Asunto de dos

El nacimiento de hijos sanos depende, en gran medida, de que la pareja asuma la maternidad y paternidad responsables.

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Ricardo R. González
Ricardo R. González
@riciber91
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10 Mayo 2017

Marcia y Andrés esperan su bebé, por lo que se enfrentan a los complicados trajines de la canastilla, pero también a esa especie de crucigrama que resulta hoy en dí­a hallar el nombre que pondrán a la futura criatura. Ambos reconocen, además, que no escapan de patrones socioculturales arrastrados por siglos, tendentes a responsabilizar a la mujer en todo lo relacionado con el embarazo.

Lejos de la verdad, y en cuanto a la salud, existen muchas aristas para abordar el tema del embarazo. Se habla, por ejemplo, del llevado y traí­do hábito de fumar en las féminas, pero ¿quién se detiene en los efectos paternos provocados por el deleite de la nicotina?

Caricatura de Alfredo Martirena sobre maternidad y paternidad responsables.
(Ilustración: Alfredo Martirena)

Las lí­neas del asunto van más allá de los impactos cancerí­genos. De acuerdo con investigaciones recientes, los hombres fumadores tienen dos veces más probabilidades de tener niños con defectos congénitos cardiovasculares, así­ que ¡abra los ojos, papá!

A ello se suma el incremento de hijos con anomalí­as en las extremidades e irregularidades que dan origen a hernias en el cordón umbilical y a nivel del diafragma.

Si el caballero prefiere la bebida, el cuadro empeora con múltiples situaciones en detrimento de la criatura, no exenta de presentar labio y paladar hendidos, defectos interventriculares, vértebras de la columna unidas o lunares de sangre de color rojo oscuro.

Ahora que la telenovela brasileña capta la atención de los seguidores, vale decir que no todos los casos corren la suerte de la extraordinaria paternidad del doctor César, ese temba que procrea un bebé aparentemente saludable.

En ello recae otro de los errores, ya que el factor edad no resulta exclusivo de las mujeres. El hombre mayor de 35 años acrecienta los riesgos, y más si rebasa las cuatro décadas, en que abre las puertas a un posible sí­ndrome de Down.

En el caso de las madres las complicaciones no dejan de ser numerosas. Por debajo de los 18 años pueden aparecer en el pequeño diversas afecciones de causas multifactoriales, mientras que al sobrepasar los 35 se extienden las posibilidades de anomalí­as muy propias de los cromosomas.

No se puede olvidar que la reproducción marca las edades óptimas entre los 20 y los 34 años, por lo que debe evitarse la llegada de un menor en edades tempranas, un fenómeno que tiende a proliferar en Cuba.

Bien complejo es el caso si la mamá fuma, ingiere bebidas al ­cohólicas o se inscribe en la nómina de los obesos, diabéticos, o hipertensos, en un paí­s donde las estadí­sticas dicen que una de cada diez embarazadas inicia el proceso ingiriendo bebidas alcohólicas y una de cada cinco fuma; por ello, el peso corporal de la criatura se mueve entre cuerdas flojas.

Me parece que ya es hora de valorar la gestación equitativamente, a tenor de que su fruto constituye el resultado de la contribución de genes paternos y maternos, sin excluir la participación activa de la familia sobre las circunstancias que inciden en la formación del bebé.

Pienso que las consultas especializadas no son punto de asistencia unilateral para la madre. Compete a la pareja, esa que no podrá descuidar los exámenes re ­glamentados durante los nueve meses de desarrollo de la criatura.

En cuanto al ácido fólico, es recomendable tanto para el hombre como la mujer. Se trata de una vitamina primordial en los procesos de crecimiento celular, pues los fenómenos trascendentales en la formación de un individuo ocurren en las primeras ocho semanas de la vida intrauterina.

Ojalá esas parejas que siguen la ruta de Marcia y Andrés entren en un perí­odo de meditaciones para consolidar su objetivo, despojadas de cánones y teorí­as obsoletas que obstaculizan la maternidad y paternidad responsables. O lo que es lo mismo: interiorizar que la concepción y posterior desarrollo del bebé es asunto de dos.

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