Pelota, Patrimonio Cultural de la Nación

Este martes, 19 de octubre, la pelota, el más popular de los deportes en Cuba, será proclamada Patrimonio Cultural de la Nación, en el  estadio Palmar de Junco.

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Equipo Cuba, segundo lugar en el primer Clásico Mundial de Béisbol.
En 2006, Cuba alistó a sus mejores peloteros de la serie nacional de béisbol para enfrentar el mayor reto de su historia hasta ese momento: el primer Clásico Mundial, donde ocupó la segunda posición. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
Osvaldo Rojas Garay
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19 Octubre 2021

La pelota, el más popular de los deportes en Cuba, forma parte de nuestra identidad, se refleja prácticamente en todas las manifestaciones artí­sticas del paí­s e, incluso, en el hablar cotidiano. Y, aunque no atraviesa por su mejor momento, cuántas alegrí­as nos ha proporcionado en más de un siglo en todos los niveles y en diferentes plazas en Cuba, los Estados Unidos, Asia y Latinoamérica.

Por eso aplaudo la idea de que este 19 de octubre, en el vetusto estadio yumurino Palmar de Junco, sea proclamada Patrimonio Cultural de la Nación.

Estadio Palmar del Junco.
Estadio Palmar del Junco. (Foto: Tomada de la edición digital del periódico Trabajadores)

El reconocido periodista ya desaparecido, Elio Menéndez, escribió en una ocasión: «La pelota en Cuba es una sí­ntesis de talento natural y ganas de brindar un espectáculo. No puede decirse que es solo un deporte, es la prolongación cultural de un paí­s, es lo que no perdonarí­a la gente que no tuviéramos ».

Difí­cilmente exista un cubano que no haya acudido a una frase beisbolera en determinado momento. Cuando alguien come demasiado, es posible que le digan: «Oiga, usted es cuarto bate ». Desaprobar un examen significa «poncharse »; si alguien es sorprendido en una situación embarazosa, a ese «lo cogieron fuera de base »;  y  si llegas a una casa de improvisto, tal vez exclamen: «Este cayó de fly ».

Cuando a usted lo ponen en una disyuntiva difí­cil de decidir, está «en tres y dos », frase que da tí­tulo a una pelí­cula de Rolando Dí­az, producida por el ICAIC en 1985. En mis tiempos de estudiante, si   por alguna razón un profesor sustituí­a a otro para impartir la clase ese dí­a, se afirmaba que estaba de «emergente ».

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Martí­n Dihigo, pelotero cubano.
Martí­n Dihigo, el Inmortal. (Foto: Tomada de Internet)

Grandes exponentes de la literatura cubana no estuvieron ajenos a la pelota. Nicolás Guillén, nuestro Poeta Nacional; Alejo Carpentier, Roberto Fernández Retamar, Rubén Martí­nez Villena, Carilda Oliver, José Lezama Lima y Leonardo Padura, para no hacer más larga la lista, abordaron el tema en poesí­a o prosa.

Nicolás Guillén, Poeta Nacional de Cuba.
En la obra de Nicolás Guillén hay varias alusiones al béisbol, como en la antológica Elegí­a por Martí­n Dihigo. (Foto: Tomada de Internet)

En la obra de Nicolás Guillén hay varias alusiones a la pelota, como en la antológica Elegí­a por Martí­n Dihigo, con aquellos versos dedicados a la muerte de uno de sus í­dolos: «Con la fuerte cabeza reclinada / en su guante de pitcher va Dihigo. / El rostro de ceniza (la muerte de los negros) / y los ojos cerrados persiguiendo / una blanca pelota, ya la última ».

En la colección Obra Poética (Tomo II), Guillén ofrece un extenso poema que titula Deportes, en el cual escribe: «Niño, jugué al béisbol. / Amé a Rubén Darí­o, es cierto, / con sus violetas rosas / sobre todas las cosas. /   Él fue mi rey, mi sol./ Pero allá en lo más alto de mi sueño / un sitio puro y verde guardé siempre / para Méndez, el pitcher mi otro dueño ».

