Cuarenta y cinco años han transcurrido del día en que Roberto Clemente se convirtió en el primer latinoamericano en completar 3000 jits en Grandes Ligas.
El 30 de septiembre Roberto Clemente, jugando con los Piratas de Pittsburg, disparó su jit 3000. (Foto: Tomada de Internet)
Osvaldo Rojas Garay
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30 Septiembre 2017
30 Septiembre 2017
hace 7 años
El 30 de septiembre de 1972, hace 45 años, el puertorriqueño Roberto Clemente se convirtió en el onceno pelotero en redondear los 3000 imparables en las Grandes Ligas, una lista que registra ya 31 nombres.
Clemente, luciendo la franela de los Piratas de Pittsburg, le disparó tubey al zurdo John Matlack, para erigirse en el primer latinoamericano en ingresar en el exclusivo grupo que cuenta con otros tres jugadores de la región: el panameño Rod Carew, el cubano Rafael Palmeiro y el dominicano Adrián Beltré. No incluimos a Alex Rodríguez, de ascendencia dominicana nacido en New York, Estados Unidos.
De esta manera la pizarra del Three Rivers Stadium reflejaba la hazaña del puertorriqueño Clemente. (Fotos: Tomadas de Internet)
Tocó al recientemente fallecido narrador cubano Felo Ramírez describir el inolvidable suceso: «Lo logró, lo logró. Un doble de Roberto Clemente contra la pared del left center. Como él lo quería, limpio completamente ».
Fue en el cuarto inning de un desafío frente a los Mets de New York. En la pizarra se reflejó la hazaña, al mostrar un gigantesco número 3,000, el árbitro del partido le entregó la pelota y el ídolo boricua la devolvió al coach de primera base.
Luego se quitó la gorra, saludó al público reunido en el Three Rivers Stadium, en tanto el torpedero Jim Fregosi le extendió la mano para felicitarlo. Lejos estaba de imaginar que sería su último inatrapable en ese nivel del béisbol.
Semanas más tarde formó parte del colectivo técnico del equipo que representó a su país en el XX Campeonato Mundial de Béisbol celebrado en Nicaragua, certamen de gratos recuerdos para los cubanos, por la conquista del título y el espectacular jonronazo de Agustín Marquetti frente a Estados Unidos.
El torneo concluyó el 5 de diciembre con un juego, en el cual Cuba derrotó, 6 a 0, a la selección de estrellas de los equipos perdedores, con una soberbia actuación del Meteoro de la Maya, Braudilio Vinent.
Días después el mundo se estremeció con el devastador terremoto que arrasó con el centro de Managua, ocasionando la muerte de unas 10 000 personas. Tras enterarse de lo ocurrido el astro puertorriqueño encabezó una campaña pública para recoger fondos, destinados a los damnificados.
En breve tiempo se recaudaron 150 000 dólares y 26 toneladas de suministros. Clemente quiso llevar esa ayuda y desoyendo a los que le pidieron que se quedara en casa, debido al mal estado del tiempo, abordó el avión DC7, con destino a Nicaragua.
A una milla del aeropuerto del cual había despegado hacía unos minutos se precipitó al mar la nave aérea, que según se dijo entonces volaba con un sobrepeso de 4000 libras.
Eran las 9:23 de la noche del 31 de diciembre de 1972 cuando a los 38 años de edad se marchó hacia la eternidad el extraordinario pelotero que en 18 temporadas en el mejor béisbol del mundo acumuló 3000 inatrapables, participó en 15 Juegos de Estrellas, ganó 12 Guantes de Oro, cuatro bates de plata, dos títulos de Serie Mundial y un premio de Jugador Más Valioso.
No pasó mucho tiempo para que rápidamente, en 1973, se erigiera en el primer pelotero latino en ser exaltado al Salón de la Fama de Cooperstown, sin esperar los cinco años. Ese mismo día decidieron instituir el Premio Roberto Clemente que se otorga cada año al pelotero que realiza más labores destacadas en el deporte y en la comunidad.
Roberto Clemente constituye un verdadero ícono del béisbol mundial. Unas 12 estatuas se han levantado en diferentes lugares para perpetuar su memoria.
Para Osvaldo Gil Bosch, ex presidente de la Federación de Béisbol de Puerto Rico «Roberto Clemente, el pelotero, se llenó de fama, pero el hombre se llenó de gloria ».
«Significa, desde el punto de vista deportivo, tal vez el ídolo nacional más grande que ha tenido Puerto Rico. En el deporte, no creo que haya nadie que tenga el arraigo de ídolo nacional y el ejemplo para la juventud que tuvo Roberto Clemente », resaltó.
Lo que me confesó Capiró
Hace varios años sostuve una conversación con Armando Capiró, uno de los más grandes bateadores que han transitado por las series nacionales de béisbol, quien lideró a los impulsadores en la lid planetaria de 1972, con 21 remolques.
El hombre que inauguró el club de los 100 bambinazos en nuestros torneos y primero que conectó más de veinte cuadrangulares en una temporada me confesó que en la cita del orbe de Nicaragua se corrió la voz sobre la potencia de su brazo.
Hubo quienes propusieron realizar una competencia amistosa para ver quien tiraba más lejos si Clemente o Capiró. Finalmente no se efectuó el duelo.