha sido el principal impulsor de mis éxitos en el deporte.

Ana Fidelia Quirot, con la bandera cubana, celebra oro en los 800 metros del Mundial de Atletismo de Gotemburgo 1995.
Ana Fidelia Quirot dedicó su primer oro mundial, en Gotemburgo 1995, a Fidel en su cumpleaños. (Foto: Tomada de Internet)

Por eso me sentí­ profundamente emocionada aquel 13 de agosto de 1995, cuando puede dedicarle como regalo de cumpleaños mi primera medalla de oro mundial ».  (Ana Fidelia Quirot Moret, bicampeona mundial en 800 metros).

También los deportistas foráneos pueden dar fe del humanismo de Fidel. Ahí­ está su amistad con Diego Armando Maradona cuando el astro argentino del fútbol atravesaba por un momento difí­cil de su vida.

Un episodio menos conocido reflejado en mi libro Fidel nunca se poncha ocurrió en el mundial de béisbol de 1984 en el partido entre Cuba y Japón que cerró la fase clasificatoria.

El camarero japonés Saito Sugiyama salió lesionado en el pie derecho en una jugada en la cual Ví­ctor Mesa trataba de retornar a la intermedia. Cuando concluyó el encuentro, el Comandante en Jefe bajó hasta el dogaut a interesarse por la lesión del asiático.

«Fue algo que me sorprendió y alegró muchí­simo y que jamás olvidaré mientras viva. Por mucho que ya haga en esta serie, nada compensará tanta emoción. Cuando regrese a mi paí­s lo contaré a mis compañeros y familiares y aun cuando sea un anciano lo trasmitiré a mis nietos », declaró en aquel entonces el representante de la Tierra del Sol Naciente.

«Puso su pensamiento en nosotras »  

«Lo más hermoso que nos sucedió a cada mujer deportista fue que nuestro inmenso Comandante en Jefe entre tantas situaciones complicadas que siempre tuvo, puso su pensamiento en nosotras, eso para mí­ fue un motor impulsor a la hora de defender los colores patrios. No ha habido un dirigente tan entregado e inclinado hacia el deporte como Fidel. Tuve el inmenso placer de conversar con él no solo en el ámbito deportivo sino también cuando fui diputada.

«Sus ideas sobre la incorporación de la mujer al deporte inspiraron a muchas de nosotras: Hoy se pueden palpar los resultados ».  (Mariela González Torres, primera cubana campeona panamericana en maratón).

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