Roberto Fernández Retamar en su poema Pí­o tai, rinde un   homenaje al deporte nacional, publicado en la revista Cuba,  en 1966. Se trata de una declaración de afecto de su generación a todo el béisbol anterior a la Revolución.

En sus versos menciona a figuras de la pelota cubana: «Quilla » Valdés, «Mosquito » Ordeñana, «el Guajiro » Conrado Marrero, «Cocaí­na » Garcí­a, «la Montaña Guantanamera, Roberto Ortiz, «Natilla » Jiménez, «Jiquí­ » Moreno, Adolfo Luque, Miguel íngel González, Armando Marsans; José de La Caridad Méndez, «el Diamante Negro »; el inmortal Martí­n Dihigo y también al árbitro Amado Maestri.

Carilda Oliver señaló que aunque el tiempo no le alcanzaba para escuchar la pelota, en algunas ocasiones se poní­a al dí­a del campeonato. Contó el narrador matancero Pancho Soriano que en la temporada de 2012-2013, cuando Villa Clara y los Cocodrilos de Matanzas iban a discutir el cetro,  la poetisa lo llamó por teléfono y le dijo: «Oiga, parece que este año lo de Matanzas va en serio ».

El béisbol estuvo presente en la historia patria. Más de una veintena de peloteros mambises cambiaron los bates y pelotas por los machetes y fusiles para irse a la manigua.   Carlos Maciá Padrón, quien llegó a alcanzar los grados de coronel, fue el   protagonista del primer juego sin jits ni carreras en la historia de la pelota cubana, hazaña que rubricó frente a   los Carmelitas del Fe, 38 carreras a cero, el 13 de febrero de 1887.

Carlos Marciá, pelotero y mambí­ cubano.
Carlos Maciá, quien llegó a alcanzar los grados de coronel fue el autor del primer juego sin jits ni carreras en la historia de la pelota cubana. (Foto: Tomada de Internet)
Emilio Sabourí­n, pelotero y mambí­ cubano.
Sabourí­n afirmó en una ocasión: «Los deberes de la patria son inseparables de un buen atleta ». (Foto: Tomada de Internet)

Ricardo Cabaleiro, uno de los mambises exaltados al Salón de la Fama del Béisbol Cubano, combatió a las órdenes de Antonio Maceo, alcanzó el grado de capitán y en febrero de 1892 conectó tres jonrones en un juego.

Entre los altos oficiales del ejército mambí­, el general Juan Bruno Zayas sentí­a preferencia por la pelota. De esa predilección hay una anécdota de cuando estudiaba el bachillerato.

Un grupo de amigos de la juventud pretendí­a organizar un club de béisbol y  para ello decidieron ponerle nombre al conjunto. Juan Bruno sugiere e insiste que se le ponga por nombre «Cuba ».  Los muchachos le preguntan el porqué y él respondió: «Por el vital motivo de que solo así­ habrá ocasión de gritar en las mismas barbas de los españoles: ¡Viva Cuba! ».

Figura emblemática de esa época es Emilio Sabourí­n, participante en el conocido juego celebrado en el Palmar de Junco, el 27 de diciembre de 1874. Sabourí­n fue acusado por sus ideas y enviado a La Cabaña a cumplir presidio. Más tarde, junto a un centenar de patriotas cubanos entre ellos el insigne Juan Gualberto Gómez, es trasladado al Castillo del Hacho, cárcel enclavada en Ceuta, ífrica, donde enfermó de los pulmones y murió en julio de 1897.

En un artí­culo dedicado a la memoria del patriota-pelotero, escribió Juan Gualberto Gómez el 16 de octubre de 1918: «Más que todo, me dejó el convencimiento de que habí­a amado entrañablemente y acaso por igual, estas tres cosas: el béisbol, su familia y la patria ».

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