Mijaí­n, Idalys y la conexión con el número 4

En marzo de 2020 se aprobó una enmienda que permite a una mujer y un hombre portar la bandera en la ceremonia de apertura de los Juegos Olí­mpicos.

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 Idalys Ortiz, una judoca acostumbrada a subir a los podios. (Foto:  Tomada de Internet).
Idalys Ortiz, una judoca acostumbrada a subir a los podios. (Foto: Tomada de Internet).
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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13 Junio 2021

En marzo de 2020 durante la reunión del Comité Ejecutivo del Comité Olí­mpico Internacional (COI), en Lausana, Suiza, se aprobó una enmienda a las directivas del protocolo olí­mpico que permite a dos atletas, una mujer y un hombre, portar la bandera en la ceremonia de apertura de los Juegos Olí­mpicos, cuya versión 32 está fijada para efectuarse en Tokio, Japón, del 23 de julio al 8 de agosto venideros.

De mantenerse  esa disposición   casi todos los dedos apuntan hacia el gladiador Mijaí­n López Núñez (130 kg), entre los hombres, avalado por tres coronas olí­mpicas, cinco tí­tulos del orbe, tres medallas de plata mundiales y cinco  preseas doradas en Juegos Panamericanos.

A pesar de ocupar este sábado la quinta plaza en el Campeonato Mundial de Judo, que culmina mañana en Budapest, Hungrí­a, Idalys Ortiz Bocourt acumula también méritos suficientes para acompañar a Mijaí­n, pues guarda en su vitrina tres metales olí­mpicos (1-1-1), ocho en porfí­as mundiales (2-2-4), tres en Juegos Panamericanos (2011, 2015 y 2019) y ha subido en 14 ocasiones a lo más alto del podio en las justas continentales.

Aquí­ no se debe descartar a la discóbola Yaimé Pérez Téllez, quien disfruta de momentos envidiables, desde que conquistó el metal áureo en la justa del orbe de Doha, Catar, en 2019. Esta decisión permitirá que por primera vez una fémina cubana tenga ese privilegio y no porque faltaran candidatas. Me vienen a la mente cuatro nombres: Ana Fidelia Quirot, Driulis González, Mireya Luis y Regla Torres.

Mijaí­n López
Mijaí­n puede protagonizar una hazaña inédita en la lucha olí­mpica (Foto: Tomada de Internet).

Si en definitiva Mijaí­n e Idalys   resultan los elegidos,    los dos tendrán una conexión con el 4. El hombre que hizo que el pequeño poblado pinareño de Herradura apareciera en el mapa olí­mpico se convertirá en el único cubano en portar el estandarte en cuatro oportunidades en la magna confrontación deportiva, para romper el abrazo que sostiene con otras dos estrellas: el esgrimista Ramón Fonst y el pugilista Téofilo Stevenson, quienes tuvieron tres veces ese honor.

De subir por cuarta ocasión a lo más alto del podio, serí­a el primer deportista de la Mayor de las Antillas en colgarse en el cuello la medalla más codiciada en cuatro olimpiadas diferentes, pues antes se adueñó de la presea áurea en Beijing 2008, Londres 2012 y Rí­o de Janeiro 2016. Aquí­ también romperí­a el abrazo con Stevenson (1972, 1976 y 1980) y el guantanamero Félix Savón Fabré (1992, 1996 y 2000), tricampeones olí­mpicos individuales al igual que Mijaí­n.

Si el extraordinario luchador grecorromano de 38 años concreta lo anterior emergerá como el primer gladiador en alzarse con cuatro coronas en este deporte en la historia de las olimpiadas.

Se zafarí­a del grupo que integra con otros cinco luchadores: el legendario Alexandr Karelin (greco), quien compitió representando a la Unión Soviética y, luego de la desintegración de esta, a Rusia; Alexandr Medved (libre-URSS), los suecos Carl Westergren (greco) e Ivar Johansson (libre y greco), y el ruso Buvaisir Saitivev, en el estilo libre.

No obstante si el Gigante de Ébano consiguiera una medalla de otro color igualarí­a a Ramón Fonst y al pelotero Pedro Luis Lazo en total de preseas en el sexo masculino con   cuatro.

En cuanto a Idalys (1-1-1), de 31 años, estará presente en su cuarta olimpiada, en la cual irá por adjudicarse su cuarta medalla en estas citas, lo que le permitirá igualar a la miembro del Salón de la Fama del judo Driulis González Morales (1-1-2) y a una integrante de las Espectaculares Morenas del Caribe, la voleibolista Ana Ibis Fernández Valle (3-0-1), como las únicas mujeres de nuestro paí­s en acumular cuatro metales bajo los cinco aros.

LA BUENA SUERTE DE LOS ABANDERADOS

Resulta llamativo la buena fortuna que ha disfrutado la mayorí­a de nuestros abanderados desde Munich 1972 hasta Rí­o de Janeiro 2016. En ese periodo han atesorado ocho lauros dorados de diez posibles.

Félix Savón logró convertise en triple campeón olí­mpico, hazaña solo lograda por Teófilo Stevenson, y el húngaro Laszlo Papp
Félix Savón logró convertise en triple campeón olí­mpico, hazaña solo lograda por Teófilo Stevenson, y el húngaro Laszlo Papp.

El gran Stevenson se proclamó tres veces campeón. Luego Cuba no estuvo presente en Los íngeles 1984 ni Seúl 1988, y al regresar a los Juegos, en Barcelona 1992, Héctor Milián Pérez hizo lo suyo, al igual que el guantanamero Félix Savón, en Sí­dney 2000, mientras que a Mijaí­n nadie pudo vencerlo en las últimas tres confrontaciones.

En este medio siglo, los únicos abanderados de nuestro Verde Caimán que no subieron a lo más alto del podio fueron el esgrimista Rolando Tucker León en Atlanta 1996 y el saltador de longitud Iván Lázaro Pedroso Soler en Atenas 2004, pues el tí­tulo olí­mpico alcanzado por este último fue en los Juegos de Sí­dney 2000, donde a Savón le correspondió portar la bandera de la estrella solitaria.

En total, 14 cubanos han tenido la dicha de llevar en sus manos la enseña nacional; ya mencionamos a Mijaí­n,  Fonst, Stevenson, Héctor Milián, Savón, Tucker y Pedroso. Los restantes son José Barrientos Schweyer (atletismo), en ímsterdam 1928; Raúl Garcí­a Ordóñez (baloncesto), en Londres 1948; Federico López Garrido (baloncesto), Helsinki 1952; Manuel Sanguily Betancourt (natación), Melbourne 1956; José Yánez Ordaz (lucha libre), Roma 1960; Ernesto Varona Morell (pesas), Tokio 1964 y Hermes Ramí­rez Guerra (gimnástica), México 1968.

En el caso de Pepe Barrientos, los autores del libro Famosos y conocidos, Irene Forbes, Ana Marí­a Luján y Juan Velázquez señalan que el Relámpago del Caribe fue sustituido por el hijo del cónsul cubano porque debí­a competir.

 

 

 

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